Cannes 2019: Un divertimento entre amores y rodajes y el drama de las pateras en clave femenina
Querido Teo:
Toca hablar de las que fueron las dos últimas películas que vimos en el Festival de Cannes, cine de contrastes que nos lleva a un divertimento en clave de enredo francés, agradable pero algo impersonal y poco memorable para competir por toda una Palma de Oro, y un nuevo ejemplo de cine social que nos llega este ano como es el caso del drama de los refugiados a partir de unas mujeres que buscan una mejor oportunidad frente a su destino aunque eso suponga poner en peligro su vida.
“El reflejo de Sibyl” de Justine Triet se centra en una psicóloga en una historia con aire de folletín (tanto en sentido culebronero como bíblico) sobre una psicóloga que decide volver a dedicarse a lo que verdaderamente la apasiona y que no es otra que escribir. Al final su camino se cruzará con el de una de sus pacientes, una actriz insegura que necesitará su ayuda para su próximo rodaje. Una cinta elegante y menos inteligente de lo que pretende ser con un tono naif y juguetón que se apoya en personajes tan excéntricos como insoportables y que, en realidad, no dejan más que ser unos pijos sin las ideas claras de que hacer con su vida, entre calentones pasionales y agobios poco relevantes, no siendo más que tristes sombras en un guión inverosímil y que, en ocasiones, se pasa de frenada. Lo mejor es el cuarteto actoral que forma la directora encabezado por una Virginie Efira que sigue demostrando a base de belleza, talento y carisma ser uno de los mejores valores del cine francés (vista en “Pastel de pera con lavanda”, “Un hombre de altura”, “Los casos de Victoria” o “Elle”) y con Adèle Exarchopoulos, Gaspard Ulliel y una especialmente brillante Sandra Hüller como neurótica directora de cine en una escena de rodaje en el yate impagable.
En la jornada de repesca recuperamos “Atlantics” de Mati Diop, ópera prima que ha dividido a la crítica y que se adentra desde otra perspectiva al drama de la inmigración prevaleciendo el drama personal, íntimo y romántico de sus protagonistas que las miserias que les rodean. Mucho lirismo en la búsqueda de una joven ante el anhelo del amor y el posible dolor de la pérdida en una cinta algo atropellada y confusa en su desarrollo, que destaca por su exotismo y por acercarse desde otra realidad al drama romántico en una cinta mejor dirigida que escrita, destacando su fotografía, sabiendo captar la relación entre los personajes de Ada y Souleiman de una manera tan original como irregular. Demasiado inocente y bienintencionada por momento, al menos hay que destacar que el vínculo emocional de la historia cale y el riesgo de la directora en algunas decisiones de la directora detrás de las cámaras que hacen la película en cierta manera genuina aunque también implique navegar frente a los oleajes de ciertos fallos e irregularidades propios de una ópera prima con buenos mimbres pero en los que la directora ha querido arriesgar pero sin terminar de rematar el conjunto de la película para hacerla destacable.
Nacho Gonzalo