Conexión Oscar 2023: "Todo a la vez en todas partes" en una inercia de simpatía sin alternativa

Querido Teo:

A menos de dos semanas de que los Oscar 2023 ya queden archivados definitivamente la carrera parece vista para sentencia tras un fin de semana en el que, tras el escenario que dejaron los Bafta, ha sido "Todo a la vez en todas partes" la que ya parece haber cogido la inercia definitiva completando la triple corona de Gremio de Directores (DGA), Gremio de Productores (PGA) y Gremio de Actores (SAG) a su favor. Con los números en la mano, y la sensación que desprende el ambiente, ya no se puede apostar en contra de la película de los Daniels. “Todo a la vez en todas partes” no sólo es la confirmación con rúbrica de Oscar del buen trabajo que ha hecho A24 sino la plasmación de que esa Academia tan diversa y global también puede reconocer a un cine diferente y transgresor, polarizador pero también sugerente.

La cinta de los Daniels llegó antes del verano y no sólo se ha convertido en la película más taquillera del Estudio en sus dos décadas de existencia (73 millones de dólares en USA con un acumulado global de 107,5 millones) sino la que ha sido capaz de conseguir una corriente generalizada a su favor tanto ante la crítica, el público y la industria yendo "in crescendo" desde que se estrenara en el South by Southwest en marzo de 2022, certamen poco dado a acoger películas con vitola de Oscar y más centrado en la cultura audiovisual contemporánea en sentido amplio y multiplataforma.

Una proeza para unos directores de exigua trayectoria en la industria más allá de cortometrajes y videos musicales. Con su ópera prima, "Swiss army man" (2016), ganaron el premio a la mejor dirección en el Festival de Sundance y triunfarían en el Festival de Sitges pero nadie hubiera podido esperar que su segunda película se situaría en estos momentos como favorita al Oscar en un año en el que, entre otros, está presente el proyecto más personal de Steven Spielberg (“Los Fabelman”), dos éxitos que han revitalizado a la industria (“Top Gun: Maverick” y “Avatar: El sentido del agua”) o una película que lo tenía todo para materializar el consenso a su favor (“Almas en pena de Inisherin”).

“Todo a la vez en todas partes” ha disipado este fin de semana todas las dudas que se cernían sobre ella obteniendo el apoyo del Gremio de Actores (SAG) (¡y de qué manera!) y, sobre todo, con la confirmación de que el voto preferencial también puede caer de su lado (a pesar de que en redes genere tantas filias como fobias) habiéndose impuesto con ese sistema en el Gremio de Productores (PGA). El hecho de que a estos premios se sumen al Gremio de Directores (DGA) le hace ser una favorita a todo en los Oscar teniendo en cuenta que “Apolo 13” es la única película que consiguiendo este triplete perdió la estatuilla (sólo la no nominación de Ron Howard al Oscar presagiaba la debacle).

El escenario desenfadado de universos que plantea la película ha conectado con un modo de hacer cine más contemporáneo que se fundamenta en la era de las pantallas y la viralidad, estilo plasmado en una propuesta vertiginosa y llena de estímulos. Es precisamente esa originalidad la que la convierte en una “rara avis” de cara a ganar el Oscar, más teniendo en cuenta que no todo el mundo es capaz de entrar en una propuesta a todas luces divisiva. Aun así una de sus bazas no es tanto por méritos de ella sino por el hecho de que ninguna película haya sido capaz de erigirse como alternativa, circunstancia que también permite ganar el Oscar como ocurrió con “Slumdog millionaire” en 2009 y “The artist” en 2012, ganadoras de perfil bajo que hicieron carrera triunfal sin que ninguna otra cinta les amenazara durante su recorrido.

“Los Fabelman” fue la favorita por defecto en los albores de una carrera en la que las posiciones se estipulan a golpe de currículum pero la Academia ya ha demostrado que todos los años vira hacia una apuesta muy lejana del grupo de favoritas inicial. “Almas en pena de Inisherin” podría haber sido la mejor opción pero nunca ha terminado de dar el puñetazo en la mesa mientras que “Top Gun: Maverick” se ha amparado en el discurso (rubricado por Steven Spielberg en el almuerzo de nominados) de que ha salvado la industria pero ésta también puede considerar que ya está más que reconocida con una nominación a mejor película que ni el mismo Tom Cruise hubiera aventurado cuando impulsó la secuela. Sólo la alemana “Sin novedad en el frente” (con su victoria en los Bafta y en un año en el que Netflix no tenía ninguna expectativa) ha llegado a la recta final como la única tímida alternativa buscando convencer al académico más clasicista.

En los últimos años no es el mejor aval llegar como la más nominada a la gran cita del cine (en los últimos 10 años sólo en dos ocasiones ganó la que atesoraba más candidaturas) pero "Todo a la vez en todas partes" ha ido dosificándose (aunque Ke Huy Quan no haya dejado a persona sin la que hacerse una foto) y, a pesar de sus 11 nominaciones, sigue teniendo esa imagen de invitada sorpresa a la fiesta que aprovecha con simpatía, buen rollo y emoción la oportunidad que le ha brindado el destino frente a la opulencia de opciones con más ambición.

Y es que los Oscar ya hace tiempo que no premian a la calidad pura y dura sino a las narrativas que quieren abrazar alejándose cada vez más de esos proyectos que, por mucho que estén dirigidos por Martin Scorsese o Steven Spielberg, no cuentan con el favor de la Academia por decreto. Ahora se suelen abrazar a apuestas que comienzan como una simpática opción para en el momento justo dar un vuelco carrera y asestar el golpe definitivo ya sin que nadie sea capaz de evitarlo.

“Todo a la vez en todas partes” va lanzada hacia un Oscar que sólo podría evitar o bien un abrasamiento por sobrexposición (que se le vea tan favorita que llegue a generar antipatías como ocurrió el año de “La la land”) o que surgiera una vía que realmente consiguiera una inercia de consenso a su favor que lograra desequilibrar el camino hacia el triunfo al que va dirigida (“Parásitos” frente a “1917” o “CODA: Los sonidos del silencio” frente a “El poder del perro”).

Tras sus ovaciones continuas en cada premio en el SAG parece corroborarse que ya no queda tiempo para ello y que "Todo a la vez en todas partes" se alzará con el Oscar compartiendo precisamente con "Parásitos" y "CODA: Los sonidos del silencio" el hecho de haber fomentado la imagen de que sus hacedores conforman una gran familia, la cual se quiere, se admira y se tiende la mano en unos momentos en los que la industria se encuentra en vía de transición y el cine tiene que recuperar su posición en la cultura popular. Algo a lo que se ha sumado una reivindicación étnica y generacional de aquellos que bien por raza o por edad han quedado mucho tiempo invisibilizados, así como el cosquilleo de las segundas oportunidades tan propias de Hollywood y la intención de innovar para así poder conectar con el público de las multipantallas.

No parece ser que estemos ante ninguno de esos casos por lo que salvo giro de los acontecimientos (en forma del capricho del sistema de votos académico que llevara a que se equilibrara lo que pasó en el SAG con el peso del voto más internacional representado en los Bafta) veremos a “Todo a la vez en todas partes” como una nueva ganadora más del Oscar que nos tememos que, a pesar de lo llamativo de la propuesta y de su momento de pujanza actual, seguirá en la línea de la intrascendencia de unos títulos que no logran salir más allá del nicho de los cinéfilos adictos a las temporadas de premios. Una mala noticia para una época en la que el cine está siendo incapaz de recuperar la capacidad de integrarse en la cultura popular más allá del efímero taquillazo de turno con una marca Oscar cada vez más en entredicho en su rol de acuñar un sello de calidad y contundencia sin haber sabido adaptarse a los nuevos tiempos cayendo en el recurso fácil del meme, el selfie o el trending topic de turno.

Nacho Gonzalo