Conexión Oscar 2018: El top 10 de lo visto en el Festival de Toronto
Querido Teo:
Un Toronto intenso va quedando atrás a la espera de conocer la película que recibirá un espaldarazo muy importante mañana en la carrera al Oscar recibiendo el prestigioso Premio del Público. Entre las películas que tienen más posibilidades para alzarse con el premio tenemos a “Call me by your name”, “La forma del agua”, “Lady Bird”, “The Florida project” (la cual vimos en Cannes y por esto no está en el siguiente listado) o “La reina Victoria y Abdul” (ante la querencia por este tipo de películas tipo “crowd pleaser”). En todo caso, pase lo que pase, este es nuestro top 10 personal de entre todo lo que hemos visto en Toronto después de ya haber repasado las que han sido a nuestro juicio las 15 mejores interpretaciones vistas en el Festival.
10º “La reina Victoria y Abdul” de Stephen Frears
“La reina Victoria y Abdul” confirma que es una apuesta demasiado tentadora para no salir de aquí siendo por los menos finalista del Premio del Público. Los ingredientes son claros y no son otros que una película amable, histórica, emocional y que aprovecha una anécdota de un personaje no conocido por el gran público para construir una cinta que acabe provocando el beneplácito del mismo. Es decir, la crítica la tratará con escepticismo pero el espectador medio saldrá favoreciendo el boca-oreja. Es a lo que se está abonando Stephen Frears que, tras ser respaldado con los Oscar en “The Queen”, continúa en el mismo perfil de protagonista pero rebajándole el tono dramático para hacerlo muy digerible para todos. Es el caso de “Philomena” o “Florence Foster Jenkins” y es que, tras contar la historia de la peor soprano del mundo con cierta ironía e inocencia, ahora hace lo propio con los últimos años de la reina Victoria de Inglaterra y la relación que tuvo con Abdul, el que fuera su asistente personal en sus últimos tiempos y que (debido al rechazo que por su religión y forma de ser extrovertida con la monarca) fue sepultado por los archivos de la Historia hasta que se conoció su figura en el año 2010. Sólo por ver a Judi Dench luciéndose una vez más, y su complicidad con el desparpajo que transmite el Abdul de Ali Fazal, la película ya vale la pena.
9º “Lean on Pete” de Andrew Haigh
“Lean on Pete” sorprende por su desgarro siendo uno de los aciertos de la película abandonar ese tono de "feel good movie" familiar con el que se vendía (casi como si su relación con un caballo la tuviera que emparejar de manera automática con algo tipo “Seabiscuit”) optando por un tono mucho más duro y descarnado que resuelve con brillantez como suele hacer Haigh, ya que en sus anteriores trabajos como “Weekend” o “45 años” ya renunciaba a la pulsión emotiva más evidente optando por la austeridad del impacto ante la dureza de lo que se cuenta. Cabe destacar el tono auténtico y veraz de la película a lo que contribuye un reparto entregado por sus papeles; especialmente el joven Charlie Plummer secundado por Travis Fimmel, Steve Buscemi, Chloë Sevigny o Steve Zahn. Una película que pasará desapercibida pero con la que Haigh vuelve a demostrar que es uno de los mejores directores a la hora de plasmar ese término que acuñaron los franceses de “cinéma vérité”.
8º “La batalla de los sexos” de Jonathan Dayton y Valerie Faris
“La batalla de los sexos” es una refrescante película que reivindica la lucha de sexos a través de la preparación de un partido de tenis en los años 70. La cinta entra dentro de la catalogación de “crowd pleaser” y a término de calidad sólo se queda un peldaño por debajo de la celebrada “Pequeña Miss Sunshine”, que llegó a una vitola de fenómeno que no tendrá esta cinta aunque sí que funcionará muy bien con el público. Un guión refrescante e ingenioso, y una ambientación que clava muy bien el espíritu de la época en la que el movimiento hippy y los nuevos aires de libertad inundaban todo, son elevados por unos actores que están estupendos en sus papeles destacando a Emma Stone y Steve Carell que brillan cada uno en sus respectivos roles. Stone con esa luz propia que logra irradiar a cada personaje que interpreta, sea de la época que sea y del registro que adopte, y un Steve Carell que repite con el matrimonio de directores en un papel que, a pesar de su punto vividor y petulante, el actor termina humanizando y que bien podría hacerle ser uno de los favoritos en la muy imprevisible carrera al Oscar de mejor actor de reparto. A destacar también a una Sarah Silverman especialmente chispeante y a un Alan Cumming al que siempre alegra ver reuniéndose de nuevo con Stone tras el montaje de "Cabaret". Una cinta sobre la lucha por la igualdad de oportunidades por un lado y por el intento de no resignarse a que el tiempo de uno ya ha pasado. Por ello, quizás, la pareja formada por Carell y Stone se complementa más de lo que podría parecer ya que sus anhelos no están tan alejados.
7º “Mudbound” de Dee Rees
“Mudbound” es uno de los títulos con los que Netflix pretende potenciar su oferta cinematográfica y, con el tiempo, conseguir su primera nominación al Oscar a mejor película que el año pasado sí que logró su rival Amazon con “Manchester frente al mar”. Esta cinta, segundo trabajo de la directora, bien podría coger el testigo de la reivindicación racial no quedándose en la superficie del problema, sino que se adentra en el drama familiar y social de una familia en un pueblo de la América profunda en la década de los 40; con el trauma de la Segunda Guerra Mundial, la miseria de esos años y la dependencia de los recursos agrícolas y ganaderos, con dos familias, una blanca y otra negra, enfrentadas por la jerarquía social arraigada en la tradición e idiosincrasia del país lo que impide la amistad de dos de sus hijos; a la postre supervivientes que vuelven a casa afectados por lo vivido en la guerra. Un reparto bien conjuntado y una buena ambientación nos lleva por los miedos, las miserias morales y un racismo congénito de una sociedad USA marcada por el enfrentamiento y el desprecio al diferente a través de escenas realmente impactantes y que añaden un tono tan riguroso como emocional a una cinta que sigue el camino, sin desmerecerlo, a cintas como “12 años de esclavitud” o “El nacimiento de una nación”.
6º “El instante más oscuro” de Joe Wright
“El instante más oscuro” supone la reconciliación con Joe Wright después de algunas películas fallidas que no han estado a la altura de las que ofreció en sus inicios. Volviendo al cine de época se adentra en uno de los episodios más relevantes tanto de la política británica como de la mundial con la actuación de Winston Churchill tanto para salvar a las tropas británicas atrapadas en Dunkerque como de elevar la moral del pueblo en unos años que se presentaban inciertos y desoladores ante el desarrollo de la II Guerra Mundial. Hay que destacar la meticulosa y medida planificación en escena y como la película tiene la habilidad de, sin aburrir ni hacerse farragosa, adentrarse en las políticas de despacho ante un hecho clave destacando su cuidado y pulcritud en el detalle a pesar de ser una película teatral que juega con los espacios cerrados para centrarse sobre todo en las motivaciones y conflictos de sus personajes. Por supuesto, un Gary Oldman superlativo domina la escena dando vida a ese padre de la nación tan noble como excéntrico que tiene la responsabilidad de levantar la moral de su país ante la amenaza de un nazismo que amenaza con destruir Europa. El Oscar será incontestable para Oldman pero es de alabar también que Wright haya recuperado el toque de empaque y calidad que había perdido en sus últimos trabajos.
5º “Foxtrot” de Samuel Maoz
Samuel Maoz se ha llevado el Gran Premio del Jurado del Festival de Venecia con “Foxtrot” y no podemos estar más de acuerdo con ello ante lo que nos ha sorprendido, de una manera muy austera pero directa, con su segundo largometraje tras ya en 2009 ganar el León de Oro del mismo certamen con su ópera prima “Líbano”. La cinta vuelve a tratar la realidad de la guerra en un territorio siempre en conflicto aunque aquí desde una perspectiva más familiar y humana cuando a unos padres les llega la noticia de la muerte de su hijo en el puesto militar donde está destinado en un juego de verdades, reproches y lastres de la burocracias del país para profundizar más en la herida propia del dolor que sufren estos personajes ante la peor de las noticias posibles en un piso que, a partir de ese momento, no se quita la sensación de ser un escenario opresivo. Una cinta que termina sorprendiendo y que, además de mostrar como viven la guerra los que padecen la ausencia de los suyos y el miedo constante a perderlos, también nos lleva a conocer en un determinado momento a cuatro jóvenes cuyas vidas están interrumpidas por sus compromisos con el ejército en esa línea fronteriza marcada por el hastío (teniendo que jugar con una lata en el contenedor inclinado en el que duermen), la falta de medios (abandonados a su suerte por sus jerifaltes), la necesaria y forzada camaradería (como esa historia gráfica con toques de realismo mágico o ese impagable baile de foxtrot que lleva a cabo uno de ellos) para no terminar perdiendo la cabeza, la sospecha continua ante el que llega a esa barrera que separa ambos lados, y ese miedo arraigado que les aboca incluso a tomar las medidas más desesperadas con consecuencias fatales.
4º “En la playa de Chesil” de Dominic Cooke
Un sobrio y apasionante drama romántico que parte de una historia mínima, sin grandes aspavientos, en el que ocurrirán una serie de hechos, marcados por la moral de la época y las diferentes concepciones que se tienen del sexo, que marcarán su relación para siempre en unos años en los que “El amante de Lady Chatterley” sigue prohibida y todavía no ha comenzado el fervor de The Beatles. Herederos de todavía una sociedad británica puritana y marcada por la tradición, nos encontramos ante dos jóvenes que han cumplido casándose con lo que la sociedad esperaba de ellos, arrastrados por la inercia de su tiempo, pero sin haciéndose las preguntas sobre lo que verdaderamente sienten y lo que quieren y necesitan para ser felices. Billy Cooke y Saoirse Ronan (en su regreso a la literatura de Ian McEwan tras “Expiación”) adoptan dos personajes marcados por las taras emocionales que arrastran y que condicionan su relación incipiente sustentada en cimientos más débiles de los que creían en un primer momento; seguramente por el hecho de haber dado el paso sin haberse conocido todavía lo suficiente y sin ser conscientes de las consecuencias de esa decisión. La historia de dos personajes en la que siempre sobrevolará la pregunta de lo que fue, lo que es y lo que pudo ser, jalonado por una ambientación pulcra y una música exquisita pero que centra todo (de una manera casi teatral) en la relación, amor y choque de dos personajes (elevados por unos intérpretes que actúan como si llevarán en el oficio cuatro décadas) y que sufrieron como el tiempo que les tocó vivir no fue el mejor de sus aliados a pesar de la evidencia de que siempre estuvieron enamorados, lo que no hace más que inundar de tristeza la premisa y el desarrollo de la historia.
3º “Yo, Tonya” de Graig Gillespie
“Yo, Tonya” es un proyecto arriesgado, personal y que desmonta el género del biopic en una cinta que recuerda mucho a “Foxcatcher”, tanto por su puesta en escena como por añadir fealdad y miseria a la motivación de unos personajes en su desesperado intento por cumplir su sueño americano, y al cine de David O. Russell por la excentricidad y caracterización de los mismos, pero también es un “Corazones solitarios”, por la relación entre ambos protagonistas marcada tanto por el deseo como por el alto voltaje de una pasión volcánica y condenada a la destrucción, así como “Cisne negro” por reflejar el lado oscuro de la miseria moral en un mundo que busca la continua aprobación, o “Bonnie y Clyde” por el viaje sin regreso de dos inadaptados en la sociedad que les ha tocado vivir y que les ha convertido en víctimas sin ninguna esperanza. La cinta se ve elevada por ese tono afeado underground, una playlist perfecta a la hora de reflejar la época, y el desarrollo psicológico de sus personajes, y una violencia tan explícita y grotesca pero debidamente justificada teniendo en cuenta la relación que cuenta pero que, no obstante, levantará ampolla para los guardianes de la moral más escrupulosa ya que no es nada habitual dentro de las concesiones del cine USA verlo reflejado de manera tan descarnada en pantalla. Una trama vibrante, chispeante y bizarra sobre las miserias de lo que hay detrás de las competiciones y de los grandes focos siendo una gozada ver en acción a Margot Robbie, Allison Janney y Sebastian Stan.
2º “La forma del agua” de Guillermo del Toro
Viene de ganar el León de Oro en el Festival de Venecia y el Premio del Público de Toronto no haría más que relanzar unas posibilidades en las que, por ahora, no ha encontrado todavía techo. Una película tan deliciosa como perfecta en todas sus facetas en la que, a pesar del tono habitual que utiliza el director bordeando incluso lo excéntrico y lo gore, algo de lo que no es ajena esta cinta, se maneja en una armonía en la que todo encaja como la más perfecta de las sinfonías. Cuidada y perfecta ambientación temporal y una emotiva historia de atracción de dos inadaptados como esa conserje muda y el anfibio del que se enamora o que, al menos, es el ser con el que más conecta emocionalmente. Un guión sólido, vibrante y que equilibra la mezcla de géneros deriva en un humor muy agradecido que eleva uno de los mejores repartos del año encabezado por una Sally Hawkins sencillamente perfecta.
1º "Call me by your name" de Luca Guadagnino
Por su sensibilidad, sutilidad y perfecto reflejo del despertar a la vida adulta de un adolescente con las hormonas revolucionadas que, ante la visita de un desconocido a su residencia de vacaciones, se descubre a sí mismo siendo un verano que supondrá un punto de inflexión en su vida. Una atmósfera naturista, real y orgánica y un tándem con una química brutal entre Timothée Chalamet y Armie Hammer con escenas memorables como la del flirteo en la playa, la del melocotón o ese primer plano final por el que Chalamet se merecería todos los premios este año. “Call me by your name” es la consolidación tanto en estilo como en narración de un director destinado a seguir contando grandes historias con personajes vulnerables rodeados de un ambiente de pasión por el arte, la carnalidad y la vida. La misma que mantienen entre sí Elio y Oliver y la que habrá que comprobar si sirve de lanzadera o no de cara a la carrera de premios en el caso de que la conmoción gota a gota que deja esta película (tanto de sudor como de jugo de melocotón) siga calando como un clásico contemporáneo sobre la iniciación a la vida, sus placeres y sus dramas y alicientes tan universales y necesarios como el amor, la complicidad y el encontrarse a uno mismo.
Nacho Gonzalo