"Drácula de Bram Stoker", una pasión vampírica entre océanos de tiempo
Querido Teo:
En mayo de 1897 se estrenó en Londres la primera versión teatral de la novela de Bram Stoker, es decir, el mismo año de su publicación. Una muestra de la popularidad que alcanzó inmediatamente. De hecho las versiones para el cine se basaron más en la obra de teatro que en el libro. Cuando Francis Ford Coppola se planteó hacer su Drácula quiso volver al libro. A muchos críticos, moralistas y románticos en su mayoría no les gustó mucho pero la película despertó la vampiromanía en todo el mundo sacando al personaje del cine clásico para ponerlo al día. La película protagonizada por Gary Oldman, Anthony Hopkins, Keanu Reeves y Winona Ryder fue quizá el último Coppola en trascender a la cultura popular y se acaban de cumplir 30 años desde su estreno.
Francis Ford Coppola, tanto por una cuestión de derechos como de visión artística, decidió titular a su visión sobre el personaje, “Drácula de Bram Stoker”, reivindicando la esencia de la historia de un autor que pasó con esta obra de formar parte, debido al éxito, del listado de novelas sensacionalistas de la época a terminar siendo todo un clásico de la literatura que, no obstante, no se incorporaría en el listado de clásicos de la Universidad de Oxford hasta 1983. Arthur Conan Doyle, el padre de Sherlock Holmes, no dudó en calificar “Drácula” como la novela de terror más hermosa que había leído nunca.
La película fue producida por Columbia Pictures y, aunque en un primer momento la idea era que Coppola se encargara del guión, la responsabilidad recayó en James V. Hart con el fin de ganar tiempo ya que éste llevaba bastante tiempo trabajando en una adaptación de la novela. A pesar de que se considera a la cinta una de las mejores adaptaciones de la historia, no estuvo exenta de críticas a la hora de tergiversarse algunos aspectos de la historia, tal como son los distintos aspectos que luce el vampiro, algunos especialmente estrafalarios, o el enamoramiento de Mina Harker hacia Drácula el cual nunca existió en la novela.
Un reto para Francis Ford Coppola que, a pesar de venir con el rédito conseguido tras culminar la trilogía de “El padrino”, no era considerada la mejor opción para los productores ya que tanto “Apocalypse Now” como “El padrino III” habían sido proyectos muy ambiciosos que no se habían traducido en éxito de taquilla, más cuando todavía no tenían el culto con el que se les ha reivindicado posteriormente. A pesar de barajarse los nombres de William Friedkin y John Carpenter, especialistas en el género, Coppola fue el elegido y consiguió insuflar un estilo romántico, poético y plástico rentabilizando los 40 millones de dólares de presupuesto siendo una de las películas más taquilleras del año, convenciendo a la crítica y ganando 3 Oscar en los apartados de vestuario, sonido y maquillaje y peluquería siendo también candidata en dirección artística perdiendo en ese caso frente a “Regreso a Howards End”.
Francis Ford Coppola siempre estuvo interesado en el personaje desde su juventud y era cuestión de tiempo que en algún momento de su carrera se acercara definitivamente a él ante su férrea convicción de que ninguna adaptación había hecho, en su opinión, justicia a la novela. Un conde castigado a la vida eterna alimentándose de sangre y recluido en su castillo que recibe en él mismo al joven abogado Jonathan Harker que pretende comprarle algunas de sus propiedades en Londres. El descubrimiento fortuito de una fotografía de la prometida de Harker, Mina, hará que crezca en Drácula la fascinación por alguien que le recuerda a su mujer fallecida siglos atrás y que provocará que viaje a Londres cruzando océanos de tiempo con el fin de llevarla consigo a su mundo.
“Drácula de Bram Stoker” no esconde la parte de terror implícita al personaje, así como la sangre y la perdición desatada por esta pasión, pero se aleja de la iconografía de capa y murciélagos para adentrarse en el lado más romántico de la historia, el de alguien que perdió a su amada tiempo atrás y que la ve reencarnada en los ojos y en el rostro de Mina, personaje interpretado por Winona Ryder en el momento de mayor popularidad de la actriz habiendo sido ella precisamente la que puso de nuevo a Coppola en las vías del proyecto al quedarse ambos con las ganas por no haber podido trabajar juntos en “El padrino III”.
Drácula no es otro que Gary Oldman, elegido personalmente por Coppola tras haberse entrevistado con nombres como Daniel Day-Lewis, Antonio Banderas o Andy García. Si ellos tenían la elegancia y el poder de seducción, Coppola no encontró esa tenebrosidad fruto de personificar el mal que era requerida. El papel recayó en un Gary Oldman que crea un personaje tan atormentado como imprevisible, tan tenebroso como lírico, y que asentó esa faceta excesiva de un actor tendente a la sobreactuación y a las caracterizaciones que aquí tiene el material perfecto para poder pasarse sin resultar paródico.
El Drácula de Oldman se aleja de la iconografía que le brindaron Bela Lugosi primero y Christopher Lee después y conviven en su figura el rol de guerrero despiadado y vengativo, anciano conde recluido y caballero romántico y poético así como transformación, si es menester, en rata, murciélago o mera evocación y ensoñación entre sombras. Se dice que el actor estudió los diálogos de tal manera que, si olvidaba una frase, quería volver a repetir toda la escena desde el principio con el fin de trabajar sobre un conjunto. Leyó la novela y ensayaba con un tono pavoroso para el Drácula anciano, dándole un toque más terrorífico al personaje. Sus maquilladores tardaban cinco horas diarias para conseguir el físico del conde.
Además de a Gary Oldman y Winona Ryder, en el reparto encontramos a Keanu Reeves como Jonathan Harker, en un papel rechazado por Johnny Depp y para el que se tuvo en cuenta a Brad Pitt, además de Anthony Hopkins como un desquiciado Van Helsing, más excesivo que en la novela ejerciendo aquí de narrador y para el que Hopkins estudió alemán con el fin de pulir el acento del personaje. También aparecen Richard E. Grant, Sadie Frost, Cary Elwes, Billy Campbell, el cantante Tom Waits como Renfield y una joven Monica Bellucci como una de las concubinas de Drácula.
“Drácula de Bram Stoker” se apoya en el barroquismo visual lo cual incrementó el presupuesto del proyecto a riesgo de un Coppola que no podía permitirse otro fiasco. Aun así no pecó de conservador dando rienda suelta a todo lo que consideraba que necesitaba la adaptación de la obra que le enamoró de juventud. Una fotografía en la que manda el uso de los colores, dominando el rojo y el negro, así como un vestuario que define y domina con imaginación y personalidad el trabajo de Eiko Ishioka.
A destacar el trabajo del compositor polaco Wojciech Kilar al que Coppola brindó su primer proyecto en Estados Unidos. A partir de ahí trabajó con reputados directores como Roman Polanski, para quien compuso “La muerte y la doncella” (1994), “La novena puerta” (1999) y “El pianista” (2002), así como su colaboración con Jane Campion en “Retrato de una dama” (1996), caracterizándose habitualmente por sus bajos y violoncelos, temas profundamente románticos y con progresiones de acordes minimalistas. Una banda sonora completada por la canción Love song for a vampire de Annie Lennox que sonaba en los títulos de crédito finales.
En una década de los 90 que intentaba romper amarras con el pasado “Drácula de Bram Stoker” fue un ejercicio de valentía, clase y belleza visual que daba nuevo aire a la historia redescubriéndola para muchos pero, por otra parte, siendo la más fiel heredera del clásico. “Drácula de Bram Stoker” salvó de la ruina a su productora American Zoetrope y 30 años después sigue siendo el último gran éxito del director. 130 minutos de imaginario visual sobre un espíritu torturado por la inmortalidad del deseo que convirtió el exceso en virtud y demostró que por muchas razones el cine, a la hora de plasmar historias, es el arte definitivo.
Nacho Gonzalo
Bien lo dicen en el artículo, esta película es un derroche de "imagineria visual". Los vestuarios, decorados, fotografía, banda Sonora son 10/10.