Cine en serie: “Misfits (Inadaptados)”, vuelve la serie más gamberra de superhéroes
Querido Teo:
Después del final de la tercera temporada, en la que parecía que las tramas principales quedaban más o menos cerradas, daba la impresión de que podíamos marcar "Misfits" como serie finalizada. Pero esto es un negocio, y si un formato funciona es difícil tomar la decisión de aparcarlo y mirar hacia adelante, especialmente si alguna cadena norteamericana se ha fijado en tu serie y la ha empezado a emitir desde la primera temporada. Para los que no la conozcan, “Misfits” es una serie de adolescentes con superpoderes, pero que se aleja mucho de los cánones que Marvel y DC emplean habitualmente. Para empezar, los protagonistas no tienen precisamente unos altos estándares de ética y moral como los que encontramos en Spider-Man, Superman, etc…, sino que trata de un grupo de chavales condenados a realizar trabajo social por diversos motivos: robo, menudeo de drogas, agresión… Que no son hermanitas de la caridad, vamos.
Esto hace que a la hora de descubrir sus nuevas habilidades su primera reacción no sea precisamente la de formar “La liga de la justicia versión Londres profundo”. La cosa se acaba complicando cuando el trabajador social que se encarga de vigilarles adquiere también poderes que resultan ser algo inconvenientes para la salud de los chavales, no sé si me explico.
La serie está rodada principalmente en el edificio del centro social en el que deben trabajar los protagonistas, con alguna incursión en el barrio de extrarradio en el que está situado (que resultará familiar a los fans de “La naranja mecánica”). Este detalle ya nos distancia bastante de otras series de superhéroes, en los que la propia ciudad adquiere protagonismo y prácticamente visitamos todos sus rincones. Pero es que “Misfits” no pretende centrarse en contar historias de lucha contra el crimen, y menos con estos protagonistas, sino en el conflicto que les supone a unos adolescentes, que ya de por sí se sienten unos bichos raros, el convertirles realmente en personas fuera de lo corriente.
Los episodios se centran más en el desarrollo de los personajes que en explotar sus habilidades y, aunque sobre todo en la tercera temporada hay una trama clásica de héroes enmascarados, el acento se pone siempre en las relaciones de los protagonistas, ya sea entre ellos, con sus padres, e incluso en su lucha por aceptar este cambio. En el fondo la serie trata de la crisis de la adolescencia y del paso a la madurez de los protagonistas, aunque en este caso tenemos una distracción adicional. Lo que está claro es que los niñatos insolentes de los primeros episodios siguen siendo insolentes al cierre de la tercera temporada, pero de niñatos ya tienen más bien poco (ojo a la evolución de Simon, el introvertido y en general “rarito” interpretado por Iwan Rheon).
El tono de la serie es decididamente de comedia, muy negra en ocasiones, y llevada al extremo por alguno de los personajes, sobre todo el interpretado por Robert Sheehan, Nathan. Este irlandés se convierte rápidamente en el más querido u odiado de los espectadores, y es el alivio cómico constante del grupo. El resto de personajes no es ajeno a los malentendidos graciosos y a las situaciones cómicas, pero es Nathan siempre el que lo lleva todo al extremo.
En cuanto al resto de actores, además de los mencionados Iwan Rheon (al que veremos pronto en “Juego de tronos”) y Robert Sheehan, el grupo inicial lo completan Lauren Socha, Nathan Stewar-Jarret y Antonia Thomas. Dada su corta edad son pocos los papeles en los que les hemos podido ver, excepto en el caso de Robert Sheehan, que ya tenía experiencia en dos series antes de formar parte de ésta. Hay que tener en cuenta que esto no es “Sensación de vivir” y que aquí no se hacen castings de treintañeros para interpretar a chavales de instituto (¿verdad, Luke Perry?), pero vale la pena mencionar que la serie ha cosechado dos premios BAFTA importantes. En 2011 para Lauren Socha como mejor actriz de reparto y el año anterior como mejor serie dramática.
El problema que afronta esta serie ahora mismo es que recupera una dinámica que ya estaba superada, que es la de tropezarse con gente con nuevos poderes, averiguar exáctamente qué es lo que pueden hacer y procurar no palmarla en el proceso. Esto funcionaba muy bien al principio, cuando no sabíamos qué tipo de poderes podíamos encontrar en este universo, e incluso no sabíamos muy bien cuáles eran los de los protagonistas. La segunda temporada supo dar un giro sobre la misma temática, pero se apoyó en una trama principal que terminó en la tercera temporada. Volver ahora a la casilla de salida es dar un paso atrás, especialmente teniendo en cuenta que uno de los principales atractivos, que eran los propios actores, ha sufrido una renovación casi completa. De todas formas, en el primer episodio se apunta algún detalle interesante al final que no destriparé, esperemos que los guionistas sepan sacarle partido.
Para los que disfruten de las series en versión original, que se preparen para una dura prueba de agudeza auditiva. No sólo por la velocidad del diálogo, la cantidad de argot de la calle y la fea costumbre de arrastrar todas las palabras, sino por el acento cerradísimo de algunos de sus protagonistas, en especial el de Lauren Socha, del que incluso bromean los propios personajes en el primer episodio (y sí, ella también habla así en la vida real).
Para los que prefieran las versiones dobladas, MTV España la empezó a emitir no hace mucho, así que no hay excusa para no echarle un vistazo. Ojo también a alguno de los secundarios, la madre de Nathan le sonará a más de uno.
Atentamente.
Profesor Falken
Profesor, voy a tener que dejar alguna para septiembre... No puedo con este ritmo.
No pasa nada, para eso se inventó el "break" de verano
es genial misfits