"El gatopardo", aires de cambio frente a la decadencia de un sistema

"El gatopardo", aires de cambio frente a la decadencia de un sistema

1 Sarcofago2 Sarcofagos3 Sarcofagos4 Sarcofagos5 Sarcofagos (1 votos, media: 5,00 de 5)
Cargando...

Deja tu comentario >>

Querido Teo:

“El gatopardo” de Luchino Visconti fue estrenada en Roma el 27 de marzo de 1963, hace por tanto más de 60 años, una de las obras capitales del director desde el punto de vista artístico y claro ejemplo de su perfeccionismo. Semanas después ganaría la Palma de Oro del Festival de Cannes convirtiéndose en un título que supo retratar como pocos no sólo la exquisitez y la decadencia del ambiente que pretendía retratar sino también la propia condición humana.

Es la época de la unificación de Italia en torno al Piamonte, cuyo artífice fue Cavour. La acción se desarrolla en Palermo y los protagonistas son Don Fabrizio, Príncipe de Salina, y su familia, cuya vida se ve alterada tras la invasión de Sicilia por las tropas de Garibaldi en 1860. Para alejarse de los disturbios, la familia se refugia en la casa de campo que posee en Donnafugata en compañía del joven Tancredi, sobrino predilecto de Don Fabrizio y simpatizante del movimiento liberal de unificación.

Burt Lancaster, Claudia Cardinale y Alain Delon protagonizaron un film que adaptaba la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, un aristócrata apasionado de la literatura que pudo colmar su afición con una gran obra como la que nos ocupa, la cual terminó poco antes de morir convirtiendo un episodio familiar del pasado en el reflejo de todo el trauma colectivo de una clase como la de la aristocracia en la época de la unificación italiana, “Il Risorgimento”, en un momento de enfrentamiento entre dos mundos en el que mucha gente en verdad no se sentía partícipe de lo que representaban ninguno de ellos.

Luchino Visconti encontró en la obra muchas similitudes con su propia infancia al proceder de una familia acomodada que también sufrió la caída del sistema que representaban. Laurence Olivier y Marlon Brando fueron las primeras opciones para interpretar al Príncipe de Salina pero ni el primero por enfermedad ni el segundo por desavenencias económicas terminaron asumiendo el reto.

Fue Burt Lancaster el elegido, después de que la 20th Century Fox, que se encargaría de la distribución en Estados Unidos, impusiera que el protagonista fuera americano, aunque la elección del reparto no fue lo más difícil teniendo que enfrentarse a la oposición de la iglesia, ante la amoralidad con la que se condenaba al director, y el hecho de que la Mafia que dominaba la zona de Sicilia pidiera dinero para permitir allí el rodaje. Aun así la película no funcionaría en Estados Unidos creándose una versión recortada, retocando el color de la fotografía dándole más vistosidad y cambiando las voces a los personajes, algo que enfureció a Visconti.

El perfeccionismo de Visconti era tan irritante como admirado como se acreditó en la escena del baile en la que el director escudriñaba cada detalle. Muchos palermitanos supieron que se estaba rodando una película al preguntar por aquellas furgonetas que transportaban kilos y kilos de flores frescas llegados a diario por avión desde San Remo. Se dirigían al viejo palacio Gangi, y eran parte del decorado para filmar la historia de la gran novela escrita por un aristócrata siciliano.

El palacio se había reabierto excepcionalmente para acoger el rodaje del famoso baile en sus salones. Luchino se reservó un suntuoso apartamento privado, atendido por criados, desde donde hacía sus apariciones como un príncipe del Renacimiento, por la fastuosidad y por la autoridad que irradiaba. En el set era el amo absoluto, el último príncipe de la cinematografía.

Durante 48 días, desde las 7 de la tarde hasta el amanecer, en el palacio resonaba la música que bailan el príncipe Salina y su Cenicienta. Con ellos los representantes más hermosos de la aristocracia palermitana. Todo en un "infierno" donde se suma la temperatura extrema del verano de Palermo a la de los arcos voltaicos de la iluminación.

No sólo resultaba imposible pretender filmar antes del crepúsculo, sino que hubo que instalar un cuarto de lavar y planchar en la planta baja para poder limpiar los guantes blancos de los hombres, que se manchaban con el sudor al cabo de pocas horas. 100 figurantes, 20 electricistas, 120 costureras, 150 artesanos a cargo de los decorados, peluqueros y maquilladores. Los maquilladores se instalaban en el set a la una y media de la tarde y terminaban a las 6 de la mañana.

Claudia Cardinale ya conocía a Visconti, Alain Delon también pero Burt Lancaster era un astro en el cenit de la fama, y Luchino lo recibió con desconfianza, lo sometió sin demora a un régimen de terror y no sólo transformó a aquel yanqui en un "gatopardo" fino y aristocrático, sino que además lo subyugó hasta cambiarlo para siempre. Burt llegó al set dispuesto para su primera escena. Un baile con Claudia que Luchino exigía que se bailara a la perfección. Le dolía mucho una rodilla y las cosas salieron mal. En cuanto Luchino lo advirtió, se puso a gritarle. Le dijo que no le importaba en absoluto toda aquella historia del "divo", del esguince que había sufrido por tener aún la presunción de fingirse un joven deportista. Luego, le dio la espalda con el desdén de un monarca, cogió de la mano a Claudia Cardinale y se largó a su apartamento acondicionado diciendo al actor que comenzarían de nuevo cuando él estuviera preparado. Durante más de una hora Claudia y Visconti tomaron champaña y charlaron hasta que llegó su asistente, a avisarle de que Burt quería hablar con él.

Después se rodó la danza y aquél fue el comienzo de una amistad entre Visconti y Lancaster, que se basó en una entrega sin ninguna resistencia del actor a aquel cineasta cuyo equivalente jamás había visto en Hollywood. El ex acróbata de circo y vaquero inculto, adoptó en adelante y en su vida privada el modelo del aristócrata italiano. Una película que le cambió, a Visconti le consagró como cineasta culmen de lo artístico y terminó siendo uno de esos clásicos incontestables tan admirados como evocadores mostrando una época que tocaba a su fin y que, a su vez, recibía el albor de un nuevo tiempo.

Nacho Gonzalo

¿Compartes?:
  • email
  • PDF
  • Print
  • RSS
  • Meneame
  • del.icio.us
  • Facebook
  • Google Bookmarks
  • Twitter
  • FriendFeed
  • LinkedIn

Comentarios

Suscríbete
Notificar
guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
0
Me encantaría conocer tu opinión, comenta.x
()
x