In Memoriam: Michael Cimino, aureola de culto marcada por el fracaso

Querido Teo:

A los 77 años ha muerto Michael Cimino confirmándose la noticia que aventuraban a primera hora de la noche dos de los máximos representantes festivaleros, Alberto Barbera (Venecia) y Thierry Frémaux (Cannes). Queda claro que nos deja un genio incomprendido del cine USA cuya maestría y ambición terminó condenando su carrera a pesar de tocar la gloria con “El cazador”, ganadora de 5 Oscar en 1979, y estrellándose con “La puerta del cielo” al año siguiente.

Este neoyorquino nacido en 1939 y acostumbrado a meterse en peleas en su juventud, a pesar de sus buenas aptitudes para los estudios, comenzó trabajando en la publicidad tras licenciarse en Bellas Artes saltando al cine y escribiendo los guiones de “Naves misteriosas” (1972) y de la secuela de “Harry el sucio”, “Harry el fuerte” (1973). También escribió el guión de “Un botín de 500.000 dólares” (1974) que fue comprado por Clint Eastwood, con la intención de producir, dirigir y protagonizar el film. Cimino no paró hasta que Clint le terminó cediendo la dirección siendo la cinta todo un éxito de crítica y público.

Era la gran promesa blanca del cine USA de aquellos años como supo ver el productor Michael Deeley que le brindó la posibilidad de llevar al cine “The man who came to play”, escrito por Quinn K. Redeker y Louis Garfinkle. Un proyecto rebautizado como "El cazador" (1978) que serviría para expiar al cine USA de los fantasmas de la Guerra de Vietnam, una de las grandes heridas del país en esa época. Un rodaje que se convirtió en un infierno y que tendría como resultado un montaje definitivo de tres horas y 5 Oscar de 9 nominaciones ganando en las categorías de película, director, actor de reparto, montaje y sonido.

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Cimino estaba en la cúspide y United Artists le dio carta blanca para dirigir “La puerta del cielo” (1980), ambicioso proyecto que pretendía ser la nueva “Lo que el viento se llevó” siendo un título incontestable para la Historia del cine basado en la Guerra del Condado de Johnson, un conflicto entre terratenientes y los inmigrantes europeos en Wyoming en la década de 1890. El presupuesto se disparó por cuatro (llegando a los 44 millones de dólares) y el rodaje fue tortuoso quejándose todos de las maneras de “diva tirana” de Cimino así como los rumores de que parte del dinero se había derrochado en drogas y juergas. A punto estuvo de ser despedido pero lo peor estaba por llegar cuando, tras estar enclaustrado en la sala de montaje sin permitir que entraran los productores, presentó una edición de cinco horas y media siendo obligado a recortarla. La película fue masacrada en su estreno (funcionando mejor en Europa) y la industria y la crítica no perdonaron a Cimino el resultado del film (alentados por eso tan humano de tirar al ídolo del pedestal) aunque bien es verdad que en los últimos tiempos la cinta ha sido reivindicada ganando el calificativo de culto.

United Artists quebró y tuvo que ser comprada por MGM quedando en agua de borrajas el acuerdo previo al que había llegado el Estudio con Cimino de que “La puerta del cielo” sólo fuera la primera de una serie de títulos albergados por la compañía. La mala fama de “arruina Estudios” (a pesar de un talento equivalente a Coppola o Kubrick) y su particular carácter tiraron su carrera por el sumidero estando a punto de dirigir “Footloose” y quedando por debajo de las expectativas depositadas en un inicio en él con las mafiosas “Manhattan sur” (1985) y “El siciliano” (1987), y los thrillers “37 horas desesperadas” (1990) y “Sunchaser” (1996).

Los últimos años han estado marcados por los homenajes, su aureola de culto y un retiro del cine y de las cámaras centrándose en París en el mundo de la literatura con escasas apariciones que hablaban de su cambio de sexo ante el cambio radical de aspecto respecto al mofletudo director que irrumpió en los 70 y que parecía destinado a ser uno de los grandes pero que, a pesar de que siempre fue un director interesante aún en sus trabajos menos logrados, fue absorbido con celeridad y escupido de manera ingrata por la implacable maquinaria de Hollywood.

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Nacho Gonzalo