Cannes 2024: Un canto de dignidad y amistad femenina en Mumbai aviva la recta final

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Querido Teo:

Hay veces que las sorpresas llegan al final cuando parece que todo el pescado está vendido. Precisamente cuando ya se quería centrar la Palma entre Sean Baker y Jacques Audiard hay apuestas que han querido postularse con hechuras para el premio festivalero más codiciado. Es el caso de la película hindú "All we imagine as light" de Payal Kapadia, una de las cuatro directoras que compiten este año.

“All we imagine as light” (Payal Kapadia) // Sección Oficial

Un retrato feminista y conmovedor que no abandona el carácter documentalista del que fue el primer trabajo de la directora en el que, en Mumbai, la rutina de la enfermera Prabha se ve alterada cuando recibe un regalo inesperado de su marido separado. Su compañera de piso más joven, Anu, intenta en vano encontrar un lugar en la ciudad para intimar con su novio. Un viaje a una ciudad costera les permite encontrar un espacio para que sus deseos se manifiesten.

Dos enfermeras en Mumbai compañeras de piso que se alían con la lucha de una cocinera al borde del desahucio en la que es la segunda película de una directora que tira de lo sensorial y que es capaz de aunar los universos de Satyajit Ray y Wong Kar Wai, con la ciudad como permeable reflejo de sus sentimientos y sensaciones extrayendo toda la belleza de la misma, a partir de los anhelos de lo que es ser mujer en una estructura patriarcal en la que el amor, el peso de la religión y los prejuicios sociales se abordan de una manera tan sutil y sensible como ilustrativa y realista en un viaje físico y emocional trascendental que parte de la intimidad urbana casi documental hacia un pueblo de costa como catalizador catártico.

Todo ello sin renunciar a la fábula y a la ensoñación apostando por la sensibilidad en un ejercicio de sororidad que trasciende más allá de las generaciones y distintas formas de ver la vida para un canto de amistad de fragilidad ternura que supone todo un hito para un país que no competía en Cannes desde hace 30 años (“Swaham”) en el que es el bautismo en sección oficial de una directora a tener muy en cuenta por su capacidad de calar con sencillez y universalidad sin dogmatismos ni efectismos y sí enarbolando la dignidad de unas mujeres que, a pesar de sus miedos e inseguridades, no quieren perder el derecho a ser felices.

“L’amour ouf” (Gilles Lellouche) // Sección Oficial

Tras dirigir en solitario la exitosa comedia gala “El gran baño” (2018) el habitual actor Gilles Lellouche continúa explorando el terreno de la realización con un drama romántico con toques de comedia que roza las tres horas de duración.

La historia de amor a lo largo del tiempo entre la típica chica bien y el chico malo en un thriller urbano kitsch calificado por muchos de recargado, petulante y pretencioso tirando de efectismos ruidosos con la sensación de que es una apuesta a la que le ha quedado grande su participación en competición. “L’amour ouf” sustenta el interés en giros de guión, recursos sonoros acuciantes y un sentimentalismo a lo “Love story” que adelanta un fin tráfico para llevar por vericuetos insospechados a lo largo de un gran “flashback”.

“L’amour ouf” habla de los condicionamientos de clase y del peso de los orígenes de los cuales es tan difícil escapar, especialmente aquel chico de clase obrera, Clotaire, al cuidado de su madre que no puede evitar caer en las malas compañías siendo condenado a diez años de cárcel. Un amor interrumpido el que mantiene con la responsable y de buena familia Jackie que será avivado alcanzando la catalogación de imposible cuando los mundos tan diferentes a los que pertenecen sigan manejando los hilos de un destino que imposibilita que puedan estar juntos.

Un trabajo acusado de grandilocuente y culebronesco en el que hay mucho de folletín de sobremesa pero también de chauvinismo francés a la hora de darle un puesto en la sección oficial del Festival de Cannes. Gilles Lellouche ha logrado ser uno de los actores más recurrentes del cine francés reciente pero no parece que su carrera como director vaya a ser ni tan prolífica ni solicitada por el público. Malik Frikah/François Civil y Mallory Wanecque/Adèle Exarchopoulos comparten unos personajes que sustentan una historia sobre el papel trágico que los condicionantes llevan a una existencia cuya espiral, por muchos movimientos y desvíos por los que se mueva, parece predeterminada con la frustración de tener que resignarse a ello.

Nacho Gonzalo

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