"Gravedad cero"
«Si resulta que Dios existe… lo peor que puede decirse de él es que su rendimiento deja mucho que desear», es una frase de esos que cualquier cinéfilo o amante del humor, adjudicaría de inmediato a Groucho Marx o a Woody Allen. Tal para cual, aunque en este caso es la primera cita que menciona el prologuista del nuevo libro de Woody, sacada de "La última noche de Boris Grushenko" (1975). Su autobiografía me pareció muy interesante y sincera, desde luego muy divertida, aunque me sentí defraudado cuando Woody, tras probar por primera vez la tortilla de patatas española en San Sebastián, la calificó de "ladrillo". Sólo Billy Wilder es perfecto, o yo debería de haber probado aquella tortilla antes de juzgar, porque la tortilla-ladrillo existe.
Título: "Gravedad cero"
Autor: Woody Allen
Editorial: Planeta
Woody Allen ha hecho 54 películas en menos de 50 años, un ritmo y cantidad imposible para cualquier director de cine y sólo comparable al de los gobiernos en Italia, pero hacía 15 años que no publicaba relatos, recopilados algunos, y es un ejemplo de que la edad parece respetar el cerebro de los que son capaces de reírse de sí mismos.
Allen cae en picado sobre la enorme cantidad de postureos y estupideces practicadas por humanos en situaciones y actividades muy diversas. Los precios de los pisos de los ricos de Nueva York, los exploradores británicos, la ecología gastronómica, el marketing de la salud, los automóviles inteligentes y, por supuesto, el cine en todas sus variantes internas y externas...
Warren Beatty, en cuyas yemas de los dedos Allen ha dicho que le gustaría reencarnarse, todavía se debe de estar riendo del homenaje que le dedica Allen: "Supongo que es bastante probable que algunos dioses con forma humana se hayan dejado ver por esta canica azul de tanto en tanto, pero dudo mucho que alguno se haya paseado por Rodeo Drive a bordo de un T-Bird con el aplomo y la presencia de Warren Beatty. Al leer Star, la nueva biografía de Peter Biskind, uno no puede menos que asombrarse ante los abrumadores éxitos del actor. Pensemos en las películas, las recaudaciones, las críticas, los Oscar, las incesantes nominaciones obtenidas por este multitalentoso hombre orquesta, lector voraz y genio del marketing, que es diestro con un Steinway, espabilado en política y un Adonis a tiempo completo que acumula variopintos elogios de parte de personas que no sólo están convencidas de la importancia de su paso por la gran pantalla, sino que creen que debería ocupar la Casa Blanca. Todavía más espectaculares que un currículum en Hollywood que humillaría a Orson Welles son las legendarias proezas sobre los colchones de la estrella en cuestión".
"En el libro se desgranan innumerables romances, con mujeres de todos los tamaños, aspectos y edades, desde actrices a modelos, desde chicas del guardarropa hasta primeras damas. Al parecer féminas de interminables variantes de belleza salivaban por saltar al lecho con este virtuoso de los percales. «¿Cuántas mujeres hubo?», pregunta el autor. «Sería más fácil contar las estrellas del cielo […] Beatty decía que no podía dormirse sin haber tenido sexo. Era parte de su rutina, como pasarse el hilo dental […] Teniendo en cuenta los períodos en los que estuvo con la misma mujer, podríamos llegar a una cifra aproximada de 12.775 mujeres, más o menos.» Como un humilde suplicante que todavía no ha logrado alcanzar un número de dos cifras en lo que respecta a llevar a la cama a ejemplares del género suculento y para cuyas conquistas tuvo que recurrir a un disco de hipnotizar, no pude evitar imaginar el siguiente relato de una chica derritiéndose irresistiblemente y entrando de ese modo en el libro Guinness de los récords. Pero oigámoslo en sus propias palabras...".
Yo tardaré algún tiempo en deshacer la imagen de Golda Meir sobre una alfombra de piel de oso.
Humor inteligente, disparatado, neoyorkino, ocurrente y tan personal como su cine, con la ventaja de que no tienen que gustarte sus películas para disfrutarlo.
Carlos López-Tapia