Cine en serie “jPod”, Dios mío, está lleno de frikis

Querido Teo:

Douglas Copland es uno de esos autores bien conocidos en los círculos de los tecnófilos y amantes de los temas informáticos en general, como yo. Para el resto de público tal vez el nombre no resulte familiar, pero sí algunos de los términos que sus novelas ayudaron a popularizar, como el de “Generación X” (que es precisamente el título de su primer best seller), o el de McJob como sinónimo de trabajo mal pagado y carente de futuro.

En 2006 Copland publicó “jPod”, una historia acerca de un grupo de jóvenes programadores de una importante empresa de videojuegos. Narrada desde el punto de vista de uno de ellos, Ethan, nos cuenta el día a día de su disfuncional familia y de sus aún más disfuncionales compañeros de trabajo. La novela pronto llamó la atención de un productor de televisión, que llegó a un acuerdo con Copland para crear una serie de televisión basada en su libro.

La historia es la siguiente: Ethan y sus compañeros trabajan en el sótano de una gran empresa de videojuegos, separados del resto de empleados por un error informático y asignados a un proyecto llamado “BoardX”, en el que el jugador puntúa haciendo acrobacias con un monopatín. El estar aislados del resto de trabajadores les permite tomarse algunas “licencias” a la hora de trabajar, al menos hasta que llega su nuevo jefe, que quiere introducir algunos cambios en el juego que no gustan mucho a Ethan ni al resto.

Para hacernos una idea de por dónde van los tiros de la serie, atención a los personajes que pueblan la oficina. Tenemos a Ethan, que abandonó los estudios de medicina para convertirse en el “experto en gore” de su equipo, a Kaitlin, que pagó sus estudios convirtiéndose en madre de alquiler, aunque luego descubriremos que en realidad no los terminó y mintió en su currículum. Cowboy es un fumador empedernido y adicto al sexo al que también le gusta colocarse de vez en cuando con jarabe para la tos, Bree es una chica que vive con la constante presión de sus padres chinos, que le echan en cara no haber nacido varón. Y por último tenemos a John Doe, criado en una comuna lesbiana y empeñado en olvidar su pasado para recuperar la normalidad que desea.

Con trabajadores así, ¿qué puede salir mal?. Y por si fuera poco, Ethan también tiene el circo montado en casa. Su padre es un actor fracasado y campeón de baile de salón aficionado a la bebida, su madre tiene un próspero negocio casero... de cultivo de marihuana, que de vez en cuando le ocasiona algún problema con las bandas. Y para terminar, su hermano, agente inmobiliario, resulta ser muy amigo del jefe de la mafia china de la ciudad que, por otra parte, es un ferviente admirador de las hazañas de baile del padre de Ethan. Y luego nos quejaremos de nuestras reuniones familiares.

Lo bueno de la serie: lo ridículo de las situaciones en que se ven metidos los protagonistas, y las continuas referencias al mundillo informático y a elementos de la cultura popular. Lo malo: que a pesar de las buenas críticas iniciales la serie acabó por cancelarse al final de la primera temporada debido a una espantosa programación por parte de la cadena, que le hizo perder la mayor parte de su “share” y dejó a toda una legión de fans cabreados organizando peticiones que tristemente no consiguieron salvarla.

A pesar de que la serie está inacabada el factor friki es un importante motivo para verla, y vale la pena ver el cambio de registro Alan “Doctor Seaver” Thicke. También veremos a Colin Cunningham en un papel muy diferente al que interpreta en “Falling skies”. Como he leído por ahí, parte de nuestra tarea como seriéfilos es la de honrar a las series muertas y mantener vivo su recuerdo, denunciando los errores que llevaron injustamente a su cancelación, con la esperanza de que algún directivo tome nota para la próxima ocasión. Y si no, pues al menos para imaginarnos lo que pudo ser.

Vídeo

Atentamente.
Profesor Falken