FANT Film Fest 2022: Jornadas 3 y 4
Querido Teo:
Seguimos cubriendo el FANT Film Fest 2022 con buena muestra del cine de género fantástico de la temporada que tiene lugar en la ciudad de Bilbao.
"Freaks out" (Gabriele Mainetti)
"Roma, 1943. Fulvio está cubierto de pelo de la cabeza a los pies; Matilde es tan eléctrica que enciende las bombillas metiéndoselas en la boca; Mario sufre de enanismo; Cencio escupe luciérnagas y cambia la forma de los insectos. E Israel es el dueño y director del circo que los acoge a todos, como una familia sui generis. Pero una explosión les roba su hogar-refugio y los arroja en medio de la Segunda Guerra Mundial, siendo criaturas extraordinarias enfrentadas al horror."
Desde el primer momento se nota en la película de producción italiana, selección oficial en Venecia 2021 y Sitges 2021, el abundante presupuesto con el que cuenta, un dinero con el que se intenta dar una escala enorme a una historia de cuatro inadaptados contra nazis que desemboca en un popurrí de acción y efectos visuales conforme avanza la película.
El problema con esto es que la escala pretendida no va acorde a la forma del film, y es que la forma se come al fondo ya desde el momento en el que se estira de tal forma que se va hasta las 2h y 20 minutos. Un resultado en veces confuso (esos sueños/viajes en el tiempo, montajes no lineales para avanzar la trama de los personajes, etc...) a la par que previsible que termina por hartar e incluso aburrir. Es desordenada en cuanto a su estructura y ruidosa en cuanto a sus formas, que tampoco tiene demasiadas ideas a nivel visual más allá de lucir preciosista o cara por momentos.
Aún así, creo que es una película que funciona bien de cara al público menos exigente, ya que se apoya en el cariño y empatía de los personajes y resulta como vivir "las locas aventuras de cuatro inadaptados en la II Guerra Mundial", un resultado superficial pero que si entretiene puede hacerse ameno. En cuanto mires más allá, la película no tiene ni arcos argumentales, ni morales, ni lecturas que ofrecer; una superficialidad que es una pena debido a la escala a la que podía haber pretendido, una conjunción entre forma y fondo que podría haberse convertido en un fenómeno pero que en cambio es una más entre la marabunta de contenido.
"Más allá de los dos minutos infinitos" (Junta Yamaguchi)
"Regresando a su apartamento tras terminar la jornada, Kato, propietario del Café Phalam, se ve a sí mismo hablándose desde la pantalla de su ordenador: "Soy el yo del futuro. Dos minutos en el futuro". La pantalla de su casa y la del ordenador del café están conectadas de alguna manera. Kato vuelve a su establecimiento y, junto a clientes habituales, empieza a explorar este fenómeno."
Dos televisiones enfrentadas entre sí, una desde el pasado, otra desde el futuro. 5 personajes. Un único plano secuencia. Rodado con un móvil y un estabilizador. Y todas las ideas del mundo.
Estos son los ínfimos pero más que suficientes elementos para construir una película que no para de ser imaginativa, divertida, emocionante y sorprendente.
A partir de un look visual muy justo pero nunca intentando pretender ser nada de lo que no es, ni abarcar donde no debe, continuamente se centra en los conflictos creados a partir de esa original y excitante premisa a la que va quitando y añadiendo y revolviendo de la forma que haga falta (o no) capas con las que te va volando la cabeza y no paras de asombrarte.
Heredera absoluta, sobre todo en cuanto a las formas y que comparten nacionalidad, de "One cut of the dead" (Shinichirô Ueda, 2017), pero también recuerda a propuestas imaginativas y también "baratas" como "Primer" (Shane Carruth, 2004) o "Coherence" (James Ward Byrkit, 2013). Una demostración de que se sigue pudiendo hacer grandes películas con un equipo pequeño e ideas realmente imaginativas.
Creo sinceramente que si más público la descubre puede convertirse en un clásico de culto, debido al tremendo divertimento agradable de cara al público que es, ya que esconde no sólo atrevimiento e inteligencia si no cariño a partes iguales. Un cariño que hace inevitable apreciar este tipo de propuestas frescas e ideales para tiempos complicados y películas sobreextendidas.
"Midnight" (Kwon Oh-seung)
"Kyung Mi quien tiene problemas de audición trabaja como consultora de lenguaje de señas en un centro de llamadas. Una noche en Seúl se encuentra con el asesino en serie Do Sik y comienza una persecución aterradora."
La ópera prima del director surcoreano Kwon Oh-seung es un todoterreno de emociones, un absoluto no parar en una persecución por las calles de Seúl incansable, demostrando una vez más que el thriller surcoreano sigue estando a otro nivel.
La película no tiende a correr, se toma su tiempo presentando a los personajes ya que es fundamental de cara a empatizar con ellos en esa noche incesante, pero una vez que coge la marcha no hay vuelta atrás. Un film impredecible que propulsa una intensidad y una prolongación de las acciones de forma que como espectador acabas hastiado, pero como los protagonistas y en el buen sentido de la palabra.
Wi Ha-joon, aquel policía en "El juego del calamar" (Hwang Dong-hyuk, 2021- ), se nos muestra aquí como un psicópata persistente e infatigable, está absolutamente aterrador dentro de su inteligencia retorcida y los juegos macabros con sus víctimas, pero la que roba el show es, sin duda, Jin Ki-joo, en un papel de una chica sorda que es tremendamente emocionante, llevándose uno de los planos a nivel interpretativo más sobrecogedores y conmovedores que recuerdo.
En la ficción interpreta a una chica sorda, y esto da pie no sólo a una interpretación de alguna manera contenida y muy física, si no que la película es donde coge su gancho y utiliza cantidad de recursos visuales, de montaje y sobre todo sonoros a partir de la condición de este personaje, convirtiendo este thriller en algo más allá y enganchando al espectador en un juego del gato y el ratón en un film que recuerda a "Hush" (Mike Flanagan, 2016) junto con "Collateral" (Michael Mann, 2004). A nivel tonal también podría estar cerca de otros thrillers excelentes como podrían ser la también surcoreana "Encontré al diablo" (Kim Jee-woon, 2010) o la infravalorada "No matarás" (David Victori, 2020).
Una película no sólo excitante por su intriga si no también por su cuidado en el drama, ya que no se olvida que son personajes y no sólo únicas vías para que la trama avance, y la película sabe pararse cuando debe con ellos, emocionándote y llevando el film un paso más allá que lo diferencia de ser un gran thriller si no una excelente y memorable película. Corea del Sur sigue sin fallar.
"Son" (Ivan Kavanagh)
"Cuando un niño cae enfermo misteriosamente, su madre tendrá que decidir hasta dónde está dispuesta a llegar para protegerle de unas aterradoras fuerzas que estuvieron presentes en su vida pasada".
Hay algo en la película del director irlandés que no termina de cuajar, y es ese intento de cuadrar el drama intimista con una trama policíaca y con una atmósfera de terror, que a ratos estos temas intentan y funcionan medianamente de forma individual pero termina siendo un batiburrillo de sensaciones que no termina de llegar a ninguna parte.
A partir de los intérpretes Andi Matichak ('Halloween') y Emile Hirsch ('Speed Racer'), desde el primer momento intenta engancharte de forma que entres en su atmósfera de terror, de lo que es real y lo que no, con sueños terroríficos y saltos entre pasado y presente que asolan a la protagonista, teniendo en foco a un niño que le suceden todas las desgracias habidas y por haber y que se descubre que es algo más que un niño cualquiera.
El problema sigue siendo que la película quiere jugar a muchas cosas pero se olvida de narrar con la cámara sobre todo a nivel emocional, ya que las emociones de la protagonista son demasiado unidimensionales y no termina de desarrollar un arco que parece que el único sitio al que llega es el peor (y previsible) de los posibles.
Una película que, hay que reconocer, intenta distanciarse del terror habitual (y de esa tendencia al susto tan molesta) y toma derroteros más habitados por películas de la marca A24 como "Hereditary" (Ari Aster, 2018) o "The Babadook" (Jennifer Kent, 2014), donde prima una atmósfera tanto ambiental como sonora, dejando de lado una trama sencilla pero que no termina de llegar porque no tiene, ni a nivel interpretativo ni visual, armas suficientes con las que jugar.
Una pena ya que se queda a medio gas, aunque estaré pendiente de lo próximo que realice el director ya que se notan las intenciones y eso siempre es de reseñar.
Iker González Urresti