Cine en serie: "Los bastardos de Pizzofalcone", el éxito policial italiano

Querido Teo:

En 2013 nació un personaje en una de las comisarías más peculiares del Mediterráneo. Pasó del papel a protagonizar la serie televisiva "Los bastardos de Pizzofalcone", que este verano se han abierto a la televisión pública española. Giuseppe Lojacono, un siciliano trasplantado a Nápoles por sospechas de corrupción, que no representa sus cuarenta años, pómulos altos, ojos oblicuos que, cuando se concentra, cierra hasta convertirlos en dos ranuras que le hacen merecedor de un mote lógico: el chino. Pelo lacio, negro, desgreñado; cuerpo huesudo y en tensión permanente, como dispuesto a salir disparado en cualquier momento.

Lojacono trabaja en la comisaría de Pizzofalcone, la zona más céntrica de Nápoles. Si excaváramos el suelo de la comisaría, no tardaríamos en dar con los restos donde Lúculo, el apodado "Jerjes con toga" por su enamoramiento de los lujos asiáticos, trajo y plantó los primeros cerezos de Europa. La colina domina encaramada el "barrio español", una red intrincada de callecitas, callejuelas y callejones en cuestas escalonadas o no. Una acumulación de calles idénticas, perpendiculares, donde abundan los tubos de andamios, las tiendas de pescado, frutas y verduras, que invaden la calzada estrecha, con sillas en la acera para evitar que aparque alguien. Sólo las motocicletas pasan bien, rápidas, dejando pedorreos de ruido y humo entre las furgonetas que cargan y descargan sin preocuparse por las colas de coches que tocan la bocina. El edificio de la policía mira a una de las bahías más hermosas del mundo y a su espalda el monstruo dormido, el Vesubio.

Estos policías, de cuya honestidad dudan todos, en ocasiones con razón, han sido reunidos por sus mandos precisamente por su incompetencia o su supuesta corrupción. Pero son guías magníficos para moverse por el cuerpo y el espíritu de esta ciudad que los napolitanos han aprendido a dividir en tres: la que cuenta de verdad, no pasa de unos pocos miles de habitantes ricos. La segunda está formada por unos quinientos mil que tienen un trabajo, un sueldo fijo, y viven de fin de mes en fin de mes con la esperanza de repetir vacaciones en la playa. La tercera, más de un millón de habitantes, se las arregla y trata de sobrevivir lo mejor posible.

La serie, extraída de las novelas que ha venido publicando en los últimos años Mauricio de Giovanni, demuestra algo que todos sabemos. Los peores son parte de la "pequeña Nápoles”, la compuesta por esos pocos miles que se sienten con el poder de ser excluidos de las leyes que los bastardos de Pizzofalcone procuran que se cumplan.

Maurizio de Giovanni, el creador de la saga literaria, aprovechó el estreno de la serie para recordar que cada uno de sus personajes habla de si mismo, a veces casi se confiesan. Hablan de sus colegas y de la extraña comisaría donde, contra todo lo previsto, han encontrado refugio. Imprescindible para los enamorados del género policiaco y del sur de Italia.

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Carlos López-Tapia