In Memoriam: Jean-Luc Godard, padre de la revolución

Querido primo Teo:

Con los honores propios de un jefe de Estado recibes en tu despensa a Jean-Luc Godard. El director francosuizo que propuso cargarse el sistema a través del mundo del cine, saltándose las leyes narrativas, ha fallecido en Suiza a la edad de 91 años. Fuentes familiares han confirmado que Godard recurrió al suicidio asistido, en el país la práctica es legal, tras ser diagnosticado de múltiples patologías incapacitantes. Principal motor de la Nouvelle Vague, responsable de obras revolucionarias como “Al final de la escapada” (1960), "Vivir su vida" (1962), “El soldadito” (1963), "Banda aparte" (1964), “Pierrot, el loco” (1965), “Alphaville” (1965), “Yo te saludo, María” (1984) o “Adiós al lenguaje” (2014).

En el Festival de Cannes presentó su última película, “El libro de imágenes” (2018), y el certamen le concedió una Palma de Oro especial, galardón que no recogió al igual que no aceptó las distinciones otorgadas por las academias de cine porque un verdadero revolucionario no tendría una audiencia con la realeza para tomar el té. Tampoco con alguien como Agnès Varda a la que provocó una honda decepción en "Caras y lugares" (2017) privándonos de un encuentro que hubiera sido inolvidable para la cinefilia.

Nacido en París, el 3 de Diciembre de 1930, en el seno de una familia perteneciente a la alta burguesía, su abuelo materno era un importante banquero suizo. Estudiando Etnología en la Universidad de la Sorbona comenzó a interesarse por el mundo del cine, pasando más tiempo en la Cinemateca y los cineclubs parisinos que en el campus universitario. Estrenada la veintena comenzó a trabajar como crítico en varias revistas, entre ellas la prestigiosa Cahiers du Cinéma, en donde coincidió con otros de los fundadores de la Nouvelle Vague como François Truffaut, Éric Rohmer, Claude Chabrol y Jacques Rivette. 

Graba una serie de documentales y cortometrajes hasta que comenzó a trabajar en su primera película, “Al final de la escapada” (1960), con la que introdujo un lenguaje narrativo nada convencional. Rodó con cámara en mano, utilizó un estilo documental y jugó con el montaje. La película causó conmoción en el Festival de Berlín de 1960 y Godard se llevó el premio a la mejor dirección. 

Godard no tardó en alcanzar el estatus de vaca sagrada del cine europeo gracias a películas como “El desprecio” (1963), “El soldadito” (1963), pese a la censura francesa, “Banda aparte” (1964), “Pierrot, el loco” (1965), “Alphaville” (1965), con la que ganó el Oso de Oro del Festival de Berlín, y “La chinoise” (1967), por la que ganó el premio especial del Jurado del Festival de Venecia.

A finales de la década de los 60 Jean-Luc Godard utilizó su cine como herramienta política como quedó reflejado en la cinta sobre su vida "Mal genio (Le redoutable)" (2017). Era militante maoísta, fue uno de los directores que se plantaron ante el Festival de Cannes, en la edición de 1968, para apoyar al movimiento estudiantil y obrero del Mayo francés. Se puso al servicio de la revolución y ello quedó patente en el documental “One plus one” (1968), en donde alternaba el Sympathy for the devil de los Rolling Stones con diferentes discursos políticos. 

La militancia a través del cine fue el germen para la creación del grupo Dziga-Vertov, en homenaje al director ruso del mismo nombre, que estaba influido por el cine propagandístico soviético y que estaba formado por su segunda mujer, la actriz Anne Wiazemsky, el filósofo Jean-Piere Gorin y la actriz Juliet Berto. El movimiento se rompió con el documental “Carta a Jane” (1972) y rechazó toda su etapa maoísta con otra obra “Aquí y en otro lugar” (1976). El punto culminante de esa etapa marxista fue “Todo va bien” (1972), protagonizado por Yves Montand y Jane Fonda, dos conocidos militantes de izquierdas. 

Ganó el León de Oro del Festival de Venecia con “Nombre: Carmen” (1983). Abandonó el activismo político pero no se domesticó, ni muchísimo menos. Provocó un gran escándalo en el Festival de Berlín con “Yo te saludo, María” (1984), una reinterpretación de la historia de la virgen María, reconvertida en una estudiante universitaria, que le llevó a ser condenada por la Iglesia Católica, algo que se supo aprovechar para su campaña publicitaria. 

A finales de la década de los 80 comenzó a gestar una serie documental para la francesa Canal+ en donde ofreció su particular visión sobre el mundo del cine y que era cualquier cosa menos convencional. La serie “Historie(s) du cinéma” se estrenó en 1999. 

Alternó los documentales con obras en las que quería seguir innovando el lenguaje cinematográfico. “Elogio del amor” (2001) participó en el Festival de Cannes y se llevó el premio especial del Jurado de la vallisoletana Seminci del mismo año. “Nuestra música” (2004) se llevó el gran premio de la FIPRESCI y una década después se pasó al 3D con “Adiós al lenguaje” (2004). En ese momento Jean-Luc Godard ya consideraba que el cine estaba acabado y que el concepto “autor” se emplea para cualquier cosa. 

En el año 2010 la Academia de Hollywood le concedió el Oscar honorífico por su pasión, su confrontación y por ser el padre del cine moderno. El cineasta se negó a recogerlo, ni siquiera atendió a los mensajes de la institución, y le pareció muy mal que los galardones honoríficos se hubieran sacado ya de la gala de los Oscar. Fue honrado en dos ocasiones por la Academia de cine francés, en los años 1987 y 1998, nunca ganó en competición, y por la Academia de cine europeo en 2007. Le sobrevive su mujer Anne-Marie Miéville, colaboradora estrecha desde finales de la década de los 70, anteriormente estuvo casado con las actrices Anna Karina y Anne Wiazemsky. 

Mary Carmen Rodríguez