In Memoriam: Paul Auster, la inteligente y analítica mirada sobre nuestro tiempo
Querido Teo:
* La figura de Paul Auster no ha sido ajena al cine y con su muerte a los 77 años deja un vacío importante siendo uno de los grandes escritores de Estados Unidos de las últimas décadas. En su haber títulos como “La invención de la soledad” (1982), “La trilogía de Nueva York” (1985-1986), “El país de las últimas cosas” (1987), “Leviatán” (1992), “Tombuctú” (1999), “El libro de las ilusiones” (2002), “La noche del oráculo” (2003), “Brooklyn follies” (2005), “Viajes por el scriptorium” (2006), “Un hombre en la oscuridad” (2008) o “Sunset Park” (2010). Un escritor amante de las libertades y defensor de los derechos civiles que se mostró tajante con políticas absolutistas de países como China o Turquía en contra de la libertad de expresión (a los que se negó a visitar) y que encabezó marchas contra Donald Trump.
Su obra destaca por contener absurdismo, existencialismo, literatura policíaca y la búsqueda de un significado y de una identidad personal. Auster habla del azar y la causalidad (obsesionado con ello desde que en el colegio fuera testigo de la muerte de un compañero tras la caída de un rayo), el destino o la religión, siempre desde un prisma elegante y contemporáneo, apostando por un estilo sencillo pero bien armado a través de una amplia capa que lleva a ejercicios de metaficción, espejismos o historias dentro de otra historia hablando de la pérdida, las complejidades de la condición humana o la identidad jugando con múltiples alter-egos y referencias personales a lo largo de su obra.
Auster reinventa la figura del narrador sobre unos personajes que sufren los vaivenes de la vida moderna, la soledad y los dilemas existencialistas, en su mayoría en las calles de Nueva York, concretamente el barrio de Brooklyn en el que vivía desde la década de los 80 y en que ha fallecido tras sufrir un cáncer de pulmón diagnosticado en 2022 y varias tragedias familiares que le minaron como la muerte de su nieta en circunstancias no aclaradas y la de su hijo víctima de las drogas.
Paul Auster nació el 3 de febrero de 1947 a dos pasos de Manhattan, en Newark, en New Jersey. Sus abuelos emigraron desde Europa central pero sus padres ya eran usamericanos integrados y un tío tenía una gran biblioteca en la que se perdía Paul para hacer sus primeros pinos literarios a los doce años. Ese tío era traductor de francés y le introdujo la poesía y la literatura francesa, que luego le servirían para ganarse la vida en Europa. A los 22 años Paul ingresó en la universidad de Columbia y estudió también literatura inglesa e italiana. Viajó a París y a su vuelta hizo lo posible por evitar que le enviaran a Vietnam y se presentó para estudiar cine, pero no pasó el examen.
Escribió guiones para películas mudas que descubriremos más tarde en "El libro de las ilusiones", donde nos habla de un caso peculiar de director de cine perdido para la historia, pero el cine le cerró la puerta, se olvidó temporalmente de aquello y se enfrentó a diez años de trabajo de colaborador, duro y solitario. Su primera novela (“Jugada de presión” de 1976 y firmada con el seudónimo de Paul Benjamin) es un fracaso y se separa de su primera mujer (Lydia Davis) en 1978 tras cuatro años de matrimonio y un hijo (Daniel) poco antes de recibir la herencia de su padre que le libera económicamente.
Pasarán algunos años antes de que vuelva al cine sólo después de ser ya un novelista reconocido casándose en 1981 con la escritora Siri Husvetd con la que tuvo a una hija (Sophie) y que fue la que reveló el año pasado la enfermedad que padecía el escritor estando a su lado hasta el final.
La figura de Paul Auster, influido desde sus orígenes por William Faulkner, Samuel Beckett, Franz Kafka o Raymond Chandler, toca todos los palos de la literatura siendo novelista, poeta, ensayista, dramaturgo, articulista, autobiógrafo, lingüista, traductor y profesor universitario. Ese carácter multidisciplinar le llevó a escribir varios guiones entre los que hay que destacar “Smoke” (1995), cinta ambientada en una cigarrería de Brooklyn que es el escenario de una variedad de viñetas que conforman esta película lírica de Wayne Wang. Se llevaría el premio Independent Spirit Award al mejor primer guión.
“Blue in the face” (1995) fue su debut en la dirección en un proyecto colectivo que pretendía continuar lo narrado en “Smoke”, junto a Wayne Wang y Harvey Wang, en una combinación de documental sobre Brooklyn e historias de la vida cotidiana, protagonizadas por gentes que frecuentan el estanco de Auggie Wren. Disfrutando del placer de fumar, los clientes narran sus experiencias, su actitud ante la vida, sus perversiones, sus patologías, etc…
Harvey Keitel volvía a ser su alter-ego cinematográfico protagonizando “Lulu on the bridge” (1998), esta sí adaptación de una de sus obras en la que un famoso saxofonista resulta herido en un tiroteo ocurrido en el local donde tocaba. A partir de ese momento, incapacitado para tocar el saxo de nuevo, cae en una gran depresión y pierde las ganas de vivir y de relacionarse con la gente hasta que descubre las facultades de una misteriosa piedra.
Su recorrido como director se completó con la adaptación de otra de sus obras, “La vida interior de Martin Frost” (2008). Un escritor va a una casa a descansar después de su última novela. Se despierta un día al lado de una mujer hermosa, que le despierta una nueva historia. Un relato corto que sufrió el hecho de su paso a largometraje al no poder desarrollar con interés su sugerente premisa.
Un autor que bebió de la corriente de la gran novela americana para hablar de nuestro tiempo, sin artificios y sin importarle la desolación reinante y también la necesidad de la colectividad para erigirse frente a las injusticias, siempre enarbolando la maravilla de lo cotidiano.
A pesar de una carrera con ciertos parones de inactividad, la enfermedad no impidió que en 2023 publicará la novela “Baumgartner”, una mirada a la vejez y la soledad, y el ensayo “Un país bañado en sangre” donde denunciaba la sucesión de matanzas, la proliferación de violencia armada y la acumulación de mentiras que parece estar aumentando la división entre norte y sur en un Estados Unidos siempre en el foco de su obra.
Entre los reconocimientos que cosechó a lo largo de su trayectoria (curiosamente su figura siempre fue más valorada y reconocida fuera de Estados Unidos) fue nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia en 1992 y recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2006. En 1997 fue miembro del Jurado del Festival de Cannes y en 2007 fue presidente del Jurado del Festival de San Sebastián recayendo la Concha de Oro precisamente en su amigo y colaborador Wayne Wang por la tan sencilla como conmovedora "Mil años de oración".
Una vez, en clase, nos pidieron una buena escena de diálogo.
— Jorge Corrales (@Yosoycorra) May 1, 2024
Yo llevé esta.
Mi profe, que era muy buena, dijo: "no es un gran diálogo, pero es una gran escena".
Smoke, 1995. Paul Auster pic.twitter.com/Ei0nQeuvzt
* También han fallecido el director y guionista Michael Verhoeven a los 85 años ("La chica terrible"), el actor Frank Ferrucci a los 66 años ("Hitman", "The possession: El origen del mal"), la actriz Marla Adams a los 85 años ("Esplendor en la hierba", "¡Te pillé! Gotcha!"), la actriz Gabriella Andreini a los 86 años ("La dolce vita", "A sangre y fuego", "Totó contra Maciste"), el músico Jean Musy a los 76 años ("Más allá del arrecife", "Vainilla y fresa"), el actor Zack Norman a los 83 años ("Tras el corazón verde", "Cadillac man") y el actor Brian McCardie ("Line of duty", "Outlander", "Condena").
Nacho Gonzalo