In Memoriam: Anouk Aimée, rostro de la sofisticación

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Querido primo Teo:

A la edad de 92 años ha fallecido la actriz francesa Anouk Aimée cuya belleza sin grandes alardes le convirtió en un símbolo de la sofisticación del cine europeo. Su elegancia le llevó a la consagración internacional con “La dolce vita” (1960) de Federico Fellini pero Aimée fue mucho más que una estimulante presencia. Logró la candidatura al Oscar por “Un hombre y una mujer” (1966) de Claude Lelouch, uno de los dramas románticos que revolucionaron el mundo del cine en la década de los 60. Su papel de viuda que vuelve a encontrar el amor le consagró como una de las actrices más fascinantes, elegantes y enigmáticas de su generación rodando con otros nombres de la categoría de André Cayatte, Jacques Becker, Jacques Demy, George Cukor, Sidney Lumet, Marco Bellocchio, Bernardo Bertolucci o Jerzy Skolimowski.

Nacida como Nicole Françoise Florence Dreyfus el 27 de abril de 1932 en París, Anouk Aimée (que adoptó el nombre del personaje de su primer papel y el apellido de la expresión "amada" que le brindó el poeta Jacques Prévert cuando le sugirió que también necesitaba un apellido artístico) dejó una marca indeleble en el cine mundial con su inigualable talento, belleza y elegancia. Fue criada en una familia de artistas, su madre, la actriz Geneviève Sorya, influyó decisivamente en su inclinación por la actuación.

Debutó en el cine a los 14 años con la película "La maison sous la mer" (1947). Sin embargo, fue en los años 50 cuando comenzó a consolidarse en la industria cinematográfica, con trabajos como “Los amantes de Montparnasse” (1958) de Jacques Becker, destacándose por su singular belleza y presencia escénica.

La década de los 60 marcó un punto de inflexión en su carrera. Su participación en "La dolce vita" (1960) de Federico Fellini la catapultó a la fama internacional. En esta obra maestra del cine, Anouk interpretó a una mujer sofisticada y enigmática, características que se convertirían en su sello distintivo como un nombre que se alejó de todo cliché haciendo primar la elegancia personal.

Lo mismo sucedió con “Lola” (1961) de Jacques Demy, un título concebido como homenaje a la figura del director Max Ophüls, un revolucionario musical centrado en la relación entre un joven desorientado y una cabaretera que está enganchada de un tipo que la chulea. Aimée consiguió la primera de sus dos candidaturas al Bafta como actriz extranjera.

Pero fue su actuación en "Un hombre y una mujer" (1966), dirigida por Claude Lelouch, la que la consagró definitivamente como una de las grandes actrices de su época. La química palpable con su coprotagonista, Jean-Louis Trintignant, y su interpretación sincera y conmovedora le valió la candidatura al Oscar a la mejor actriz, también le hizo ganar el Globo de Oro y el Bafta. La cinta se llevó el Oscar a la mejor película en lengua no inglesa y guión original y previamente había ganado la Palma de Oro en el Festival de Cannes confirmándose como todo un fenómeno.

La obra de Claude Lelouch supuso una de las cumbres del cine europeo de mediados de la década de los 60, cuando era el espejo en el que se miraba el nuevo Hollywood rompiendo todo puritanismo o arquetipo. Una propuesta sencilla, rodada en blanco y negro, con una banda sonora profundamente melancólica y en la que lo realmente importante es la conexión entre dos personas devastadas por la perdida. Aún hoy es el clásico en el que muchos dramas románticos se fijan entre íntimas confidencias, paseos en la playa y fotografía color sepia.

El éxito de “Un hombre y una mujer” (1966), con la mencionada nominación al Oscar, y sus colaboraciones con Fellini, además de en "La dolce vita" (1960) también participó en “Fellini, ocho y medio” (1963), le brindó la posibilidad de dar el salto a los Estados Unidos. Allí se puso a las órdenes de Sidney Lumet en “Una cita” (1969) y George Cukor en “Justine” (1969).

En la cúspide de su éxito contrajo matrimonio con el actor Albert Finney, que fue el cuarto de sus maridos, y se retiró temporalmente de la actuación, rechazando “El conformista” (1970) de Bernardo Bertolucci. Otro de los papeles a los que dijo no, y se arrepintió durante bastante tiempo, fue el que hizo Faye Dunaway en “El caso Thomas Crown” (1968).

Anouk Aimée regresó por la puerta grande al cine de la mano de Marco Bellocchio con “Salto al vacío” (1980) por la que tanto ella como Michel Piccoli se hicieron con los premios interpretativos del Festival de Cannes.

Desde ese momento su presencia quedó como un símbolo de prestigio tanto en el cine francés como en el internacional. Trabajó con Robert Altman en “Pret-a-porter” (1994) o Marc Foster en “Más extraño que la ficción” (2006), aunque siempre quedó anclada al cine de Claude Lelouch (rodando en total 8 películas) y especialmente a “Un hombre y una mujer” y sus continuaciones estrenadas en 1986 y 2019.

Esta última, "Los años más bellos de una vida", la cual fue presentada fuera de concurso en el Festival de Cannes, fue la mejor despedida y homenaje posible para una pareja inolvidable que cerraban todo un círculo vital y profesional a ritmo de "dabadaba".

Fue candidata al César solamente en una ocasión por su trabajo en “Mon premier amour” (1978) y la Academia del cine francés enmendó el error concediéndole el premio honorífico en su edición de 2002. Un año después recibiría el Oso de Oro honorífico del Festival de Berlín. A Anouk Aimèe le sobrevive su única hija, Manuela Papatakis, nacida de su primer matrimonio con el director Nikos Papatakis.  

Mary Carmen Rodríguez 

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