“Golpe de suerte”

“Golpe de suerte”

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El argumento: Fanny y Jean parecen el matrimonio ideal: ambos tienen éxito profesional, viven en un magnífico apartamento en un exclusivo barrio de París y parecen estar tan enamorados como el primer día. Pero cuando Fanny se topa accidentalmente con Alain, un ex compañero de instituto, se queda sorprendida. Pronto se vuelven a ver y se acercan cada vez más...

Conviene ver: A sus 87 años el director Woody Allen ha estrenado “Golpe de suerte”, que puede ser el cierre de su filmografía teniendo en cuenta su avanzada edad y que cada vez tiene más complicaciones para obtener financiación. Ambientada en París y rodada en francés, aprovechándose de que el mercado galo le sigue acogiendo con respeto pese a que su presencia fuera rechazada por la última edición del Festival de Cannes, la película nos presenta a Fanny, una joven casada con un hombre que es algo mayor que ella, bastante influyente y celoso, que se encuentra ya en la primera escena con Alain, un aspirante a novelista y antiguo compañero de estudios con dificultades económicas que le termina confesando que siempre ha estado enamorado de ella. Ese sentimiento resulta ser mutuo, lo que despierta las sospechas del marido de Fanny que, más allá de su fachada de éxito y clase, tiene tras de sí un pasado oculto y qu terminará desencadenando la tragedia. Allen vuelve a hablar de la fatalidad y de como somos víctimas del azar del destino, del mismo modo que lo hizo en “Match Point” (2005), la que probablemente sea una de sus obras más redondas de su última etapa, pero con menos acierto y rotundidad a pesar de que el conjunto está resuelto de manera efectiva con dignidad, encanto y la suficiente intriga para mantener el interés hasta el final. En “Golpe de suerte” prescinde de la fuerte carga erótica de la anterior pero sí que hace hincapié en reflejar la desigualdad de los mundos en los que habitan la pareja protagonista de amantes y es ahí en donde contemplamos al Woody Allen más juguetón al exhibir la ridiculez de la clase alta nadando en la superficialidad, el postureo, la frivolidad y los chismorreos pero siempre anteponiendo la apariencia. No hay equilibrio entre la relación adúltera y la intriga criminal a pesar de que el giro final de su guión resulte sorprendente y, a través de un detalle tan simple como efectivo, asistamos a como la protagonista descubre de manera fehaciente lo que ya se ha revelado al espectador previamente. Aunque Lou de Laâge, Niels Schneider y Melvil Poupaud cumplan, si bien el personaje de este último resulte realmente odioso aunque con una pose ejemplar muy propia del villano popularizado por Hitchcock con muertos en el armario y con cierto trauma del pasado representado la obsesión calculadora que desprende su pasión por los trenes electrónicos, lo mejor lo encontramos en los secundarios, especialmente en una Valérie Lemercier plenamente consciente de ello en cada una de sus intervenciones y que encaja como un guante en esa galería de secundarias del cine del director haciéndose con el último acto de la película como una madre a la que no empiezan a encajar determinadas cosas y que no dudará en ponerse en modo investigadora tal y como ocurría con Woody Allen y Diane Keaton en la gozosa "Maravilloso asesinato en Manhattan" (1993) hasta que empieza a ser un impedimento para su controlador yerno. Maravilloso el trabajo de Vittorio Storaro (en su quinta colaboración consecutiva con el director) retratando el otoño parisino en todo su esplendor, especialmente en esos parques en los que los amantes quedan a comer o en esa buhardilla tan bohemia testigo de una pasión al margen de lo establecido, un "status quo" que quiere mantener el marido protagonista con el fin de preservar su estatus y su narrativa de éxito en una sociedad llena de cinismo que es capaz de todo con tal de coartar la verdadera libertad del individuo justificando incluso el asesinato (tan físico como metafórico) en una sociedad que ha traspasado peligrosos límites a la hora de cancelar a determinadas personas o discursos. En “Golpe de suerte” Woody Allen ha ido a lo seguro y aunque la jugada le ha salido bien, nos deja la sensación de que en el pasado lo hubiera hecho con mayor maestría aunque, como bien se dice al final de la película, al igual que con los golpes de la suerte es mejor no darle muchas vueltas.

Conviene saber: Fuera de concurso en el Festival de Venecia 2023.

La crítica le da un SEIS

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