Cine en serie: "Un caballero en Moscú", un poema salvador

Querido Teo:

Pude conocer el Metropol en septiembre de 1984, sólo dos años antes de que una gran reforma le diera el aspecto actual. Aquel era el hotel que recrea la serie basada en la segunda novela del norteamericano Amor Towles, una súper ventas de hace unos años.

Para llegar hasta la habitación hubiera agradecido una bicicleta o un patinete. Pasillos inmensos con sus correspondientes robustas gobernantas por planta. Una de cada tres habitaciones no tenía baño. Las suites al parecer rebosaban lujo. Por menos de diez dólares podías empezar cada comida con una tarrina de caviar rojo y otra de gris. Pero la impresión general era de decaimiento. El descuido, la desidia, habían dejado al hotel hecho unos zorros. Para la nueva Rusia de nada valían los techos pintados de realismo socialista sobre epopeyas obreras.

En 1991 el Metropol quedaría moderno con el brillo de lo antiguo, cómodo, espectacular. Las obras finalizaron justo cuando la URSS se desmoronaba y dejaba de existir también el hotel del conde recluido que nació en un estupendo libro y ahora se transforma en una de las series más atractivas de la temporada, protagonizada con talento por Ewan McGregor.

¿Qué hacer con un aristócrata al que se atribuye un poema popular inspirador de la revolución comunista? El tribunal que se enfrenta a esta cuestión decide que ha de quedar confinado a su alojamiento actual, el Hotel Metropol. Si pone un pie fuera del hotel será ajusticiado.

Antes de dedicarse a la escritura en exclusiva, Amor Towles era representante comercial de una gran empresa. Estando en un hotel en Suiza, creyó ver a las mismas personas que había visto en el mismo establecimiento el año anterior. Y comenzó a inventar una historia sobre personas que viven en un hotel y se pasan la vida en él, mientras que los clientes van y vienen.

El conde Aleksander Ilich Rostov elude su trágico final gracias a un poema subversivo escrito diez años antes. Erudito, refinado y caballeroso, Rostov es un cliente asiduo del legendario Metropol, situado a poca distancia del Kremlin y el Bolshói. Sin profesión conocida, pese a estar ya en la treintena, se ha dedicado con auténtica pasión a los placeres de la lectura y de la buena mesa.

Ahora, en esta nueva y forzada tesitura, irá construyendo una apariencia de normalidad a través de lazos afectivos con algunos de los variopintos personajes del hotel con los jugosos secretos que esconden. A lo largo de más de tres décadas, el conde verá pasar la vida desde la terraza, acompañado por un panal de abejas laboriosas, o tras los ventanales del Metropol, mientras en el exterior se desarrolla uno de los períodos más turbulentos del país.

El Metropol abrió sus puertas en 1905, justo cuando la agitación revolucionaria forzó al zar Nicolás II a ceder ante las reformas constitucionales. Era uno de los primeros lugares en Moscú en tener refrigeradores y ascensores, en proporcionar agua caliente y teléfono en sus suites y un restaurante que aspiraba a codearse con el Ritz de París o el Savoy de Londres.

La Revolución de Octubre de 1917 vio a Vladímir Lenin y los bolcheviques tomar el poder y en Moscú sus oponentes se refugiaron dentro del Metropol y lo fortificaron. La feroz batalla lo dejó con graves daños, incluidas ventanas rotas y paredes con agujeros de bala. En 1922, con el hotel arreglado y cuando comienza esta historia, el conde Rostov desecha el rencor o la venganza y opta por hacer suyas las circunstancias, seguir una rutina diaria y tratar de disfrutar.

Encontrareis buenos diálogos, humor y crítica a una sociedad y un sistema político que sustituye las viejas clases sociales por otras no menos corrompibles. Nostalgia y elegancia, crueldades y bondades, bailes y accidentes, con huérfanas y actrices de moda. La serie refleja todo un mundo de interiores tanto físicos como filosóficos, que os gustarán, estoy seguro. Ceded al impulso de leer también el libro, vale la pena.

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Carlos López-Tapia