Cannes 2023: La rutina feliz de Wim Wenders, el deseo según Catherine Breillat y ración doble (o triple) de Virginie Efira

Cannes 2023: La rutina feliz de Wim Wenders, el deseo según Catherine Breillat y ración doble (o triple) de Virginie Efira

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Querido Teo:

Penúltima jornada de un festival que vuelve a cubrir expectativas demostrando como, a pesar de sus avatares, que sigue siendo merecedor de ser considerado el mejor festival del mundo por toda la energía que allí se genera y que convierte cada pase en un acontecimiento en el que nacen títulos que muchos quedan para el recuerdo. Wim Wenders y Catherine Breillat llenaron de sensibilidad y de polémica entre película y película de Virginie Efira, toda una estrella de los últimos años en el cine francófono.

"Rien à perdre" (Delphine Deloget) // Una cierta mirada

"Rien à perdre" es un drama social al uso pero que tiene claro lo que quiere contar. Virginie Efira da vida a Sylvie, una madre de un adolescente (Jean-Jacques) y de un niño (Sofiane). Una noche en la que ella les ha dejado solos en casa y el pequeño tiene un accidente en la cocina, algo que quedará revelado en sus quemaduras y en su comportamiento desde entonces haciendo saltar las alarmas a los servicios sociales de Brest (lugar en el que viven) que ante las esquivas de la madre irrumpirán en la casa y se llevarán al niño ante la certeza de que Sylvie no es una buena madre para él. A partir de allí se inicia una lucha frente al sistema y los prejuicios por recuperar al pequeño. 

Realismo social que, en ocasiones, vira hacia cierta manipulación emocional pero que por lo general se sostiene por su puesta en escena heredera del cine de los Dardenne o de Ken Loach, la interpretación de Virginie Efira (que se echa la película a sus espaldas con suma facilidad) y el mantenimiento de una intriga que lleva a que cada vez todo parezca complicarse más y sea mucho más complejo que la familia vuelve a reunirse. Una historia en la que aflorarán los traumas de la pérdida (con la ausencia del padre) y un sistema que en vez de proteger, en ocasiones, complica mucho las cosas. La cinta deriva hacia lo tremendista, subrayando la lucha de la madre que intenta emerger del caos y las instituciones que son un muro sobre el que continuamente se topa.

"Rien à perdre" destaca por una espléndida Virginie Efira que ha puesto todo su talento al servicio de una directora en una ópera prima más que digna, resuelta con eficacia y buen hacer, a pesar de derivar en ciertos lugares comunes propios del cine social en el que vemos a una madre que intenta hacer malabarismos en una vida en la que ella está sola entre la responsabilidad de sus hijos, unos hermanos nada colaboradores, un grupo de terapia catalizador y unas autoridades judiciales que, en muchas ocasiones, precisamente en lo que menos recaen es en la justicia. Una carrera de fondo a pie de calle que termina conectando y empatizando en ese día a día hacia poder volver a tener a todos en casa.

"Perfect days" (Wim Wenders) // Sección Oficial

15 años después de su última participación en la competición de Cannes ("Palermo shooting") y 39 años cumplidos de su Palma de Oro ("París, Texas") está de vuelta Wim Wenders con una cinta sencilla, austera pero muy humanista centrada en un limpiador de retretes de Tokio que encuentra la felicidad en las pequeñas cosas porque, en realidad, es ahí donde parece encontrarse la esencia de la vida. Bien sea con las sensaciones que da esa canción, el placer de un buen plato o perderse en las páginas de una apasionante lectura. Tras años perdido en proyectos muy variados (entre experimentales y divulgativos) Wim Wenders sólo ha encontrado algo de rédito en documentales como "Pina" (2011) o "La sal de la tierra" (2014) consiguiendo una de esas cintas con las que los fieles que abandonaron la parroquia pueden regresar a la misma.

Minimalismo a la hora de mostrar la cotidianidad de la vida y sus rutinas con un halo de melancolía analógica que pretende reivindicar aquellos momentos que quedan fuera del alcance de una pantalla y que calan por el hecho de ser auténticos. Una cinta que ha sido comparada con "Paterson" (2016) por sacar belleza y poesía de una repetición de hechos que llevan a un protagonista que ha sabido encontrar su lugar en el mundo y vivir el día a día en paz y sin amarguras, frustraciones o delirios de grandeza. Largos planos y escasos diálogos para mostrar a un Hirayama que pudiendo parecer solitario y "outsider" posiblemente sea más rico que otros precisamente por ser consciente de lo que tiene y sacarle el lado bueno de las cosas sin esperar ninguna otra pretensión que se salga del guión y le lleve a un camino de amargura refugiándose en esa playlist que confirma el carácter melómano de Wenders y suponiendo uno de los alicientes de una película no trascendente pero sí estimable y edificante.

"Perfect days" es una película elogiable pero menor siendo su mayor baza las sensaciones que evoca aprovechándose de cierta aureola oriental que le hace conectar con Yasujiro Ozu (al que ya abrazó en "Tokio-Ga" en 1985) en su cadencia y sensibilidad representada en la nobleza de un hombre que ha encontrado su lugar en el mundo sin alharacas y al que imprime verdad un estupendo Kôji Yakusho que ya sólo por la escena final de la película miranda a cámara conduciendo su camioneta lleva a cabo toda una declaración de intenciones en esa gama de emociones que hacen concluir que hay que saber aprovechar hasta el último pequeño placer que nos brinde la vida, se encarama a lo más alto de las predicciones por el premio a mejor actor siendo una delicia verlo disfrutar del Perfect day de Lou Reed al Feeling good de Nina Simone en una rutina reparadora que también es una capa de protección frente al dolor encontrando en la música, las fotografías y el buen comer el auténtico sentido de la vida. Una contemplativa y tierna mirada a abrazar la simplicidad que no la simpleza que radica en un baño limpio, cintas de cassette, novelas clásicas o fotografías de la naturaleza.

"El último verano" (Catherine Breillat) // Sección Oficial

La veterana Catherine Breillat vuelve a la competición por segunda vez con el que es el remake de una cinta danesa llamada "Reina de corazones" (2019) y que se centra en una abogada de éxito especialista en casos de abusos que ve alterada su vida acomodada en su casa de campo con su marido empresaria y sus hijas pequeñas adoptadas cuando inicia una relación sexual con el hijo adolescente y problemático de su marido fruto de una relación anterior. "El último verano", partiendo de una premisa polémica, es abordada con elegancia y con la suficiente intriga a la hora de mantener el interés del devenir psicológico de una mujer prendida por el deseo juvenil como acicate a una vida previsible y llena de responsabilidades pero que, en vez de quedar torpedeada por ello, se rebela y defiende con uñas su estatus.

Uno de los grandes aciertos de la cinta es mostrar a un personaje protagonista con matices, sobre el que no cae ningún juicio moral sino que permite el poder entenderla logrando ser atrevida a pesar de que abraza determinados lugares comunes. No esconde su erotismo, la pasión animal y el retrato de los cuerpos, especialmente el de una mujer que ha entrado en los 50 y que no quiere privarse de poder seguir sintiendo aunque ello suponga aprovecharse del que es poco más que un adolescente en su apogeo hormonal y físico. Una película desafiante que se mueve en el thriller psicológico y que, siendo menos incómoda y transgresora que los primeros trabajo de Breillat, es capaz de cruzar líneas y ofrecer algo distinto. 

Una película íntima y elegante a pesar de lo escabroso e incómodo que podrían ser algunas escenas abordándolo con naturalidad y con suspense sin intención de ser más explícito de lo que corresponde. Lo mejor es como muestra a unos personajes con dobleces y que ya van el marido que intenta una segunda oportunidad como esposo y padre tras una relación conflictiva con su hijo y que prefiere mirar a otro lado pero, en verdad, es Léa Drucker la estrella como esa mujer segura y cabal que ve en ese muchacho la rebeldía y la energía de una juventud añorada que junto a él recupera en parte. Una conjunción de emociones y deseos de consecuencias arrasadoras en una relación en la que es más fuerte la atracción y las sensaciones que ello evoca que lo que ambos están abocados a perder y que sólo podrán superar sabiendo jugar mejor las cartas que el otro y haciéndolo descabalgar de su posición.

La directora que levantó ampollas con "Romance X" (1999), con escenas explícitas de sexo entre Caroline Ducey y Rocco Siffredi, ha zarandeado a un certamen tendente al elitismo y a lo existencial con una película tan elegante como disfrutona, tan heredera del culebrón de sobremesa como de cualquier tratado sobre las pasiones primarias con dos personas gozando de sus cuerpos a pesar de su enorme diferencia de edad. En todo caso una película más que notable y que ha supuesto un soplo de aire fresco en la recta final por saber aunar todo lo que encierra el juego de seducción, sometimiento, vértigo, pasión y manipulación de un amor prohibido.

"Sólo para mí" (Valérie Donzelli) // Cannes Première

"Sólo para mí" es el nuevo trabajo de la directora y actriz Valérie Donzelli conformando un melodrama perturbador y con aires de Hitchcock que va ganando en negrura cuando una mujer acaba sometida por la posesión de un hombre, el típico príncipe azul que después demuestra no ser tan perfecto como podría aparentar y que le va alejando de su vida y de su familia para terminar estando supeditada a él. Una intriga con humor negro que sin ofrecer nada nuevo se ve bien en la adaptación de la novela homónima publicada en 2014 por Eric Reinhardt que se apoya en esas apariencias que hacen que un matrimonio sea visto por los demás como una pareja de éxito que funciona cuando nunca podemos sospechar las claves que hay detrás de esa relación. Un thriller que supera la media del cine de sobremesa contando con Audrey Diwan como coguionista lo que lleva a un trabajo de marcado carácter empoderado con una mujer que es capaz, aún, de enfrentarse a un hombre que no es el que decía ser.

Una espiral de violencia, manipulación, mentiras y posesión que teje el personaje de Melvil Poupaud correspondiendo al de Virginie Efira (que también da vida a la gemela) encontrar la puerta de salida en ese laberinto tan complicado cuando es la inercia también la que empuja a no salir de allí. Elegancia, lucidez y solidez a la hora de mostrar esa caída a los infiernos de una mujer atractiva, lista y preparada que aún así no está exenta de caer en manos de cualquier desalmado que tira de cara bonita y defender la imagen del convencionalismo del "final feliz" para terminar allí muchas veces quedando empujados a ellos por el miedo a la soledad. Es precisamente ese el gran aporte de una cinta que invita a reflexionar sobre el hecho de que no es oro todo lo que reluce y que hay que ir con pies de plomo a la hora de confiar compartir la vida de uno con otra persona.

Otros títulos

* "Cobweb" de Kim Jee-woon se ha visto fuera de concurso mostrando a un director de cine (Song Kang-ho) en un rodaje durante la década de los 70 que se muestra obsesionado por mantener su sello en el "final cut" de la misma a pesar de todos los avatares que surgen en el set o la censura de la época. Un ejercicio delirante que se ahoga por su larga duración y un humor que no llega a emerger.

Nacho Gonzalo

 

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