In Memoriam: Blake Edwards, no sólo entre diamantes y panteras rosas
Querido diario:
Blake Edwards ha muerto a los 88 años siendo un icono de la comedia elegante de mediados de siglo. Una transición entre la comedia clásica y la moderna. Pero su figura no sólo se rodea de desayunos en Tiffanys y gags con el inspector Clouseau de protagonista. Desde siempre, lo que llenaba a Blake Edwards era escribir. Sus inicios como guionista fueron casi producto del azar. Una de sus novias de juventud le mostró un guión que estaba escribiendo para un programa de radio y, cuando quiso darse cuenta, Edwards lo había rehecho por completo. El jefe de la muchacha quedó tan impresionado con el trabajo de Edwards que se convirtió en su agente y le consiguió trabajo para escribir con regularidad para la radio. Como guionista, Edwards pasó de la radio a la televisión, que le sirvió de plataforma para alcanzar su meta, al cine. Antes de escribir guiones para cine, mientras escribía para radio y televisión empezó su acercamiento al cine de la forma que le era más fácil: como extra. En 1942, dio sus primeros pasos en el cine como actor, en la excelente película “Diez héroes de West Point”. Un drama bélico, dirigido por Henry Hathaway, en el que el argumento se traza en torno a un grupo de estudiantes de la academia militar West Point que han de acudir a sofocar una rebelión india. Además, en la trama se incluye un conflicto amoroso típico: dos hombres (John Sutton y Laird Cregar) enamorados de una misma mujer (la pelirroja Maureen O´Hara). La participación de Edwards en el film es bastante irrelevante, interpretaba un pequeño papel secundario y ni siquiera aparece mencionado en los créditos.
Su primer guión para el cine fue el del western de 1948 dirigido por Lesley Selander: “Imperio del crimen”. El guión no lo escribió en solitario, sino que fue coguionista junto con John Champion. Además de colaborar en el guión, ambos fueron productores de la película. Su primera película como director fue “Venga tu sonrisa” de 1955. Es la primera película del equipo formado por Blake Edwards con Richard Quine. Ambos empezaron a colaborar en los inicios de sus respectivas carreras, cuando aún eran los dos novatos, actores que aspiraban a algo más. Entre 1952 y 1958 firmaron conjuntamente siete guiones para la Columbia Pictures. Cinco de las películas, las dirigiría Quine; las otras dos, Edwards. El último guión que escribieron conjuntamente ya no fue afrontado por la Columbia que cuatro años después cedió los derechos a la Universal Studios. Finalmente, en 1962, Quine dirigió “La misteriosa dama de negro”.
Su carrera abarca 50 años. Aunque, etiquetado para la historia como director de comedias, Edwards se ha paseado por todos los géneros y algunos de sus melodramas se han convertido en verdaderos clásicos. Como director de cine, su última película fue un indigno final: “El hijo de la pantera rosa” de 1993, con Roberto Benigni. En televisión fue una nueva adaptación para la televisión de “Victor Victoria” (1982) rodada en 1995. Después, dejó de dirigir aquejado de fatiga crónica; no obstante, sigue trabajando como guionista a pesar de su avanzada edad. Edwards ha pasado a la historia del séptimo arte por: "Desayuno con diamantes" (1961) o la mejor interpretación de Audrey Hepburn que el público recuerda, sobre la novela de Truman Capote; “Días de vino y rosas” (1963), o la comedia amarga más brillante y aclamada jamás rodada sobre el mundo del alcoholismo, con magistrales interpretaciones de Jack Lemmon, Lee Remick y Charles Bickford; y en menor medida tres taquillazos con cuatro comedias de calidad como la encantadora “Operación Pacífico” (1959), con Cary Grant y Tony Curtis en una de las mejores comedias de submarinos nunca estrenadas; "El guateque" (1968), compenetrándose a la perfección con un hierático Peter Sellers que se bebía hasta el agua de los floreros y logrando una comedia absurda y genial que roza la perfección y renueva profunda y definitivamente el género regalando a Sellers un caramelo de papel como el intérprete indio Hrundi V.Bakshi, un secundario dispuesto a destruir él solito un rodaje; la sensacional “Victor Victoria”, remedando el famoso film alemán de 1930 (de Reinhold Schunzel); y la inevitable “La pantera rosa” (1963) y todas sus secuelas. También destaca en su carrera el magnífico film noir "Chantaje contra una mujer", la simpática “La carrera del siglo” o la ochentera "10, la mujer perfecta". Como productor en cine, su últimas películas fueron “La maldición de la pantera rosa” y “Mis problemas con las mujeres” de 1983. En televisión, posteriormente, aún trabajo como productor ejecutivo en tres series. La última fue “Julie” cuya protagonista era su mujer, Julie Andrews, con la que se casó en segundas nupcias en 1969 (tras su matrimonio con Patricia Walker), y con la que trabajó en siete títulos. Los más destacados fueron "Darging Lili", "1o, la mujer perfecta", "¿Victor o Victoria?" y la satírica "S.O.B" criticando el mundo televisivo.
El éxito comercial (recaudación) de “La pantera rosa” fue de tal magnitud que marcó la carrera del director. Al año siguiente se rodó una secuela. Después, Edwards fue grabando una nueva secuela cada vez que tenía falta de liquidez. En total fueron ocho películas de "La pantera rosa". Ninguna comparable a las protagonizadas por Sellers. Precisamente eso deterioró la relación entre él y Sellers, con el que mantenía una amistad con altibajos. Sellers le consideraba un director torpe y sin talento. Edwards soportaba sus rarezas y manías porque sabía que cuando ponía un personaje al servicio de Sellers podían salir momentos para el recuerdo.
Como director siempre se ha destacado que, por su experiencia previa como actor, dejaba mucho margen de acción a los actores. De hecho, esperaba a ubicar definitivamente las cámaras hasta después de los ensayos en el set de rodaje. Además, es fundamental la colaboración entre Blake Edwards y el compositor Henry Mancini, de cuyos frutos han salido muchas de las mejores bandas sonoras de la historia, siendo sólo un ejemplo, la célebre canción Moon River de “Desayuno con diamantes”. Fue en “El temible Mr. Cory” donde coincidieron por primera vez. También fue importante en la carrera de Blake Edwards, el apoyo del productor Tony Adams, al que encontramos detrás de la financiación de muchas de sus películas. En 2004 la Academia le otorgó un Oscar honorífico después de sólo haber conseguido una nominación al guión adaptado de "¿Victor o Victoria?" en 1983. Su sentido del humor hizo que recibiera la estatuilla a través de un gag en el que él desfilaba por el escenario a toda velocidad con una silla de ruedas.