"El juicio"
Todos hemos estado en Old Bailey, el tribunal penal central de Londres. Allí nos lleva Hitchcock, a la corte número 1, en una escena de "Frenesí" que pudo rodar durante un fin de semana de agosto de 1971. Incluso lo hemos visto ser destruido en "V de Vendetta", como símbolo de la opresión gubernamental; o en un decorado reconstruido con detalle en cine tan clásico como "Testigo de cargo", o más reciente como "Mr. Holmes", donde se reconstruye el interior para una escena de juicio. Los más interesados lo pueden ver con muchos detalles en diversos documentales que ofrece la red, realizados en los interiores de Bailey, incluyendo entrevistas y análisis de casos emblemáticos. Este es el mundo en el que se mueve el autor de "El juicio", de profesión abogado, por inspiración showman legal de calidad.
Título: "El juicio"
Autor: Rob Rinder
Editorial: RBA
La Inglaterra de peluca forense se enfrenta al crimen del policía más respetado del país. Estamos en las manos del abogado más popular de las islas británicas, lanzado a la novela negra judicial, que nos ofrece un caso mucho menos sencillo de lo que aparenta, con un final insospechado y con toques de humor y crítica social.
Envueltos por otros personajes que reflejan un estilo de vida en la Inglaterra actual, se mueven los dos protagonistas que representan el idealismo de la juventud frente a la tradición desgastada; la inteligencia emocional frente al cálculo comercial dominante. Jonathan, realista hasta la miseria, y Adam, idealista hasta arriesgar el futuro, rozan la comedia más humana en algunos momentos. Todo indica que a este abogado se le da de perlas el buen entretenimiento.
El acusado muestra una extraña tranquilidad, a pesar de que todas las pruebas lo inculpan sin la menor duda posible. El antiguo edificio que simboliza la ley británica para los casos más graves desde 1834, exhibe togas y pelucas pero oculta secretos y miradas, incluso intimidades que se imaginan más propias de lugares menos solemnes.
Biblioteca sonora con la colaboración de Guillermo Orduna, Felipe Pontón, Julia Gil y Ángeles de Benito
Carlos López-Tapia