In Memoriam: Juan Diego, talento y compromiso inigualables

Querido primo Teo:

Llega a tu despensa una de las piezas más exquisitas de nuestra piel de toro, el equivalente interpretativo y humano del cerdo ibérico. El actor Juan Diego ha fallecido a la edad de 79 años víctima de un cáncer con el que llevaba varios años batallando y que prácticamente le había retirado de la interpretación, sus últimos trabajos fueron su apariciones en “El cover” (2021) de Secun de la Rosa y en la continuación de la serie "Los hombres de Paco" (2005-2021). Es imposible hacer un recorrido de la Historia de nuestro mundo del espectáculo del último medio siglo sin la presencia de Juan Diego. Era un intérprete único, de esos que no solamente daban dignidad, era capaz de hacer de todo y estaba por encima de cualquier estrella, sino que elevaba de categoría cada proyecto en el que estuviera implicado siendo todo un "hijo de la resistencia" como le ha definido Juan Diego Botto en la columna de El Diario.

Su talento fue reconocido con 3 Goyas, una Concha de Plata del Festival de Sebastián por "Vete de mí" (2006) y un Max teatral. Juan Diego no solamente es un referente para las generaciones de cómicos surgidas a partir de la década de los 70 sino que también ha sido un símbolo del activismo político, pero el suyo era de verdad, militaba en la izquierda cuando sabía que se la jugaba porque era ilegal.

Nacido el 14 de Diciembre de 1942, en la localidad sevillana de Bormujos, con el nombre completo Juan Diego Ruiz Moreno, comenzó su carrera interpretativa a la edad de 15 años, cuando se subió por primera vez a los escenarios. Se debut como intérprete profesional llegó cuando cumplió los 18 con la obra “Esperando a Godot” de Samuel Beckett por el que la crítica consideró que aquel chaval era un mirlo blanco entre los jóvenes aspirantes a ser actores.

Perfeccionó la técnica en el Conservatorio de Música y Declamación que le permitió entrar en Televisión Española. Ahí se pulió y adquirió oficio haciendo de todo, desde telenovelas hasta piezas teatrales en el mítico “Estudio 1”, aquella experiencia supuso para Juan Diego su verdadera escuela porque conoció a fondo la profesión. Algunas de las adaptaciones televisivas en las que intervino fueron “La muerte de un viajante”, “Anna Christie” o “Don Juan Tenorio”.

Juan Diego se sentía muy cómodo sobre los escenarios, era donde realmente disfrutaba de la magia de ser actor porque ahí comprobaba cuáles eran los efectos de su trabajo. El cine lo veía como algo que no era primordial en su carrera aunque siempre procuró implicarse en proyectos valientes y con vocación de mostrar su preocupación política y social. Un director tan a la contra del sistema como fue Eloy de la Iglesia fue quien le dio su primera oportunidad para debutar en el cine con “Fantasía… 3” (1966) y le convirtió en su actor fetiche, con él también trabajó en “Algo amargo en la boca” (1969) y “La criatura” (1977), que fue una cinta polémica ya que mostraba la relación carnal entre una mujer destrozada por la muerte de su hijo y un perro. 

Juan Diego se crió en un entorno rural y siendo un crío ya adquirió conciencia de clase y supo lo que era huir de la policía. Formó parte del Frente de Estudiantes Sindicalistas, rama del falangismo disidente, y su compromiso político terminó derivando en su militancia comunista, cuando el Partido Comunista de España estaba en la clandestinidad. Juan Diego era conocido como Juan Pliego porque era un abajo firmante permanente, su rebeldía contra el sistema estaba muy lejos de cualquier activismo buenista de hoy que es un ascensor social, a él no le importaba pasar una noche en el calabozo y de hecho lo estuvo. En 1975 fue uno de los cabecillas de la huelga de actores que reivindicaba la reducción de la jornada laboral para los intérpretes teatrales, se pedía una jornada de descanso, y fue detenido en tres ocasiones. 

Su prestigio como actor fue a más durante la década de los 80 y fue gracias a su faceta en la gran pantalla, especialmente en “Los santos inocentes” (1984), la adaptación cinematográfica de la novela de Miguel Delibes llevada a cabo por Mario Camus. Su trabajo como el déspota y canalla señorito Iván (representante de esa España opresora, abusiva y que se siente encima de todo a la que siempre se enfrentó) resultó tan impactante que la audiencia respondió con un atronador aplauso cuando fue ajusticiado.

Sus compañeros de reparto, Paco Rabal y Alfredo Landa, fueron reconocidos con el premio a la mejor interpretación masculina en el Festival de Cannes de 1984. Aunque no le reportó ningún galardón su actuación en esta película, básicamente porque en cuestión de premios aún se estaba en pañales o directamente no habían nacido, el señorito Iván fue el papel que supuso un punto de inflexión en su carrera aunque su favorito fue su encarnación de San Juan de la Cruz en “La noche oscura” (1989) de Carlos Saura. 

La primera candidatura al Goya, de sus nueve en total, le llegó por interpretar a Francisco Franco en “Dragón Rapide” (1986). Recibió tres premios de la Academia de cine español por el inquisidor de “El rey pasmado” (actor de reparto en 1992), el nudista libertario de “París Tombuctú” (actor de reparto en 2000) y el actor de teatro que se reencuentra con su hija de “Vete de mí” (actor principal en 2007). También optó al galardón por sus trabajos en “La noche oscura” (1990), “You’re the one” (2001), “Torremolinos 73” (2004), “El 7º día” (2005) y “23-F: La película” (2012). 

Otros de sus trabajos más memorables en el cine los hizo en “El viaje a ninguna parte” (1986), como parte de esa tropa de cómicos ambulantes, “Jamón, jamón” (1992), "Fugitivas" (2001), “Smoking Room” (2002), "Noviembre" (2003), “La vida que te espera” (2004), "Casual day" (2007), “El camino de los ingleses” (2016) o “No sé decir adiós” (2017).

Este fue, quizá, dando vida a un padre terminal del que se hacen cargo sus hijas su último gran trabajo en uno de sus personajes más complejos de su carrera no entendiéndose todavía que no fuera candidato al Goya por una interpretación tan impactante como conmovedora. Al menos sí que ganó en el Festival de Málaga como mejor actor de reparto, certamen que también le premió por "Smoking Room" como mejor reparto en 2002, mejor actor por "Remake" y "El triunfo" en 2006 y "Anochece en la India" en 2014 y premio honorífico en 2009.

En teatro protagonizó la versión en España de “El beso de la mujer araña” que también fue un punto significativo en su carrera. Otros de sus trabajos memorables sobre los escenarios fueron “No hay camino al paraíso, nena”, “El lector por horas”, por la que ganó el premio Max en el año 2000, “Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?”, “La gata sobre el tejado de zinc” y “El coronel no tiene quien le escriba” en 2019, bajo las órdenes de Carlos Saura, que supuso su despedida de los escenarios debido a la enfermedad que padecía y que le llevó a ser sustituido por Imanol Arias.

Su trayectoria en la televisión también fue memorable y no solamente por ser el medio en donde comenzó realmente su carrera. Participó en “Segunda enseñanza” (1986), “Turno de oficio” (1986) y cosechó unas críticas magníficas por protagonizar “Padre coraje” (2002), el telefilm dirigido por Benito Zambrano. En la etapa final de su carrera su popularidad subió varios enteros para las nuevas generaciones por por dar vida al siempre iracundo comisario Don Lorenzo en “Los hombres de Paco” (2005-2021), con sus coletillas, broncas y expresiones al frente de un equipo policial de patanes, pudiendo recuperar al personaje por última vez, y a a pesar de la enfermedad, en la temporada especial estrenada hace unos meses.

Un maestro capaz de todo en una gama inabarcable de roles de distinto pelaje, condición o ideología, influir y ser referencia para los que vinieron después y demostrar como llevar respetabilidad al oficio a través de su generosidad con sus compañeros, activismo en sus ideales y minuciosidad a la hora de abordar cualquier trabajo.

Mary Carmen Rodríguez