"El libro de imágenes"
La web oficial.
El argumento: Nada excepto silencio. Nada excepto una canción revolucionaria. Una historia en cinco capítulos, como los cinco dedos de una mano.
No conviene ver: “El libro de imágenes” es el nuevo juego de autor, reflexivo, experimental y desesperante de Jean-Luc Godard. Ahora es hora y media de caótico juego de imágenes de archivo y sonidos ascendentes y descendentes, que parecen hechas con el MovieMaker, para hablar, en teoría, de la sinrazón del mundo, especialmente del fanatismo que viene de Oriente Próximo, y que el que haya palabras no significa que eso implique que exista un lenguaje dando un buen varapalo a toda la diplomacia que intenta poner parches a un problema endémico. Afortunadamente Godard no sólo ha hecho textos en power point y, al menos, a trompicones su mensaje de yayo aleccionador psicotrópico queda patente tanto en la forma como con su voz en off, aunque sea pagando un precio bastante alto teniendo que soportar esos vaivenes de imágenes descoloridas y truqueadas así como sonidos que maneja a su antojo y que amenazan con llevarte por peligrosos terrenos epilépticos. La genialidad de antaño convertida en demagógica crítica sociológica que no es más que un ejercicio de petulancia, no vacío pero sí tan esquivo que al final lo deja debilitado quedando como un amorfo capricho de un anciano con el espíritu de un niño que rompe cualquier juguete que le pongas entre sus manos jugando con el caos de imágenes inconexas para intentar dar un mensaje dando voz al valor del montaje aunque, como clase magistral sobre ello, quede bastante peregrina.
Conviene saber: A competición en el Festival de Cannes 2018.
La crítica le da un DOS