In Memoriam: Philip Baker Hall, solicitado y respetado

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Querido Teo:

Sólo los muy cinéfilos recuerdan su nombre pero en un determinado momento Philip Baker Hall era el actor veterano que se convirtió en el secundario de lujo del mejor cine de finales de los 90 y principios de los 2000. A los 90 años ha fallecido un actor de vocación tardía pero que, aun así, con presencia, voz y carisma supo dejar su impronta en algunas de las películas más recordadas de los últimos años. Nada mal para un tipo que comenzó como traductor para el ejército usamericano en Alemania y que después fue profesor antes de seguir su vocación y probar suerte en los escenarios de Broadway. Si le recordamos es por ser el padrino oficioso de los comienzos de Paul Thomas Anderson desde el corto “Cigarettes & Coffee” (1992) recuperando su personaje en la película “Sydney” (1996), siendo ese uno de sus escasos protagonistas formando parte de un grupo de perdedores en la vida que son adictos al juego.

En la citada película (por la cual fue nominado al Independent Spirit Awards) interpretaba a un enigmático tipo que llevaba a John C. Reilly por una ruta de casinos con el fin de ganar dinero fácil. Con Paul Thomas Anderson repetiría en “Boogie nights” (1997) como un distribuidor de películas adultas y en “Magnolia” (1999) como un presentador de televisión infantil atormentado y que guarda sus miserias bajo la alfombra. Posiblemente fue el actor más reconocible de la cinematografía del director y guionista junto al añorado Philip Seymour Hoffman.

En ese momento todo el mundo quería contar con él y eso demuestra que formara parte de los repartos de “Hora punta” (1998), “El show de Truman” (1998), “Psicosis” (1998), “Abajo el telón” (1999), “El dilema” (1999), “El talento de Mr. Ripley” (1999), “Reglas de compromiso” (2000) y “Candidata al poder” (2000). Rodaba con los mejores directores, y bien fuera por suerte o por saber elegir bien sus papeles, no se entiende el mejor cine de esos años sin él en pantalla.

Philip Baker Hall alternó personajes en los que había persuasión y poder en su mirada así como otros en los que primaba la integridad y la nobleza. En todo caso la capacidad para transmitir cierto aire reverencial pero también burlón, tierno o enigmático según se diera el caso. Estuvo en “Como Dios” (2003), “Dogville” (2003), “In good company (Algo más que un jefe)” (2004), “La morada del miedo” (2005), “Zodiac” (2007), “Todas las cosas buenas” (2010), “50/50” (2011) o “Argo” (2012).

Sería injusto no hablar de sus trabajos televisivos, algunos muy memorables como el detective Mr. Bookman de “Seinfeld” en dos capítulos (1991-1998), el Doctor de “Everwood” (2003-2004), el senador de “El ala oeste de la Casa Blanca” (2004), el psicólogo de “Larry David” (2004-2009), o el irritable vecino de “Modern family” (2011-2012).

Al margen de todo ello para los más conocedores de su filmografía sus dos mejores trabajos pueden pasar algo desapercibidos. Por un lado su trabajo como Richard Nixon en “Secret honor” (1984), un “one man show” dirigido por Robert Altman en el que muchos lo compararon con John Barrymore y Charles Laughton recibiendo esta opinión por parte de Roger Ebert: "Nixon es interpretado por Philip Baker Hall, un actor previamente desconocido para mí, con una intensidad tan salvaje, tal pasión, tal veneno, tal escándalo, que no podemos rechazar. Hall se parece un poco al verdadero Nixon; podría ser un primo, y suena un poco como él. Eso está lo suficientemente cerca. Esto no es una suplantación, es una actuación". En la misma línea The New York Times: "La inmensa actuación del Sr. Hall, que es tan asombrosa y arriesgada, por las posibilidades que el actor toma y sobrevive, como la del ganador del Oscar F. Murray Abraham en Amadeus".

También mencionar uno de sus últimos trabajos en el cortometraje “Dear chickens” (2018) en el que un anciano de vuelta de todo y una adolescente se ven obligados a compartir habitación de hospital. Un rol por el que fue reconocido en certámenes especializados en este formato tanto en Los Angeles como en Badalona. Aquejado de un enfisema pulmonar en los últimos años debido a su condición de fumador durante muchos años (lo que hizo que tuviera que ir acompañado por un tanque de oxígeno al final de sus carrera) murió en paz dejando tras de sí una carrera concentrada en el tiempo pero enormemente elogiable.

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Nacho Gonzalo

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