Hollywood canalla: La redención de Val Kilmer
Querido primo Teo:
Quién nos iba a decir que “Top Gun: Maverick” se iba a convertir en el gran acontecimiento cinematográfico de este 2022 y es realmente curioso porque se trata de una secuela más que tardía del clásico ochentero que convirtió a Tom Cruise en una superestrella y segundo porque es una película que se rodó hace cuatro años, antes de que el mundo quedara paralizado por una pandemia y de que la exhibición cinematográfica se adaptara a un modelo híbrido. “Top Gun: Maverick” es un evento en torno a la explotación de la nostalgia, nada nuevo en una industria audiovisual que se ha abonado a exprimir los productos que le han funcionado, que destaca por su componente sentimental especialmente con Val Kilmer. Su participación en el film es sobrecogedora, no solamente porque vemos a alguien que ha sido devorado por una enfermedad y que de alguna manera se está despidiendo sino porque con esa secuencia, cargada de emotividad y el hecho de que sea el primero en aparecer en los créditos finales, Hollywood está reconociendo la contribución de alguien cuyo talento no supo apreciar.
“Batman forever” (1995) de Joel Schumacher se convierte en la película que dominó la taquilla en los Estados Unidos y Val Kilmer en lugar de ser el nuevo "golden boy" de la siempre pacífica comunidad de Tinseltown pasó a ser un enemigo a batir, un tipo conflictivo que generaba problemas en el set y que llevaba por el camino de la amargura a compañeros y directores. ¿El motivo? Decirle no a “Batman y Robin” (1997).
Tras prácticamente dos décadas de carrera había cosechado un enorme éxito, ese que le permitiría acceder a proyectos más comprometidos con el arte interpretativo y enfundarse el traje de Batman no era lo que estaba buscando ni lo que le llevó a querer ser actor cuando era un niño. Val Kilmer detestaba el tipo de actor en el que se había convertido y Hollywood le odiaba porque no era un funcionario dócil.
Cuando Val Kilmer rodó “La isla del doctor Moreau” (1996) con un decrépito Marlon Brando, cuando a él le daba por dejarse ver en el set, se topó con el actor que con “Un tranvía llamado Deseo” (1951) no solamente puso patas arriba el mundo de Hollywood sino que marcó la pauta a seguir a nivel interpretativo al convertirse en el principal referente del método desarrollado por Lee Strasberg en el Actor’s Studio y, 70 años después, seguimos padeciendo a los imitadores de Brando.
Val Kilmer fue uno de los niños que soñaron con ser actores teniendo muy presentes a Marlon Brando y con ambiciones de llegar tan lejos como él. Tenía tan solo 15 años cuando fue admitido por la prestigiosa Juilliard School, convirtiéndose en la persona más joven en lograr tal proeza, y tras graduarse trabajó en algunas obras del Off-Broadway.
Val Kilmer quería enfocarse en el teatro, fue precisamente eso lo que le hizo estar fuera de “Rebeldes” (1983) de Francis Ford Coppola. Estaba especialmente obsesionado con interpretar "Hamlet” sobre los escenarios de Broadway, se veía a sí mismo con menos de 30 años y dando vida al torturado príncipe de Dinamarca. Se preparó a conciencia, dedicó años de su vida a ello con un formador y terminó protagonizando la obra en un festival organizado por una Universidad de Colorado en el año 1988. Esa oportunidad no se le presentó en Broadway probablemente porque la élite cultural miraría por encima del hombro al guaperas de “Top secret!” (1984) o al rival de Tom Cruise en “Top Gun” (1986).
Fue suplente en la obra “The slab boys”, que protagonizaban unos jóvenes que también querían abrirse camino en el mundo de la interpretación y que se llamaban Kevin Bacon y Sean Penn. Mientras le llegaba una gran oportunidad Kilmer se curtió haciendo anuncios y participando en algunos programas educativos de televisión. Le ofrecieron el papel protagonista de la comedia parodia del cine de espionaje “Top secret!” (1984). Hoy la consideramos un clásico del género de las "spoof movies" pero a Kilmer le avergonzó profundamente mientras la rodaba en Londres.
Su salto a la fama le llegó cuando interpretó a Tom “Iceman” Kazansky en “Top Gun” (1986) de Tony Scott. Kilmer, que se considera un pacifista, odiaba la película y a su personaje y trató de darle profundidad para entender a un niñato obsesionado con ser el mejor dentro su promoción de alumnos de la elitista escuela de aviadores de la Marina de los Estados Unidos.
El éxito de “Top Gun” (1986) le brindó la posibilidad de acceder a protagonizar “Willow” (1988) de Ron Howard. Lo mejor que le sucedió en el rodaje fue encontrarse con la actriz británica Joanne Whalley. Aunque Val Kilmer siempre fue visto en Hollywood como un conquistador, en su lista de amantes se encuentran Cher, Cindy Crawford y Angelina Jolie, la mujer que ha marcado su vida ha sido Joanne Whalley. Cuando estaba en Londres rodando “Top secret!” (1984) fue a ver una obra de teatro dirigida por Danny Boyle y se quedó absolutamente flasheado con Joanne que trabajaba en ella.
Fue varias veces a verla e incluso llegó a acercarse a la actriz pero le daba tanta vergüenza decirle que estaba trabajando en una película de mierda que no se presentó. Ese amor fue correspondido por ella durante el rodaje de “Willow” (1988) y se casaron ese mismo año. De esa unión nacieron sus hijos, Mercedes y Jack, y aunque se divorciaron en 1996 no han dejado de estar unidos, de hecho en estos años en los que Kilmer ha estado luchando contra un cáncer de garganta Joanne ha sido uno de sus principales apoyos.
Val Kilmer temía quedarse encasillado en un determinado tipo de películas muy comerciales y con poco poso artístico. Rechazó participar en “Terciopelo azul” (1986) de David Lynch porque prefirió vivir como un mochilero en Europa durante unos meses, cosas de pijos. Sabía que Martin Scorsese estaba buscando protagonista para “Uno de los nuestros” (1990) y se preparó a fondo para conseguir el personaje que fue para Ray Liotta. Pero el gran papel de la carrera de Kilmer estaba a la vuelta de la esquina, el de Jim Morrison en el biopic que estaba preparando Oliver Stone.
Para ello se empapó de todos los materiales de archivo sobre el líder de The Doors, aprendió a cantar y vivió como él hasta convencer a Oliver Stone y a los productores de que él era el más adecuado para interpretar a Jim Morrison. Aunque “The Doors” (1991) no fuera un éxito comercial, generó pérdidas y las críticas no fueron especialmente buenas, sí que hubo acuerdo a la hora de calificar el trabajo de Kilmer de mutación, porque no se sabía dónde terminaba el actor y comenzaba el personaje.
Interpretó a Elvis Presley en “Amor a quemarropa” (1993) y le llegó otra oportunidad para asumir un desafío interpretativo al encarnar a Doc Holliday en la película que recrea el duelo de O.K. Corral “Tombstone: La leyenda de Wyatt Earp” (1993). Doc Holliday era un dentista y pistolero, enganchado al juego y enfermo de tuberculosis. Se empapó del espíritu de Arizona, aprendió a hablar como un aristócrata sureño y para la escena de la muerte de su personaje hizo que le pusieran una cama de hielo porque quería sentirse así de mal y el experimento dio un excelente resultado.
“Tombstone: La leyenda de Wyatt Earp” (1993) tuvo muchos problemas durante su rodaje y fue su protagonista Kurt Russell el encargado de dirigir en la sombra la película, funcionó moderadamente bien en la taquilla y sus críticas fueron bastante buenas, especialmente para destacar el trabajo de Val Kilmer que nunca estuvo tan cerca del radar de los Oscar aunque finalmente no llegó a nada.
A lo que sí le llevó fue a que Joel Schumacher se quedara impresionado por su trabajo y que le ofreciera interpretar a Batman en “Batman forever” (1995). Kilmer aceptó inmediatamente pero no tardó en darse cuenta de que se había equivocado al hacerlo porque el rodaje fue para él un auténtico infierno y se lo demostró a Schumacher que le tildó de niñato insoportable. Aunque Bob Kane, el creador de Batman, fue uno de los pocos que elogiaron el trabajo de Kilmer, lo cierto es que las críticas no fueron especialmente buenas y Val Kilmer sintió que Batman había sido desplazado por los villanos de la película, interpretados por Tommy Lee Jones y Jim Carrey, y que como actor estaba en tierra de nadie.
Cuando rechazó continuar con “Batman y Robin” (1997) el nuevo pasatiempo de la siempre pacífica comunidad de Tinseltown fue alimentar la narrativa de Val Kilmer como un tipo conflictivo en el set, también es verdad que se había ganado a pulso esa fama. A partir del éxito de “Batman forever” (1995) la pregunta que se repetía en las entrevistas a quienes habían trabajado con Val Kilmer era si era difícil. Algunos no tuvieron buenas palabras para él, como Michael Mann que le dirigió en “Heat” (1995), mientras que Mira Sorvino, compañera de reparto en “A primera vista” (1999), le defendió y afirmó que ese tipo de habladurías arruinan carreras, precisamente lo que estaba deseando la industria que ocurriera.
“El Santo” (1997), la adaptación cinematográfica de la serie protagonizada por Roger Moore, tuvo críticas espantosas pero fue un éxito de taquilla, pero “Los demonios de la noche” (1996) no lo fue y “La isla del doctor Moreau” (1996) fue un absoluto desastre y la prensa no dejó de hablar de los problemas generados en el set, especialmente por Val Kilmer, y eso que en la película trabajaba Marlon Brando, el tipo más conflictivo de la historia de Hollywood, y que rodaba cuando le daba la gana.
Jeffrey Katzenberg, productor de la película de animación “El príncipe de Egipto” (1998), fue una de las pocas voces que defendieron a Kilmer en el momento más complicado de su carrera, pero Hollywood ya no estaba muy dispuesto a concederle más oportunidades a uno de sus chicos malos oficiales y cuando “Planeta rojo” (2000) se convirtió en uno los descalabros de su año Val Kilmer bajó a la segunda división.
Dejó de tener la consideración de estrella y de alguna manera pasó a ser visto como un actor de carácter que daba cierto empaque a las películas. Él en realidad detestaba ser una estrella, se veía a sí mismo como alguien que estaba por encima de todo eso. Consiguió muy buenas críticas por interpretar a la estrella en decadencia del porno John Holmes en “Wonderland (Sueños rotos)” (2003) y fue uno de los protagonistas de la hoy comedia de culto “Kiss kiss, bang bang” (2005) de Shane Black. Volvió a trabajar con Oliver Stone en “Alejandro Magno” (2004) y Tony Scott en “Déjà vu” (2006) pero también hizo muchísima morralla.
Val Kilmer estaba asfixiado por los problemas económicos provocados por su padre, un promotor inmobiliario venido a menos que puso todos sus bienes a nombre de su hijo para evitar a los acreedores, Val prefirió asumir las deudas de su padre antes de denunciarle. Por eso no fue extraño que viéramos a Val Kilmer protagonizando la española “Moscow zero” (2006) aunque probablemente no cobrara mucho por ella, al igual que tampoco lo hizo por muchas de las películas que acababan siendo estreno directo en vídeo.
Además de pagar las deudas contraídas por su padre Val Kilmer tenía la obsesión de narrar la historia del escritor Mark Twain. Escribió el monólogo “Citizen Twain” que representó desde el año 2012 sobre los escenarios, marcándose como objetivo recaudar el suficiente dinero para poder dirigir y protagonizar una película sobre uno de los mayores escritores de la Historia de los Estados Unidos.
En el año 2015 Val Kilmer se estaba recorriendo los Estados Unidos para interpretar su monólogo, al mismo tiempo seguía trabajando en el cine, con directores como Terrence Malick en “Song to song” (2017). El actor estaba forzando demasiado la máquina y su garganta comenzó a fallar y a sangrar. Se le había formado un tumor. Fue sometido a varias operaciones y a un largo proceso de quimioterapia. Se le realizaron dos traqueotomías, perdió la capacidad para hablar y se alimenta a través de una sonda. Pese a la enfermedad y a su incapacidad ha seguido trabajando, le vimos en “El muñeco de nieve” (2017) y ha sido un reclamo para los aficionados en diferentes convenciones y proyecciones.
En el Festival de Cannes de 2021 se presentó fuera de concurso “Val” en donde Val Kilmer narra su propia historia a través de las imágenes que ha ido grabando desde que era un niño y usando la voz de su hijo Jack. En “Val” entendemos a un hombre profundamente marcado por la repentina muerte de su hermano, por los problemas económicos de un padre con ambiciones de ser un gran terrateniente y porque soñaba con ser tan importante como Marlon Brando, ser cabeza de cartel en Broadway y ser uno de los actores más prestigiosos de Hollywood y no lo fue.
Porque Hollywood no lo supo ver o porque él tenía un concepto demasiado alto de sí mismo que también puede ser. “Val” ha sido la redención que Val Kilmer necesitaba hacer, con su vida, con la que ha sido su carrera y también con quienes han sido sus espectadores, y “Top Gun: Maverick” lo más parecido a una petición de perdón que ha hecho Hollywood.
Mary Carmen Rodríguez