Conexión Oscar 2024: Un abrazo que implica pasar el testigo
Querido Teo:
Los Oscar han levantado el vuelo tras años preocupados por cuestionables ganadoras y audiencias en picado. La noche de los Oscar 2024 supone el tercer año consecutivo que la ceremonia sube en audiencia (aunque sigue por debajo de los 20 millones de espectadores) pero, por si eso fuera poco, dando tranquilidad a la cadena, a la institución y a los anunciantes, la gala ha sido bien en general bien recibida (no muy larga ni tampoco memorable pero sí con algunos momentos ya icónicos y guiños a la magia del cine) arrojando, además, una ganadora trascendente. 7 premios para "Oppenheimer", película contundente y que sin duda ha marcado junto a “Barbie” el año cinematográfico, que además de ir de la mano del público (no deja de ser la ganadora más taquillera desde “El retorno del rey”) consagra a un nombre clave del cine contemporáneo; Christopher Nolan.
Christopher Nolan se ha convertido en todo un baluarte del cine de entretenimiento a gran escala lo que le ha hecho ser acusado de ambicioso y de egocéntrico, acusándole de descuidar tanto el guión como a sus actores para dar peso a la parafernalia de sus películas pero los visionarios siempre son incomprendidos y el tiempo ha dado la razón a Nolan. Un nombre que ha renovado el cine de superhéroes, más con un personaje tan manido como el de Batman, dándole un matiz de madurez y de reflexión, convirtiendo en terrenales e identificables las dudas de estos personajes en el viaje que emprenden.
Afortunadamente la Academia no ha llevado su cerrazón al extremo y sí que ha reconocido a Nolan al contrario que otros nombres ilustres de su tiempo que trascendieron a la historia del cine por su obra (Chaplin, Welles, Hitchcock, etc...) pero no por encontrar el respaldo de una institución que se ha olvidado más de una vez que su labor no es encerrarse en sí misma creando sus propias narrativas y reivindicaciones de cara a la galería sino, ya que no puede ambicionar a premiar lo mejor del año ante algo tan subjetivo como es el cine, a no obcecarse por un lado en dar la espalda al público y por otro a los grandes nombres que contribuyen a que el cine siga teniendo razón de ser.
Alguien que ha demostrado que podía emocionar como nadie con la infravalorada “Interstellar” (2014), sustentar la tensión bélica en la II Guerra Mundial en "Dunkerque" (2017) con una filigrana de espacio y tiempo que hasta ahora nadie había probado, y llevar a la gente en masa a las salas con “Oppenheimer” con una película de tres horas sobre la creación de la bomba atómica y las dudas de su artífice en un contexto en el que la ciencia se utiliza como arma destructiva de poder al servicio de los intereses de los que pretenden marcar el tempo desde la poltrona.
Christopher Nolan apuesta por el cine de una manera decidida, respetando al espectador y sabiendo que su tiempo y su dinero cuenta por lo que, sin renunciar a hacer siempre una buena película, no esconde sus pretensiones de espectáculo en cada proyecto que emprende. “Oppenheimer” puede ser una película más convencional dentro de su filmografía pero su defensa de las salas y de la experiencia cinematográfica le ha hecho alcanzar una gloria en los Oscar en la que se vislumbra que también mucho por los servicios prestados.
Es por ello que no es casualidad que la Academia (que no ha dudado en ir salpicando su historia de momentos muy simbólicos) haya apostado por Steven Spielberg para que le pasara el cetro. Dos directores que comparten similitudes por su manera de concebir el cine ya que Nolan recuerda mucho al Spielberg que dominaba el entretenimiento en los 70 y los 80 pero que no fue hasta “La lista de Schindler” (1993) cuando por fin tuvo su noche de reconocimiento ante unos Oscar siempre esquivos y caprichosos (sino que se lo digan a Martin Scorsese que se ha ido de vacío por tercera vez este año).
Al igual que Steven Spielberg no fue nominado al Oscar por “Tiburón” (1975) o “El color púrpura” (1985), Christopher Nolan tuvo que esperar hasta “Dunkerque” (2017) para conseguir su primera nominación al Oscar como mejor director tras las notorias ausencias de “El caballero oscuro” (2008), que incluso llevaría a que la Academia se decidiera a ampliar a diez las nominadas a mejor película, u “Origen” (2010). En ambos casos fue cuando optaron por un cine más "académico", alejado del cine de género que les hizo sacar cabeza y de qué manera, cuando ambos encontraron esa validación.
Ahora nadie duda de la trascendencia de Christopher Nolan que no sólo es uno de los pocos realizadores cuyo nombre es reclamo (en una época que hasta el concepto de estrella de cine está en extinción sustituidos por los "influencers" de turno) sino que es uno de esos necesarios baluartes que, incluso en la etapa más dura de la pandemia, defendió con capa y espada el cine en salas. “Tenet” (2020) lo sufrió en ese verano pandémico en el que sus intentos de estimular la taquilla chocaron de frente con el temor conservadurista de los Estudios.
Todo ello fue también un punto de inflexión para un Christopher Nolan que dejó atrás sus años de gloria con Warner Bros. para fichar por Universal Pictures. Decidió ser amo de su destino, sabiendo que el amparo de un gran Estudio es fundamental para hacer el cine al que nos tiene acostumbrados, y ahí nació “Oppenheimer”, o la cinta que en tiempos revueltos en la geopolítica mundial es capaz de lanzar un mensaje pacifista, con tanta solvencia como contundencia, a pesar de centrarse en el creador de la bomba atómica, fraguando el que ya es el momento más álgido de una carrera sin la que se entiende el cine de los últimos 25 años.
Un Steven Spielberg de 77 años encara irremediablemente (aunque suene duro decirlo) sus últimas cintas y hace tiempo que se puede decir que ha perdido el toque infalible de antaño que le hizo ser el Rey Midas de Hollywood. Ahora no hay otro nombre en el cine contemporáneo como Christopher Nolan a la hora de merecer heredar ese título.
El abrazo entre los dos simboliza una forma de encarar las películas con la relevancia que merecen, la fascinación que enamora y la maña de un prestidigitador sabiendo aunar de una forma incontestable arte, emoción, pertinencia y espectáculo para que no perdamos nunca la capacidad de sorprendernos en una pantalla llena de grandes historias de cine que bien merecen ser contadas.
Nacho Gonzalo