Cannes 2022: Ali Abbasi denuncia el oscurantismo iraní y Valeria Bruni Tedeschi radiografía la pulsión actoral de un grupo de jóvenes

Cannes 2022: Ali Abbasi denuncia el oscurantismo iraní y Valeria Bruni Tedeschi radiografía la pulsión actoral de un grupo de jóvenes

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Querido Teo:

El Festival de Cannes prosigue en su sexta jornada sin haber encontrado a una Palma de Oro incontestable pero habiendo dejado el panorama en un nivel alto con las cintas de Ruben Östlund y Cristian Mungiu. Ellos ya son dos veteranos con Palma de Oro pero Ali Abbasi debuta en la sección oficial ganándose el puesto después de que con la singular “Border” (2018) hiciera explotar la cabeza a más de uno con su singular historia de trolls ganando el premio a la mejor película en la sección Una cierta mirada.

“Holy spider (Araña sagrada)” es lo nuevo del director iraní afincado en Dinamarca. Una intriga de altura que nos retrotrae dos décadas atrás, concretamente al Irán de 2001 en el que una periodista se introduce en los barrios de mal vivir para investigar la muerte de varias mujeres. Pronto descubre que las autoridades no tienen ningún interés en resolver estos sucesos, no sólo por la imagen que se da de un país hermético, sino por el hecho de que las víctimas son prostitutas, las cuales están siendo eliminadas por un asesino en serie que no se considera tal sino que se apropia para sí la misión divina de purgar de impureza las calles de la ciudad. Es por ello muy ilustrativo que antes de la premiere de la película haya sido notoria la protesta con pancartas y humo negro por parte de grupos feministas franceses para denunciar las 129 mujeres que han sido asesinadas de una edición a otra de Cannes.

“Holy spider (Araña sagrada)” es un intenso thriller policial que sin ser muy diferente a lo ya visto en el género es capaz de denunciar y de helar la sangre no sólo por los asesinatos que narra sino por la pasividad de un gobierno que no ataja la situación y que prefiere hacer oídos sordos a lo que está ocurriendo simplemente por el hecho, no sólo de que afecta a mujeres, sino porque el escenario son los ambientes marginales de un país que tiene una relación contradictoria con el sexo, tan condenado como presente en las calles y en la continua intimidación que sufren las mujeres ante la posición de dominio con la que se dota al hombre a todos los niveles.

Un trabajo fascinante, perturbador e intrigante que es un apasionante juego del ratón y el gato en el que la protagonista tendrá que toparse con la falta de colaboracionismo y también con el hecho de su condición de mujer. Ali Abbasi no desmonta géneros como sí lo hizo en su anterior cinta pero sí que pule y abrillanta lo mejor del género ofreciendo un thriller vistoso, adictivo, sucio y atmosférico con capacidad de denuncia en un país en el que esos asesinatos encuentran cierto amparo en la moral del mismo, tanto por machismo como por religiosidad purificadora mal entendida. Es lo que llevó a que este caso real fuera ocultado por las autoridades que controlan los medios y ni querían sembrar el pánico ni darle una importancia que consideraban que no era tal debido a quiénes eran las víctimas.

“Holy spider (Araña sagrada)” ha sido calificada de un ejercicio contundente que funciona tanto en la parte procedimental como en la política, recordando a “Seven” (1995) en su primera mitad y en su demoledor plano final con ciertos tonos de “Joker” (2019) por su retrato social, no exento de fanatismo religioso y de corrupción en las altas esferas, y por la perturbada personalidad del asesino que se ampara en una vertiente justiciera que incluso le lleva a ser visto en el juicio como un héroe mientras el machismo se propaga generación tras generación. Una cinta sólida, sombría y formularia que impacta por su potente denuncia e inquietante visión sobre un tiempo en el que los que deberían proteger ejercer de colaboracionistas por omisión en una sociedad que cultiva y jalea esa violencia patriarcal. Una película con posibilidades para traspasar el circuito festivalero y funcionar bien frente a un público amplio y con posibilidades de salir con el premio a mejor actriz para Zar Amir Ebrahimi por su terrorífica visión de lo que es ser mujer en un país como Irán, algo que ella mismo ha sufrido teniendo que exiliarse en Francia tras filtrarse en su país por parte de su ex pareja un vídeo íntimo.

Valeria Bruni Tedeschi es una de las pocas directoras que ha logrado entrar este año en la competición. Lo hace casi una década después de “Un castillo en Italia” (2013). En “La gran juventud” se adentra en la pasión por la interpretación de un grupo joven de actores veintañeros que realizan el examen de ingreso a la famosa escuela de interpretación creada por Patrice Chéreau y Pierre Romans en el Théâtre des Amandiers de Nanterre allá por finales de la década de los 80. Una mirada retrospectiva a los sueños, ilusiones, amores y errores de la generación de la propia directora y de un modo de vida primado en la camaradería de la juventud y el sentimiento de invencibilidad que dan los alocados años en los que todo es posible y el futuro está por escribir.

“La gran juventud” se centra en una generación actoral que transpira ganas e ilusión y que se capitaliza a través del personaje y rostro de Nadia Tereszkiewicz acompañada de otros nombres que conforman ese crisol aspiracional en el que Louis Garrel se reserva el papel de Patrice Chéreau. La calidez que da el trabajo de fotografía de Julien Poupard crea ese ambiente de ensoñación sobre una historia en la que la realidad y la ficción se dan la mano, definiendo tanto al que se es como al que se aspira a ser. Una delicia para apasionados de la interpretación por las dinámicas que se establecen sobre el escenario ente estos jóvenes en un momento de aprendizaje en el que realmente conocerán cuáles son las capacidades de cada uno.

“La gran juventud” es un retrato que aborda con ternura y humildad un ambiente el cual conoce la directora y actriz y que en esos años también implicó la convivencia con el fracaso, las pasiones obsesivas y truncadas, las drogas y el sida. Un homenaje a la figura y a la implicación de alguien como Patrice Chéreau, impulsor de ese grupo teatral, y la inestabilidad propia de las hormonas, los egos artísticos y una época en la que, entre ensayos, encuentros y desencuentros, palpita una agitación social propia de unos años de cambio. Aun así a la cinta se le ha achacado ser demasiado intrascendente y mirarse el ombligo a base de nostalgia y de egocentrismo al ser una cinta concebida por y para actores con guiños y referencias entre el ambiente cultureta e interpretativo de la época.

Un trabajo que parece aunar tanta intrascendencia, cuestionando su presencia en competición, como cierto encanto lleno de luz por la pasión artística y por la energía contagiosa de sus jóvenes intérpretes que en su presentación en Cannes se han volcado junto a dos actrices fetiche del cine de Chéreau, Isabelle Huppert e Isabelle Adjani, las cuales han podido desfilar por la alfombra roja. 

En Cannes Première se ha podido ver “Irma Vep” de Olivier Assayas, avance de la serie de televisión de HBO Max en la que el director lleva a cabo un remake de su propia cinta de 1997 sobre una actriz desengañada tanto por su carrera como por una reciente ruptura que llega a Francia para protagonizar el remake del clásico del cine mundo “Los vampiros”, un rodaje en el que explorará sus límites entre la realidad y ficción. Al margen de todo ello una excusa para que Cannes se haya marcado otro tanto en pro del glamour con la pareja formada por Alicia Vikander y Michael Fassbender en la alfombra roja.

También en Cannes Première "Don Juan" de Serge Bozon, una desmitificación feminista del mito del clásico mujeriego inmortalizado en la cultura popular desde la pluma de Molière en 1665. En este caso ya no nos encontramos a ese seductor crápula que va de mujer en mujer sin hacer caso a sus sentimientos por el mero hecho de la estimulación que le provoca ir de flor en flor, sino que los tiempos han cambiado y en la actualidad es un hombre obsesionado por una sola mujer, la que le abandonó. Una cinta en clave musical que, a pesar del atractivo de los protagonistas y explorar un aire más meditabundo y contemporáneo, ha dado la impresión de que ha quedado corta en resultado y en encanto para los que han podido encontrar hueco para ella dentro de la abultada parrilla de un certamen cada vez más inabarcable.

Nacho Gonzalo

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