"El espíritu de la colmena", la obra de un mirlo blanco llamado Víctor Erice

"El espíritu de la colmena", la obra de un mirlo blanco llamado Víctor Erice

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Querido primo Teo: 

“Cerrar los ojos” supuso el pasado año el regreso a la dirección de Víctor Erice tres décadas después de “El sol del membrillo” (1992). Erice nunca ha dejado de estar de actualidad, es lo que tiene ser un mirlo blanco dentro de nuestra cinematografía. Perteneciente a la generación de directores que a finales de la década de los 60 llevaron al cine español a la vanguardia y a mirar de frente a lo más elitista del séptimo arte sin sentirse como los parientes pobres, pese a que España seguía bajo el régimen dictatorial, siendo Erice el alumno más sobresaliente. Poseedor de una voz única es un autor dotado de una extraordinaria sensibilidad que le ha llevado a tener una filmografía muy corta en una industria en la que es muy arriesgado estar completamente al margen de la comercialidad.

“Cerrar los ojos” llegó en el año en el que se cumplía medio siglo de “El espíritu de la colmena” (1973) que sigue siendo considerada la mejor película del cine español por la crítica más prestigiosa, figuró en la última lista de Sight & Sound del Instituto Británico de Cine, y todavía es el espejo en el que se miran muchos aspirantes a cineastas. 

Tras la Segunda Guerra Mundial el cine en Europa evolucionó hacia una narrativa más comprometida con la realidad. En Italia surgió el neorrealismo con Roberto Rossellini a la cabeza y en Francia la Nouvelle Vague, en la que un grupo de directores, algunos curtidos en la crítica, rompieron con el lenguaje cinematográfico.

Inicialmente España estaba al margen de todo lo que estaba sucediendo en Europa debido a la dictadura. El cine español estaba dominado por las producciones comerciales, ligeras y cómodas con el régimen, pero con este tipo de películas no se podía obtener el prestigio internacional. En las Conversaciones de Salamanca, celebradas en 1955, Juan Antonio Bardem fue muy claro al decir que “el cine español es políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico”.

José María García Escudero se situó al frente de la Dirección General de Cinematografía entre los años 1962 y 1968, se introdujeron cambios en el sistema de ayudas y se comenzó a actuar de una manera mucho más flexible en la censura, aunque no siempre fue así. De esa manera pudieron surgir directores como Carlos Saura, Basilio Martín Patino, Miguel Picazo, Mario Camus o Jorge Grau y productores como Elías Querejeta. El nuevo cine español sentía la necesidad de evolucionar, romper con la imagen establecida por el Franquismo. 

Víctor Erice tenía 15 años cuando Juan Antonio Bardem describió al cine español en Salamanca. Pero una década después ya estaba en el lugar oportuno para situarse en el grupo de directores que desacomplejarían al cine hecho en la piel de toro. Fue crítico antes de ayudante de producción de Basilio Martín Patino y guionista de Miguel Picazo. Estudió en la Escuela de Cinematografía y fue ahí cuando le fichó el productor Elías Querejeta, que acababa de llevar a Carlos Saura a los más alto con “La caza” (1966).

Bajo su producción rodó “Los desafíos” (1969), un proyecto colectivo junto a Claudio Guerín y José Luis Egea, escrito por Rafael Azcona, y que se llevó la Concha de Plata del Festival de San Sebastián. Cuatro años después alcanzaría la gloria en el mismo certamen con su primera película, “El espíritu de la colmena”.

Narrada a modo de fábula la gran protagonista de “El espíritu de la colmena” es Ana, una niña de seis años que vive junto a sus padres y su hermana en una aldea remota de la España de 1940. La Guerra Civil acaba de terminar y ha afectado a su familia que se ha desintegrado, su padre solamente vive para su colmena y su madre tiene la cabeza en un amor que no es su marido.

En el pueblo se proyecta “Frankenstein” (1931), el clásico de James Whale, y la película causa un enorme impacto en Ana, especialmente cuando la criatura mata por accidente a una niña tan frágil como ella y se obsesiona con la idea de que aquel monstruo pueda ser real y estar escondido en su pueblo. Pero la imaginación de una niña termina convirtiéndose en realidad y el mito de Frankenstein acaba conectando con el destino de los vencidos en la Guerra Civil. 

“El espíritu de la colmena” cuyo guión escribió junto al crítico Ángel Fernández Santos se rodó en Hoyuelos, un pueblo situado en Segovia, y lo que sucedió durante la producción poco tenía que ver con lo acostumbrado. Era un film modesto dirigido por un hombre que apenas se comunicaba con el equipo técnico y los actores, con quien más hablaba era con las niñas, actuando como si fueran sus hijas, para que ellas pudieran sentirse libres.

La película cuenta en su reparto con Fernando Fernán Gómez y Teresa Gimpera, una de las mujeres más guapas y elegantes del cine español de esos años, que arroparon a dos niñas, Isabel Tellería y la gran protagonista, Ana Torrent. Una cría de siete años y unos enormes ojos que no tenía intenciones de convertirse en actriz pero cuya mirada pasó a ser un símbolo del cine español.

La película tuvo su primera proyección en el Festival de San Sebastián y muchos se atrevieron a darle el pésame al productor Elías Querejeta al considerar que su carrera había muerto. “El espíritu de la colmena” ganó la Concha de Oro y la decisión del Jurado presidido por Rouben Mamoulian fue pateada por una parte del público.

Afortunadamente no se tuvo que esperar demasiado tiempo para que se le hiciera justicia y se valorara como la obra más especial concebida en ese cine que dos décadas antes había sido denostado por la élite cultural en las Conversaciones de Salamanca. 

“El espíritu de la colmena” ganó premios dentro y fuera de nuestras fronteras. Ha sido venerada por otros autores y ha llevado a muchos directores a apuntarse en una escuela de cine. Desde entonces Erice es visto como un referente, un ejemplo de cineasta fiel a sí mismo y con la integridad de renunciar a tener una larga carrera si ello implica dejar de ser libre. 

Mary Carmen Rodríguez 

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