“El extraño”, un intenso y estimulante thriller con sello australiano
Querido Teo:
Desde que "El extraño" pasara por la sección Una cierta mirada en el Festival de Cannes 2022 se ha convertido en una de esas películas que sin hacer ruido se convierten en propuestas de nicho para aquel que recala en ellas, en este caso en la plataforma Netflix. Joel Edgerton y Sean Harris protagonizan una cinta australiana de Thomas M. Wright asfixiante e intensa en la que, aunque no se tardan mucho en desvelarse las cartas, el viaje vale mucho la pena.
Una atmósfera heredera de cintas como “Zodiac” (2007) o “Mindhunter” (2017-2019) y que nos lleva a la investigación y sospecha que se cierne sobre el posible autor de la desaparición de un niño australiano que esperaba al autobús, uno de los casos más mediáticos del país. Es precisamente en ese vehículo donde empieza la presentación de Henry Teague (Sean Harris), un tipo oscuro que sale de la cárcel tras cumplir condena y que intentará iniciar una nueva vida.
Allí entabla relación con alguien que le pone en contacto con Mark Frame (Joel Edgerton), el cual está buscando a gente para su organización pero lo que pronto se nos revela es que éste no es más que un infiltrado que forma parte de una red de policías e investigadores que se hacen pasar por criminales pero que están todos orquestados para establecer una red de confianza que haga confesar a Henry que es él el que estuvo detrás de la desaparición del niño.
Es por ello que Mark y Henry, con sus barbas y aspecto desaliñado, crean una alianza con la que si bien el primero buscará respuestas el segundo intentará encontrar un nuevo modo de subsistencia tras una vida en permanente huida en la que siempre ha tendido a abrazar el mal.
“El extraño” se aleja del policiaco habitual ya que con escasos recursos y sin efectismos crea atmósfera y dosifica la información para que siempre se mantenga el interés de unos personajes que siempre parece que tienen algo que esconder, así como la tensión latente que supone comprobar que es lo que vendrá primero, sí que el asesino confiese o que éste descubra antes la trampa que se está cerniendo sobre él.
Un thriller complejo, seco y austero que no da tregua y que deja al espectador pegado en la pantalla, siempre que se supere la aspereza de un inicio que desconcierta hasta que poco a poco se van poniendo las piezas que vertebran esa historia de infiltrados y de personajes que bordean la ley con el fin de que se destape la verdad. Una violencia siempre presente pero nunca mostrada con unos personajes que no necesitan mostrar sus dotes actorales torrenciales ya que priman más las miradas, silencios y pequeños gestos. Tipos parcos oprimidos por su pasado y por un presente nada halagüeño.
“El extraño” presenta a un Henry que no hace más que generar desasosiego y que pone en cuestión la capacidad de redención de un tipo como éste mientras que Mark, el hombre de ley, no sólo juega con fuego, teniendo que explotar su lado más animal para dar el pego, sino que también lleva sobre la mochila los miedos de un padre separado que se hace cargo de su hijo y en la que su aparente seguridad en todos los aspectos de la vida contrastan con el miedo siempre presente a que a éste pueda pasarle algo.
El gran acierto de “El extraño” es mantener la tensión durante dos horas sin que ésta suene impostada o que sea fruto de un estilo rimbombante. En la cinta todo fluye, alejándose de lugares comunes, y alternando la investigación policial (tanto la oficial como la clandestina) con la moralidad de un tipo que carga con un crimen a sus espaldas sin inmutarse fruto de lo que supone transitar en el lado más perverso de la condición humana.
Un estiloso viaje en carretera y existencial hacia aquello que se esconde en el alma y conciencia de un asesino, un no retorno que desmonta la estructura narrativa tradicional en el que fotografía, montaje, música y sonido forman un conjunto atractivo en una cinta con negritud impresionista apoyada en los trabajos de Joel Edgerton y Sean Harris. “El extraño” es, sin duda, uno de los thrillers criminales más estimulantes de los últimos años y merece no pasar desapercibido.
Nacho Gonzalo