Conexión Oscar 2024: Paul Giamatti, la ternura y patetismo del hombre corriente a cargo de un actor brillante
Querido Teo:
Hay actores que son mayúsculos pero a veces te olvidas de lo buenos que son hasta que vuelven con un trabajo que sigue asentando su estatus siendo sus interpretaciones las que hablan por ellos y no sus declaraciones de postureo según convenga en cada momento o luciendo palmito en el gran evento de turno. Paul Giamatti es ese tipo de actor, trabajador y polifacético, poco dado al oropel y sí a aunar esa mezcla empática de ternura y patetismo en una amplia gama de personajes que le han convertido en un actor imprescindible que, en comparación, deja a muy pocos actuales a su altura.
A sus 56 años Paul Giamatti es el profesor de Latín solitario y cascarrabias de “Los que se quedan”, la cinta con la que casi dos décadas se reencuentra con Alexander Payne tras "Entre copas" (2004), uno de los títulos más paradigmáticos (e imitados) del cine “indie” usamericano que tan en boga se puso en los primeros 2000 y que convirtió a Giamatti en uno de esos actores que defienden su oficio desde la barricada de las buenas historias y con la transparencia emocional que lleva a que menos sea más.
Antes de llegar a ese momento no se nos tiene que olvidar que Paul Giamatti ya había tenido breves apariciones en algunos títulos destacados de los 90 tal y como fueron "Sabrina (y sus amores)" (1995), "Donnie Brasco" (1997), "La boda de mi mejor amigo" (1997), "Desmontando a Harry" (1997), "El show de Truman" (1998) o "Salvar al soldado Ryan" (1998). Fue también un expresivo orangután en "El planeta de los simios" (2001) aunque donde dio uno de los mayores recitales de su carrera dejando claro el nivel actor que teníamos enfrente fue poniendo rostro al pesimismo patológico hecho cómic de "American Splendor" (2003).
Fue en "Entre copas" (2004) cuando se reveló como uno de los mejores intérpretes de su generación sumando nominaciones al Globo de Oro, al Gremio de Actores (SAG) y al Critics’Choice pero quedándose fuera de los Oscar en un año muy competido. Algo de lo que se resarció la Academia el año siguiente con "Cinderella Man" (2005), impecable como entrenador y fiel aliado del boxeador interpretado por Russell Crowe en la película de Ron Howard. Una ligera sensación de deuda se creó en el ambiente, auspiciado por su siempre carismático trabajo.
El Gremio de Actores (SAG) y el Critics’Choice cayeron de su lado pero la Academia se dejó cegar por el gran año de George Clooney en su momento más álgido en el cine. “Buenas noches y buena suerte” (2005) se fue de vacío a pesar de sus 6 nominaciones pero Clooney sí que se llevó el Oscar al mejor actor de reparto, entre otras cosas por afearse, gracias a “Syriana” (2005). Una compensación y una manera de reconocer a uno de sus mejores activos de la industria aunque el damnificado fuera el bueno de Giamatti que, una vez más, fue víctima de la máxima de que el rey del baile arrincona al tipo corriente.
Pero si bien George Clooney ha ido perdiendo su brillo conforme ha ido envejeciendo, viviendo de las rentas y de los Nespresso, Paul Giamatti no ha parado de trabajar y seguir demostrando que es mejor una carrera sólida y larga que una más breve y sostenida en factores externos y glamurosos. Todo sin hacer ascos a productos alimenticios pero teniendo siempre claro el rumbo de su filmografía demostrándolo en títulos como "La joven del agua" (2006) o "El mundo según Barney" (2010) con la que se hizo con su segundo Globo de Oro, ahora como mejor actor de comedia o musical.
Paul Giamatti ya venía de protagonizar una de las miniseries más importantes, a nivel histórico y fundacional, que ha dado la televisión USA en los últimos años. “John Adams” (2008) contaba con el marchamo de calidad de la HBO, tan riguroso como didáctico y con una ambientación exquisita, a la hora de centrarse en el abogado, estadista y diplomático que se convirtió en el segundo presidente de Estados Unidos en un momento en el que tocaba cimentar las bases de ese país desde su posición como uno de los líderes del movimiento de independencia. El Emmy, el Globo de Oro y el Gremio de Actores (SAG) fueron de cabeza a un trabajo incontestable.
En cine ha seguido siendo una actor paradigmático de ese llamado cine “indie” con “Win win (Ganamos todos)” (2011), “Love & mercy” (2014) o “Vida privada” (2018) pero también ha formado parte de los repartos de “Los idus de Marzo” (2011), “Rock of ages (La era del rock)” (2012), “Cosmópolis” (2012), “12 años de esclavitud” (2013), “Al encuentro de Mr. Banks” (2013) o “Straight Outta Compton” (2015).
Casi nunca protagonista pero siempre con el magnetismo y las tablas necesarias para despertar la atención, algo que deja a muchos en pañales cuando se le ha podido ver en productos palomiteros como “The amazing Spider-Man 2: El poder de Electro” (2014), "San Andrés" (2015), "Morgan" (2016) o "Jungle cruise" (2021) en las que su sola presencia ya se lleva toda la atención ante lo que es capaz de hacer un gran actor incluso con el personaje más simplón.
En el campo televisivo Paul Giamatti ha estado protagonizando durante siete temporadas la serie "Billions" (2016-2023), una mirada al capitalismo de nuestros días y a la ambición en el mundo de las altas finanzas. Después de la victoria en los Emmy por “John Adams” en 2009 volvió a ser nominado en estos premios por el telefilm “Malas noticias” en 2011 (ganó su tercer SAG) y como actor invitado por “Downton Abbey” en 2014 y por “Inside Amy Schumer” en 2015.
Este año no puede dar más alegría ver a un actor como Paul Giamatti no sólo en la carrera al Oscar sino con posibilidades de premio no habiendo hecho más que atesorar prestigio en los 18 años que distan de su anterior y (hasta ahora) única nominación. Sin formar parte de un biopic y sin las estridencias propias de caracterizaciones o efectismos, sólo con el oficio actoral que en caso de victoria le entroncaría como uno de los mejores Oscar de la categoría en la última década siguiendo los pasos de Casey Affleck (“Manchester frente al mar”), Joaquin Phoenix (“Joker”) o Anthony Hopkins (“El padre”).
Una nominación o un premio que dignifica más una institución como la Academia de Hollywood que a un actor que ya hace mucho tiempo que ha demostrado ser uno de los grandes viendo como otros que lucían mejor en las alfombras rojas no han hecho más que languidecer con el paso del tiempo. Los que son buenos de verdad son los que permanecen y los que, como el buen vino, mejoran con los años porque la experiencia les hace que brote su calibre interpretativo y luzca todavía más la integridad de no haber renunciado a su manera honesta y dedicada de ver la profesión a la que brindan toda su pasión y talento.
Nacho Gonzalo
Genial artículo. Enhorabuena . Le encantaría al propio Paul, no lo dudes.
Muchas gracias Nicolás por leerlo y por tu opinión. A ver si desde aquí le damos suerte.
Perdón, pero una ridiculez decir entre líneas que la carrera de George Clooney se ha sostenido gracias a factores externos y glamurosos. El tipo ya demostró que no es solo un galán marca Hollywood (que lo es, sin duda) sino un actor eficiente y que también sabe defenderse tras la cámara. De hecho, su carrera post Oscar es encomiable, sabiendo como terminan la mayoría de nombres que lo ganan al primer intento, y dejando un puñado de trabajos remarcables.
Gran artículo, este pedazo de actor merece todo el reconocimiento que se le pueda hacer. Una pena que se haya quedado solo en nominación...