Cine en serie: "Vigil: Conspiración nuclear", apasionante intriga por encima y debajo del mar
Querido Teo:
Las series de submarinos tienen algo especial y eso no ha sido una excepción con “Vigil: Conspiración nuclear”, uno de los mayores éxitos de la BBC esta temporada y que en España se puede ver a través de Movistar+. Seguramente los espacios cerrados, los juegos de lealtades en una burbuja bajo el mar alejada de todo y las estrategias que se llevan a cabo son un buen aliciente teniendo como estimulantes propuestas recientes la alemana “Das boot (El submarino)” o la danesa "The investigation". Ahora es el turno de una serie de seis capítulos creada por Tom Edge (“Lovesick”) y que parte de una muerte en extrañas circunstancias que sólo es el hilo del que se desenreda una lucha de intereses en la que estamentos de poder también se ven envueltos.
“Vigil: Conspiración nuclear” supone un desfile de distintos sospechosos cuando la muerte de uno de los miembros del submarino Royal Navy HMS Vigil desate una serie de conjeturas después de que la serie comienza con una primera secuencia que deja sin resuello al presenciar como un barco pesquero es arrastrado hacia las profundidades del mar, no se sabe si por alguna extraña criatura o por alguna máquina de guerra.
La investigación sobre esa muerte fortuita (o crimen premeditado) que ha tenido lugar en la escafandra marina recaerá en la policía escocesa siendo enviada la investigadora Amy Silva (Suranne Jones), la cual es encargada de permanecer en el submarino durante tres días para resolver que ha pasado allí. Una mujer fuerte y decidida pero encerrada a nivel personal ante un trauma provocado por un accidente en el que se vio envuelta y que le ha separado de la persona que más quería y que, poco a poco, será desvelado habiéndole impedido construir una relación con Kristin Longacre (Rose Leslie), compañera de trabajo que será sus ojos, brazos ejecutores e hilo de transmisión mientras ella se encuentra en el submarino. Una investigación en paralelo a la hora de encajar unas piezas en las que están envueltos (o no) desde los miembros de la tripulación, grupos antisistema, representantes políticos e incluso la posibilidad de que exista alguien que, sin mancharse las manos directamente, haya orquestado un plan para sabotear el submarino desde dentro.
Suranne Jones, una imprescindible de la televisión británica estando a la cabeza de “Scott & Bailey” (2011-2016), “Doctor Foster” (2015-2017) o “Gentleman Jack” (2019-2021), brilla tirando de carácter y determinación en un personaje contradictorio, minucioso en lo profesional y dubitativo en lo personal, que comienza la misión con el fin de estar allí pocos días y cumplir el trámite pero que acaba tomándoselo como una empresa personal que le hará reconectar con sus fantasmas y darse cuenta de las personas que realmente hay que valorar y cuidar en una vida que conviene aprovechar al máximo por su finitud y porque nunca se sabe a qué peligros se va a enfrentar uno cuando acaba en una red en el que se es considerado un peón que se puede sacrificar.
Es por ello que su condición de mujer da un valor añadido a la serie, primero por tener que introducirse en un mundo de hombres, teniendo que superar las miradas de desdén y misoginia desde el momento que baja por las escaleras de la escotilla, y después por el hecho de, además, ser una incorporación civil dentro de un organigrama militar, lo que hará que se le tenga al margen de las decisiones y propósitos de esa embarcación y que su libertad de movimientos quede limitada, más cuando para más de uno es o un lastre o un nido de problemas en el caso de que encaje las piezas necesarias.
Llegar al fondo del asunto a través de averiguaciones e interrogatorios, desenredando la madeja en la que llega un momento en la que, desde los más esquivos hasta los más aparentemente colaboradores de esa tripulación, tan diversa tanto étnicamente como en las motivaciones que encierra cada uno, parece no estar diciendo toda la verdad. Todo por el hecho de poder tener motivos para ocultar información generando una sensación de peligro que va “in crescendo” cuando en ese submarino sigan sucediéndose episodios extraños a los que a los altos mandos intentan quitar importancia.
“Vigil: Conspiración nuclear” sabe crear tensión y generar adicción, más cuando lo que ocurre en ese submarino parece transcurrir en una situación de invisibilidad en la que todo puede pasar, debido a las estrategias que llevan a que en esas misiones rotatorias de tres meses tengan que permanecer en modo oculto para no ser detectado por los enemigos, lo que lleva a un estado de alerta permanente y al hecho de que, a veces, el hecho de tener que salvaguardar la integridad de la mayoría, lleva a que dentro de las leyes del mar se tenga que tomar alguna decisión rápida que coloca al comandante entre la espada y la pared. Un hecho que sólo se interrumpirá cuando el submarino tenga que ascender para que acceda la investigadora Silva saltando desde un helicóptero para averiguar si lo que allí ha ocurrido con ese miembro fallecido de la tripulación es culpa de una sobredosis, lo que pretende ser la versión oficial, o si en verdad hay algo más.
“Vigil: Conspiración nuclear” se nutre y crece por esa investigación en paralelo que lleva a la detective Silva a ser una mujer civil en un mundo de hombres y a la detective Longacre a llegar más allá de lo que permite el espacio cerrado del submarino sabiendo leer entre líneas y trabajar autónomamente frente a una cooperación que pide el estamento militar de la Royal Navy, que quiere estar informado al minuto de las investigaciones policiales, pero que, por otro lado, no contribuye a ello pretendiendo dar los mínimos datos posibles amparándose en el secreto de estado. Una desconfianza mutua que no facilitará el poder llegar al fondo del asunto pero sin dar pasos en falso ante la delicada información que se maneja, más cuando emerge la posibilidad de que sea un enfrentamiento entre potencias cuando la huella de los rusos parece revelarse.
La serie está rodada de manera impecable, dosificando la trama, y con un último capítulo que encaja todas las piezas garantizando su condición de serie limitada y sin la intención de dejar cabos sueltos. Una carrera contrarreloj en la que desde la inteligencia militar en la superficie y la lucha de poder y supervivencia dentro del submarino se intentará saber qué es lo que allí ha ocurrido y si existen uno o más responsables motivados para ello. Una propuesta que desmonta prejuicios a la hora de la resolución de su trama estableciendo aliados imprevistos y figuras en segunda línea que parecen tener que ver mucho más de lo que parece con una Silva metida en una ratonera en la que, por momentos, no sólo tendrá que averiguar si allí está habiendo un sabotaje o no sino también el tener que demostrar que está cuerda y que en lugar de ser vista como una amenaza, es la clave para que todos allí puedan salir con vida.
Hay que alabar un buen reparto en el que todos cumplen con nota, incluso los personajes más anecdóticos, aunque las que sobresalen son Suranne Jones y Rose Leslie, especialmente los matices de fortaleza y vulnerabilidad que imprimen a sus personajes, así como la química que logran y que lleva a que, además de ponerse todo el foco en Jones, encontrar a una mucho más entonada Leslie que en su desesperante, por momentos, Maia Rindell de “The good fight” (serie de la que se despidió en la tercera temporada para encarar otros proyectos). No deja de ser curioso como la serie no puede disimular, a pesar de elegidos planos y los amplios jerseys que lleva su personaje, el embarazo de la actriz durante el rodaje.
A destacar también la presencia de otros actores como los veteranos Stephen Dillane, que aporta la veteranía y oficio propia para dar vida al contraalmirante Shaw, o Gary Lewis, por siempre el padre de “Billy Elliot” y que aquí da vida al jefe de las detectives protagonistas. Además también encontramos a habituales televisivos como Paterson Joseph, dando vida al disciplinario comandante del submarino Neil Newsome, o Adam James como el primer oficial Mark Pentrice, uno de esos antagonistas con matices y con fachada dura, arisca y maquiavélica pero también de férrea nobleza y compromiso con su oficio.
En la serie también vemos a dos habituales de series británicas como Shaun Evans, el que era el joven amante de Annette Bening en “Conociendo a Julia”, como el timonel Elliot Glover, Anjli Mohindra como la doctora Tiffany Docherty, Connor Swindells como el oficial Hadlow, o Martin Compston, el Steve Arnott de “Line of duty”, que aquí da vida al miembro de la tripulación cuyo cuerpo sin vida aparece en su litera y provoca todo, Craig Burke.
“Vigil: Conspiración nuclear” también destaca por su ambientación y por una crítica nada complaciente a la Royal Navy, uno de esos estamentos que se creen por encima del bien y del mal y que con su soberbia y oscurantismo llevan a poner en peligro a sus hombres por lo que consideran un bien estratégicamente mayor. Una red que queda bien definida en la serie y que, a pesar de tocar varios frentes en una cadena de poder en la que más de uno es responsable, no provoca confusión en el espectador desarrollándose la trama con nervio, fluidez y una emoción en todo lo alto.
No es de extrañar que “Vigil: Conspiración nuclear” haya arrasado en audiencia en su país con 10 millones de espectadores en su estreno. Una producción modélica y exquisita que mantiene la tensión en alto y trata al espectador como un receptor inteligente al que le da la información al mismo tiempo que a los personajes, no pecando el misterio de predecible y con un empaque de altura. Un puzzle complejo, interesante y que se adentra en los códigos de honor militares bebiendo de los thrillers de conspiraciones clásicos de los 70.
Seis horas intensas que, aunque cojeen un poco a la hora de mostrar el lado más personal de las detectives, una concesión para mostrar una vertiente humana y justificar algunas de las reacciones del carácter de la protagonista, se ven en un suspiro transcurriendo de menos a más hacia un “happy end” que cierra la resolución de una historia en la que más que el desenlace lo importante es el camino transcurrido que llevará a la resolución del misterio y que también esa detective atormentada, en parte, encuentre su propia paz.
Nacho Gonzalo