In Memoriam: Shelley Duvall, los límites entre el arte y la locura
Querido primo Teo:
A la edad de 75 años ha fallecido la actriz Shelley Duvall que alcanzó la inmortalidad gracias a su interpretación de Wendy Torrance en “El resplandor” (1980) de Stanley Kubrick y que fue capaz de exponer el lado más amargo del mundo del espectáculo cuando pasó a ser un vago recuerdo. Destacó en el Hollywood de la década de los 70 gracias a su presencia anodina, pero a su vez tan extraña como magnética, y fue llevada a la cúspide interpretativa por Robert Altman, su descubridor y mentor, pero se convirtió en un símbolo cultural gracias a su colaboración con Kubrick, quien la llevó al límite personal. Duvall, que brilló también como productora televisiva, luchó durante varias décadas contra su salud mental que llegó a mantenerla apartada de la vida pública.
Shelley Duvall nació el 7 de julio de 1949 en Houston (Texas). Fue descubierta por el director Robert Altman en una fiesta en 1970, lo que la llevó a participar en su primer papel cinematográfico en "El volar es para los pájaros" (1970). Fue la primera de las colaboraciones con Altman, posteriormente llegarían “Los vividores” (1971), “Ladrones como nosotros” (1974), “Nashville” (1975) y “Buffalo Bill y los indios” (1976), siempre realizando papeles secundarios aunque su presencia escénica iba en aumento.
Gracias a Robert Altman le llegaría el reconocimiento interpretativo con “Tres mujeres” (1977) que le valió el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes. Su actuación en la piel de Millie Lammoreaux, una mujer aparentemente muy segura de sí misma pero que en realidad esconde a un ser solitario y con una gran necesidad de aceptación y amistad, le valió para demostrar el tipo de actriz que podía ser, capaz de asumir papeles nada comunes. Ese papel también le reportó una candidatura al Bafta.
También se puso a las órdenes de Woody Allen en “Annie Hall” (1977). Ahí Duvall tuvo un papel pequeño pero su presencia tiene un impacto significativo en el film, además, permitió a la actriz explorar en la comedia más satírica al poner de manifiesto los excesos de la contracultura de la década de los 70.
Poco después de su consagración para la crítica le llegó el papel que marcaría su trayectoria profesional, el de Wendy Torrance en la adaptación cinematográfica llevada a cabo por Stanley Kubrick de “El resplandor” de Stephen King.
Wendy Torrance es testigo del viaje que su marido ha iniciado hacia la locura y trata de salvar a su hijo pequeño de un desenlace fatal. El rostro aterrorizado de una Shelley Duvall completamente destruida, fruto de un rodaje extenuante, quedó para siempre como patrimonio de la cultura popular.
Aunque las críticas recibidas hacia su trabajo no fueron especialmente buenas (en España acrecentadas por el cuestionado doblaje de Verónica Forqué), el tiempo ha terminado por reivindicar la actuación de la actriz gracias a su capacidad por transmitir la vulnerabilidad de su personaje.
Shelley Duvall experimentó un gran estrés debido a las demandas del director Stanley Kubrick, conocido por su perfeccionismo, y eso llegó a afectar a su salud emocional. Un año después de rodar la película comentó que estuvo llorando doce horas al día, durante semanas, y que no iba a estar dispuesta a exigirse tanto por un papel.
Robert Altman contó con ella por sexta y última vez para interpretar a Olivia Oil en la adaptación cinematográfica de “Popeye” (1980), un papel para el que había nacido debido a su gran parecido con el personaje y su contribución ha sido lo más recordado de una película que supuso un sonoro fracaso cuando se estrenó.
Colaboró con Terry Gilliam en “Los héroes del tiempo” (1981), con Tim Burton en el cortometraje “Frankenweenie” (1984) y participó en la versión paródica del clásico de Edmond Rostand en "Roxanne" (1987) pero lo más memorable que nos regaló Shelley Duvall en la década de los 80 se lo debemos a la televisión.
En la pequeña pantalla pudo desarrollarse como productora y a través de su compañía creó algunas exitosas series infantiles que hicieron las delicias de los espectadores durante las sobremesas ejerciendo también de actriz y narradora. Entre ellas destacaron las antologías “Cuentos de hadas” (1982-1987), “Grandes cuentos y leyendas” (1985) o “Cuentos para dormir de Shelley Duvall” (1992) por las que optó al Emmy.
Shelley Duvall se retiró en gran medida de la actuación a mediados de los 90, apareciendo en series como “La Ley de Los Ángeles” (1994) y “Frasier” (1995) o en películas como "Bajos fondos" (1995) de Steven Soderbergh y “Retrato de una dama” (1996) de Jane Campion. Tras estar casi veinte años apartada de los focos, regresó con la producción de terror independiente “The forest hills” (2023).
Fue la diabetes lo que acabó deteriorando la salud de Shelley Duvall, que falleció en su residencia de Texas mientras dormía. Pero sus problemas mentales fueron preocupantes durante sus últimos años de vida. En el 2016 intervino en un programa de entrevistas que fue interpretado como una maniobra desesperada para pedir ayuda, mostrando un gran declive físico y psíquico.
En sus últimos años Duvall se sintió como un juguete roto, lamentándose de la actitud de los directivos de Hollywood hacia ella una vez que dejó de ser útil a la industria.
Mary Carmen Rodríguez