Conexión Oscar 2024: “Maestro”, Bradley Cooper entre la estrella popular, el artista inquieto y el custodio del saber de los clásicos
Querido Teo:
No sabemos si este año volveremos a oír (como cuando Denzel Washington entregó el Oscar a Nicole Kidman) que alguien se impone a sus rivales por una nariz pero en el caso de Bradley Cooper, si así ocurre, habría también mucho de reconocimiento a un nombre que hace ya tiempo que dejó de ser sólo un actor demostrando que era mucho más que el guapo de turno condenado a ser nuevo galán romántico. Pocos hubieran apostado cuando dio el pelotazo con “Resacón en Las Vegas” (2009) que en algo más de una década se convertiría en un multinominado que es cada vez más un valor seguro en un Hollywood que parece estar encantado de poder verlo con el Oscar el próximo 10 de marzo de 2024. Por otro lado no deja de ser curioso que los títulos de sus dos películas como director sirvan como reflejo de la evolución de su carrera detrás de las cámaras
Bradley Cooper es, a sus casi 49 años, uno de los pocos actores que han surgido en el siglo XXI dispuestos a heredar ese concepto de estrella de cine ya en extinción y que tiene como últimos representantes masculinos a Brad Pitt y Leonardo DiCaprio. No sólo le hemos visto inquietudes interpretativas, dando un viraje a su carrera que nadie hubiera esperado en sus inicios, sino que también se ha revelado como un director con las ideas muy claras además de un productor comprometido. De momento, y seguro que la cuenta se incrementará en sólo un par de meses, ya ostenta 9 nominaciones al Oscar repartidas en las categorías de actor (3), actor de reparto (1), guión adaptado (1) y productor (4).
Es precisamente la faceta de productor la que ha incrementado notablemente el expediente académico de Bradley Cooper que pronto tuvo claro que, por mucho carisma y palmito que luciera en pantalla, si él quería permanecer en la industria más allá de una temporada, y ser tenido en cuenta como un valor seguro y respetado, tenía que tomar las riendas de su propia carrera involucrándose en las historias que realmente quería hacer llegar al espectador. Entre ellas las que le han permitido ser candidato al Oscar a mejor película tal es el caso de “El francotirador” en 2015, “Ha nacido una estrella” en 2019, “Joker” en 2020 y “El callejón de las almas perdidas” en 2022, récord para un actor metido a productor empatando con el registro de Warren Beatty.
Siempre se habla de que hay actores que generan una sensación de deuda con la Academia y es que, aunque muchas veces no se caiga en la cuenta, Bradley Cooper ha pasado a convertirse en uno de los más presentes en las nominaciones de los últimos años siendo candidato en la categoría protagonista por “El lado bueno de las cosas” en 2013, “El francotirador” en 2015 y “Ha nacido una estrella” en 2019 y como actor de reparto por “La gran estafa americana” en 2014. La propia Academia y la propia carrera de Bradley Cooper han arraigado la idea de que verlo pronto con un Oscar (algo que hace una década hubiera provocado perplejidad) es una realidad cada vez más cercana.
Bradley Cooper enseguida dio buena cuenta con su debut detrás de las cámaras que estaba muy lejos de ser el engreído caprichoso que quería sacarse la espinita pensando que con darle al botón de grabar ya podía dirigir una película. Tuvo la valentía de coger el testigo de Clint Eastwood a la hora de rodar una nueva versión de “Ha nacido una estrella”, un proyecto largamente acariciado por Warner Bros. durante más de una década y que finalmente le fue confiado tras la afinidad y entendimiento entre Bradley Cooper y Clint Eastwood durante el rodaje de “El francotirador” (2014).
“Ha nacido una estrella” (2018) no sólo conquistó a la crítica y al público sino que se convirtió en todo un fenómeno logrando actualizar y rearmar emocionalmente la clásica historia de auge y caída del mundo del espectáculo contando no sólo con su tesón, persistencia y buen hacer tanto delante como detrás de las cámaras sino en contar con la complicidad y apabullante talento y carisma de Lady Gaga. Una química que traspasó la pantalla, una banda sonora que encabezó listas de éxitos y una película que sabía llegar al público sin renunciar a una autoría que abrazaba cierto clasicismo a la hora de contar una historia de dependencia emocional, redención, sacrificio y fama efímera.
Bradley Cooper no sólo salió bien parado del envite sino que fue capaz de hacer una versión propia de una historia ya llevada al cine en tres ocasiones y, partiendo de la misma premisa, no quedó en desventaja frente a sus antecesoras y encontró su propia voz en uno de esos ejercicios en los que todo parece encaminado a confluir de manera afinada.
El Bradley Cooper director aunaba sorpresa y admiración ante su notable labor con un manejo de la cámara al servicio de la historia y siempre situando la distancia del plano o la perspectiva del mismo en el punto adecuado, sin excederse ni quedarse corto. Siempre sabiendo que se precisaba en cada momento bien fuera en una discusión de la pareja, en un número musical o en un momento de éxtasis previa a la caída a los infiernos.
Por su parte el Bradley Cooper actor en el papel de Jackson Maine nos hacía sentir el sudor que desprendía su personaje en el que el ahogar las penas en el alcohol y las sustancias se desbordaba desde los poros de su piel, lidiando con problemas auditivos, y alternándose momentos de euforia con otros de depresión profunda y sólo teniendo como asideros su indudable talento por un lado y la capacidad de la prometedora joven que conoce, Ally, en ser su bastón, apoyo y luz en la oscuridad.
8 nominaciones al Oscar fueron el premio para una adaptación ejemplar que mereció más llevándose sólo el premio de mejor canción y sorprendiendo a todas luces (seguramente por el prejuicio de estar ante la ópera prima de no sólo un actor sino una estrella) que Bradley Cooper quedara fuera de los candidatos a mejor dirección.
Tras una exitosa ópera prima a todos los niveles (los 36 millones de presupuesto de “Ha nacido una estrella” fueron altamente superados con 436 millones de dólares de recaudación en todo el mundo) llega siempre la duda para un artista de hacia dónde dirigir los pasos y no errar el camino más cuando se evidencia que no estábamos ante una faceta pasajera sino ante la necesidad de canalizar un talento desbordante como director. Bradley Cooper parece haber seguido su instinto sin dejarse llevar por cantos de sirena siendo “Maestro” la puerta que ha abierto en esta ocasión.
Una vez más Bradley Cooper ha vuelto a sorprender con una cinta que escapa de las clásicas concesiones del biopic a la hora de mostrar la obra, los amores y tormentos de uno de los genios del siglo XX relacionados con la música desde un punto de vista más amplio. Un Leonard Bernstein que conecta tanto con el propio Bradley Cooper (una figura que no se contentó con sólo explorar una de las facetas del arte al que se dedicó) sino con el propio Jackson Maine de “Ha nacido una estrella” por tener en la música su refugio y razón de ser mientras lidia con sus tormentos interiores y también se apoya en una fiel compañera que le mantiene a flote, en este caso la Felicia Montealegre que interpreta Carey Mulligan.
Es por ello que “Maestro” se antoja como una sucesión natural de los temas que Bradley Cooper ya exploró en “Ha nacido una estrella”, todavía potenciando más su faceta como director dotando al proyecto de un halo sensorial en sus momentos más íntimos (los que se centran en la especial conexión de la pareja) con la fuerza impresa en las escenas en las que las melodías, orquestas y coros toman la palabra como plasmación del arrebato creativo y para lo cual Cooper se estuvo preparando durante seis años para dar el pego como director de orquesta.
Es por ello que su intento de salir de lo convencional le lleva a potenciar un marcado estilo de autor que denota su necesidad de dejar huella jugando con el uso de los distintos colores en la fotografía y las elipsis sacando belleza del desgarro y dolor que encierra una historia de sacrificio y complicidad que, buscando no caer en los convencionalismos del biopic, supone un ejercicio que fascina sobre el viaje y convivencia de un amor que lidia frente a la autodestrucción.
“Maestro” supone un trabajo que vuelve a demostrar la faceta milimétrica de un Bradley Cooper que se antoja obsesivo en el detalle y que ha vuelto a contar con el director de fotografía Matthew Libatique y esta vez se ha unido al coguionista Josh Singer para orquestar un todo en el que la música supone además de un proceso de valor artístico también una huida hacia adelante, una vía de expresarse, un acto de redención.
Bradley Cooper ha tenido que ver como “Maestro” obtuvo críticas desiguales en su estreno en el Festival de Venecia, donde compitió por el León de Oro, pero la crítica de Estados Unidos ha estado mucho más del lado de la película que no sólo reivindica la figura de Leonard Bernstein (quizá algo eclipsada a pesar de haber tocado el cielo tanto como pianista, director y compositor) sino que también pone a Bradley Cooper en una posición envidiable en la industria, cada vez más asentada y reconocida siendo (posiblemente junto a Ben Affleck) el actor que más ha demostrado que dentro de él había un director que merecería no quedar oculto.
“Maestro” se encuentra a la espera de su llegada primero en salas y después en Netflix a nivel global, habiéndose convertido en la mejor baza para esta temporada de premios de una plataforma que parece haber tirado la toalla en la lucha por el Oscar a la mejor película pero que, aun así, podría tener muchas posibilidades en otras categorías como es la que le podría llevar a Bradley Cooper a seguir los pasos de Will Smith y Brendan Fraser en el apartado de mejor actor así como de Laura Dern, hasta ahora la única intérprete que ha ganado la estatuilla por una película de Netflix.
“Maestro” parte bien colocada en las categorías de película, actor (Bradley Cooper), actriz (Carey Mulligan), guión original, maquillaje y peluquería y sonido, sin olvidar otros apartados como dirección o fotografía, pero, al margen de todo premio, lo que se muestra es como el prejuicio y el arte no casan bien cuando alguien como Bradley Cooper aparece en el mapa.
Un tipo que superando cualquier pronóstico que se hubiera hecho sobre lo que era capaz de ofrecer a la industria, no se sabe si ha sido capaz de reinventarse por sí mismo o simplemente de saber hacer llegar a un público amplio el talento que había dentro de él siendo capaz de aunar en su figura tanto el estatus de estrella capaz de atraer al indescifrable y heterogéneo público actual como el inconformismo de aquel que sabe que sólo él es el responsable de su porvenir sintiéndose reconfortando por permitirse beber del estilo heredero de los clásicos.
Nacho Gonzalo