Conexión Oscar 2024: Greta Gerwig y Margot Robbie ante un fenómeno que no garantiza una plaza

Querido Teo:

La resaca de las nominaciones al Oscar 2024 no podía dejar de tener su razón de indignación general, muchas veces un poco impostada y siguiendo la senda de lo políticamente correcto. Este año es el turno de "Barbie" que, a pesar de sus 8 nominaciones, deja la llamativa ausencia de Greta Gerwig en mejor dirección y de Margot Robbie en mejor actriz. Ellas han sido las principales responsables del fenómeno pero también es verdad que convertir este hecho en una cuestión de Estado implica conocer muy poco la historia de unos Oscar que nos han acostumbrado todos los años a clamorosas ausencias.

Desde el principio de la temporada de premios “Barbie” parecía haberse ganado durante el verano su plaza de nominada (como ocurrió con “Top Gun: Maverick” en la edición anterior) ya que los números en taquilla y el fenómeno parecían justificar todo. Es por ello que se hablaba no sólo de “Barbie” como una favorita al Oscar sino también como una opción que podría aspirar al récord histórico de 14 nominaciones. Un título en el que se ha amparado el movimiento feminista reciente convirtiéndolo en bandera y modo de expresión y rebelión frente al patriarcado y los estereotipos de género dándole una vuelta (¡y de qué manera!) a lo que representa la leyenda de una muñeca que, hasta la película, parecía ya amortizada como un vestigio del pasado.

Greta Gerwig se ha convertido en un símbolo cinematográfico de la generación “millennial” con tres películas que han logrado la nominación al Oscar a mejor película, algo que hasta ahora no había hecho ninguna otra directora. No obstante el tono kitsch, paródico y naif de la película (más allá de su mensaje empoderador y el monólogo que le ha valido la nominación a America Ferrera) convertía a la misma en una cinta más cercana a los Globos de Oro (que ya prefirieron premiar a “Pobres criaturas”) que destinada a los grandes premios.

Es verdad que en Estados Unidos no se suele contar en las predicciones con el factor del voto europeo y es por ello que, desde la perspectiva del pronosticador de un medio como Variety o The Hollywood Reporter, Greta Gerwig era una candidata indiscutible a mejor dirección como así se pudo ver también en el Gremio de Directores (DGA). Fueron los Bafta los que señalaron que la ola rosa no había llegado con tanta fuerza ante determinados votantes lo que no hizo más que complicar todas las apuestas en mejor dirección.

A pesar del fenómeno (y de unos Oscar que nunca los han rechazado de raíz) el quinteto resultante de mejor dirección encaja más con la línea de lo que hemos visto en esa categoría en los últimos años con la entrada de Jonathan Glazer (“La zona de interés”) y Justine Triet (“Anatomía de una caída”), borrando así todas las posibles acusaciones de machismo en el caso de que la francesa no hubiera sido candidata. Por otro lado decir que Triet le ha quitado la plaza a Gerwig cuando estamos ante una película ganadora de la Palma de Oro y que ha gustado allá donde ha ido no deja de ser ridículo.

Es por ello que la ausencia de Gerwig se percibe más como un daño colateral no sólo del gran nivel de este año sino del perfil de una película que, a pesar del éxito, también ha tenido que enfrentarse a los indudables prejuicios que siempre sobrevuelan al cine comercial con ínfulas de revolucionario. ¿Acaso se nos olvida todo lo que se habló cuando Christopher Nolan no fue candidato por “El caballero oscuro” en 2009 o lo que le costó a Steven Spielberg ser tenido en cuenta por la Academia?

Tampoco hay que olvidar que no sólo Greta Gerwig ha quedado fuera de mejor dirección (personalmente se le echó más de menos el año de “Mujercitas”) sino que también podrían haber iniciado su particular cruzada nombres como Alexander Payne (“Los que se quedan”), Bradley Cooper (“Maestro”) o Celine Song (“Vidas pasadas”) que, desde luego, no quedan por debajo de la labor desempeñada por Gerwig este año.

Más complejo es el caso de Margot Robbie que sufre en su piel no sólo lo que siempre se ha dicho de las actrices jóvenes que tienen que afearse en un determinado papel para contar con el reconocimiento unánime, sino también el drama (por mucho que sea paradójico) de las interpretaciones de comedia. Annette Bening regresa a los Oscar con “Nyad” pero su quinta nominación se antoja prescindible y anecdótica por una cinta que no es más que fondo de armario telefilmero de Netflix. Ni siquiera la que entró fue Greta Lee (“Vidas pasadas”) que, a buen seguro, hubiera sido visto de manera más aceptada en el caso de que hubiera sido ella la nominada.

Lo que no deja de ser curioso es que, si bien Margot Robbie cuenta con dos nominaciones interpretativas por “Yo, Tonya” y “El escándalo”, ya casi se cuentan con los dedos de una mano las veces que no ha sido nominada (“El lobo de Wall Street”, “María, reina de Escocia”, “Érase una vez en… Hollywood” o “Babylon”). No obstante, al menos, sí que consigue este año su tercera nominación (en este caso como productora).

No deja de sorprendernos la beligerancia de determinados debates en redes entrando al trapo incluso personalidades de la política o la sociedad portando la antorcha frente a la injusticia. Se pueden buscar explicaciones, y algunas serán más fundamentadas que otras, pero lo que no se puede negar es que si hay un mundo que no brilla por el sentido de justicia es el de los premios, el colmo de la subjetividad, las campañas y las tan dichosas narrativas.

Quizá la efervescencia del fenómeno ya pasó, o que ciertos prejuicios, siguen pesando pero lo que sí que tenemos que tener claro es que, por mucho que determinados prescriptores intenten convertir en verdad lo que sólo es una hipótesis, hasta que no llega el momento de las nominaciones nadie puede contar con tener el puesto asegurado.

Nacho Gonzalo