In Memoriam: Raquel Welch, el cuerpo del que no se supo ni se quiso ver más allá
Querido Teo:
A los 82 años ha muerto la actriz y modelo Raquel Welch, conocida por ser el icono de toda una generación nacida en los años del "baby boom" que no pudo escapar al hechizo y la sensualidad de la mujer que fue apodada “El cuerpo” en una época en la que esa definición se enfocaba desde un punto de vista aspiracional y evocador lo que ahora, con los ojos actuales, no es más que pura cosificación. En todo caso Welch disfrutó de ese estatus y pasó a la cultura popular, guste más o menos, por sus curvas y su físico aunque nunca se valorara como mereciera su vertiente más polifacética. “Hace un millón de años” (1966) la convirtió en sex symbol pero detrás de esa fachada había más y por eso pudo ganar el Globo de Oro a la mejor actriz de comedia o musical por “Los tres mosqueteros: Los diamantes de la reina” (1973) volviendo a ser nominada por el telefilm "Derecho a morir" (1987).
Nació en Chicago en 1940, con el nombre terrenal de Jo-Raquel Tejada, de madre estadounidense, Josephine Sarah Hall, de origen inglés y empleada de una fábrica aeronáutica, y de padre boliviano, un ingeniero aeronáutico de ascendencia española. Raquel tomó el apellido Welch de su primer marido, un pescador de atún que pasaba largas temporadas fuera de casa y con quien se casó en 1959, a los diecinueve años de edad. Conservó el apellido como nombre artístico a pesar del divorcio de la pareja seis años después.
En su juventud se trasladó junto con su familia a San Diego, y estudió interpretación y modelaje. Trabajó como presentadora de un espacio de televisión y como modelo publicitaria hasta que se hizo con sus primeros figurantes en el cine. Fue una de las chicas del burdel regentado por Shelley Winters en “Una casa no es un hogar” (1964) y también una colegiala en “El trotamundos” (1964), una de las películas de la época de esplendor de Elvis Presley.
Apareció en series televisivas como “Embrujada” o “El virginiano” pero quedó inmortalizada como la cavernícola con su bikini hecho de piel en “Hace un millón de años” (1966) de Don Chaffey. Ese mismo año también estrenó “Viaje alucinante” (1966) de Richard Fleischer y formó parte de la coral “Las cuatro brujas” (1966).
Trabajó junto a actores como Marcello Mastroianni en “Dispara fuerte, más fuerte… no lo entiendo” (1966), Frank Sinatra en “La mujer del cemento” (1968), Robert Wagner y Vittorio De Sica en “Raquel y sus bribones” (1968), James Stewart y Dean Martin en “Bandolero!” (1968), Burt Reynolds en “Los 100 rifles” (1969), un perturbador Richard Burton en “Barba Azul” (1972), el Jean-Paul Belmondo disfrazado de gorila en “El animal” (1977) o formando un trío tan improbable como efectivo junto a Bill Cosby y Harvey Keitel en “El Madre, la Melones y el Ruedas” (1976).
Entre sus variopintos papeles están los de ser la mismísima lujuria en “Mi amigo el diablo” (1967) con Dudley Moore, una gogó perseguida por un maniaco en “Llamarada” (1969), la Sacerdotisa del Látigo en “Si quieres ser millonario no malgastes el tiempo trabajando” (1969) con Peter Sellers y la transexual de “Myra Breckinridge” (1970), adaptación de una novela de Gore Vidal que se saldó con un sonoro fiasco compartiendo reparto con John Huston y Mae West.
En el western “Ana Caulder” (1971) vengaba la muerte de su marido, participó en la delirante “El turbulento Distrito 87” (1972), era la esforzada patinadora de “Kansas City Bomber” (1972), se embarcaba en el intrigante crucero de “El fin de Sheila” (1973) de Herbert Ross y formó parte de “Fiesta salvaje” (1975) de James Ivory que se adentraba en el escándalo que tuvo en el punto de mira a “Fatty” Arbuckle en los albores del star-system de Hollywood.
Richard Lester la dirigió en la superproducción de “Los tres mosqueteros”, dos películas rodadas a la vez pero estrenadas separadamente en 1973 y 1974, mientras que otro Richard, en este caso Fleischer, volvería a contar con ella para “El príncipe y el mendigo” (1977).
A pesar de su espectacular figura no fue ajena a la tiranía de los grandes Estudios al ser despedida de la película “Destinos sin rumbo” (1982), adaptación de una novela de John Steinbeck, por ser considerada demasiado mayor para el papel. Fue sustituida por Debra Winger pero ganó una indemnización de 10,8 millones de dólares. Eso no se tradujo más que en un lento declive a pesar de haber sido barajada para interpretar el icónico personaje encarnado por Joan Collins en “Dinastía” o sustituir con éxito a Lauren Bacall y Julie Andrews, respectivamente, en los montajes de Broadway de “La mujer del año” y “Víctor o Victoria”.
Se casó en cuatro ocasiones y en todas ellas la cosa acabó en divorcio, teniendo de su primer matrimonio con James Welch a un hijo y una hija. Encasillada como una referencia del pasado que encandiló a los abuelos y padres de las generaciones de hoy en día sus escasas últimas apariciones fueron en películas como “Agárralo como puedas 33 1/3: El insulto final” (1994), “Tortilla soup” (2001) o “Una rubia muy legal” (2001), así como en episódicos televisivos de "Sabrina, cosas de brujas" (1996), "Seinfeld" (1997) o "C.S.I.: Miami" (2012). En todo caso su influencia iconográfica no puede estar mejor representada que en ese poster de "Cadena perpetua" (1994) que representaba el pasaporte hacia la libertad.
Nacho Gonzalo