"El callejón de las almas perdidas"
La web oficial.
El argumento: Un buscavidas se compincha con una pitonisa para estafar a millonarios...
Conviene ver: "El callejón de las almas perdidas" es una propuesta de cine negro con una elegancia formal presupuesta que se cumple en pantalla ya que se nota calidad y empaque aunando barroquismo y patetismo en una cinta en la que el director impregna la misma de existencialismo y melancolía conectando por ello con algunas joyas infravaloradas de su filmografía como “El espinazo del diablo” (2001) o “La cumbre escarlata” (2015). Los ingredientes no pueden ser mejores, tanto por su ambientación y preciosismo en el detalle como un reparto de primer nivel, pero al conjunto le falta chispa y fluidez ahogándose en lugares comunes que se plantea más como un homenaje de reivindicación del género y de esta manera de contar historias que una cinta con voz propia que, en verdad, donde mejor funciona es en las referencias obvias a "La parada de los monstruos" (1932) de Tod Browning notándose que es donde más a gusto se encuentra un director que se ha especializado en esos "monstruos" reales e imaginarios durante toda su filmografía. No ayuda tampoco una duración de dos horas y media que ahoga a la cinta ya que el director cumple a la hora de orquestarlo todo pero no puede dar rienda suelta a su caudal imaginativo que es el que ha sustentado su filmografía. Guillermo del Toro construye atmósferas y mundos como nadie pero eso no es suficiente cuando falla el poder narrativo, la chispa en los personajes y se genera una cinta más vacía de lo que parece con imágenes y planos espectaculares de manera más calculada que apasionada. La estética, especialmente la polivalente fotografía de Dan Laustsen y el diseño de producción detallista al máximo, queda por encima de unos personajes amorales, más conceptuales que con motivaciones, representados en un arribista al que pone rostro Bradley Cooper que es la perfecta definición de la película de su auge y caída en tres actos, al contar con elementos para la brillantez pero sin terminar de hacerlo representando en la mirada de ese buscavidas, que se hace pasar por médium aprovechándose de la inocencia y las ganas de creer del público, la putrefacción del sueño americano a lo que acompaña el color que inunda a la cinta, de más luminoso a sombrío, en función de cada acto. Esta versión es mucho más descorazonadora y compleja que la anterior, más centrada en la caída a los infiernos del protagonista rodeado de la compañía de los personajes a los que dan vida Rooney Mara, Toni Collette, Cate Blanchett, Willem Dafoe, Richard Jenkins, Ron Perlman o David Strathairn, pero también menos interesante ya que ni siquiera los "flashbacks" aportan sobre una moralidad del personaje ya definida. Un mundo marcado por el capitalismo, el refugio en la fe y el azar, un ser humano pervertido por la crueldad como vía para el triunfo y los marginados intentando no caer al abismo por un sistema que no les quiere. Todo se produce en la inmersión por esas calles, casi como una representación onírica, entre vagabundos, estafadores, millonarios sin escrúpulos y mujeres intrigantes, carne de feria ambulante y víctimas de la Gran Depresión bañadas en alcohol y dolor, en el que la única posibilidad de triunfo no es sólo tener suerte o tener contactos sino aprovecharse de las debilidades y carencias de los demás pisoteándolos sin ningún reparo.
Conviene saber: Guillermo del Toro dirige el remake de la cinta de Elmund Goulding estrenada en 1947 partiendo ambas adaptaciones de la novela de William Lindsay Gresham.
La crítica le da un SEIS