"Blondi"
La web oficial.
El argumento: Blondi y Mirko, a simple vista, parecen una pareja ideal. Les encanta vivir juntos, escuchan la misma música, ven las mismas películas, les gusta fumar porros, ir a conciertos, tener los mismos amigos, todo es perfecto entre ellos… pero, aunque parecen casi de la misma edad, Blondi es la mamá de Mirko.
Conviene ver: “Blondi” es una ópera prima llena de frescura y personalidad a cargo de Dolores Fonzi, habitual actriz que también da vida a la mujer que da título a la película. Una madre que es un desastre y que comparte con su hijo más aficiones y tiempo del que debería entre conciertos, fiestas y porros. Un caos existencial que no está exento de emoción y corazón en tiempos de cambio para unos personajes rotos por el baqueteo del día a día pero que encuentran un sentido a la vida porque se tienen entre sí entre conciertos y consumo de marihuana. Un film que Fonzi coescribe con Laura Paredes y que cuenta también en su reparto con unos estupendos Carla Peterson, Rita Cortese, Leonardo Sbaraglia y Santiago Rovito.
Una trama ligera sostenida en personajes tan disfuncionales como empáticos y en los que la banda sonora (suena The Velvet Underground como grupo más representativo de un estilo y de una forma de ver la vida así como Blondie o Nico) es un personaje más como combustible de esta madre y ese hijo por la singladura de la vida en la que no sólo tendrán que hacer caso omiso a las miradas y cuchicheos sino que tendrán que decidir entre afrontar lo que cada uno de ellos quiere e o seguir la inercia constante por no dejar desamparado al otro, tal y como ocurre cuando le surge al hijo de la protagonista la posibilidad de estudiar una carrera universitaria en Barcelona y, por tanto, que llegue el momento de soltar amarras y que tengan que separarse una madre y un hijo que ante todo son amigos y almas cómplices que se han retroalimentado a lo largo de los años, aprendiendo del uno del otro y sin necesidad de que la madre tenga que ser la más madura de la relación, sin hacer caso a las miradas de otros y al canon de lo que se considera que es o no una buena madre.
Una historia que se ve con una sonrisa a la hora de hablar del crecimiento personal de uno, del concepto de familia (la de sangre y la de afinidad) y sobre cómo encarar esos momentos tan tristes como necesarios como son los de separar los caminos para volar uno mismo con autonomía ante la irrefrenable necesidad de tener que madurar. Una mirada vitalista y contagiosa a la hora de hablar de nuevas maternidades y de, sobre todo, anteponer con dignidad los sueños, diferencias e imperfecciones de uno asumiendo ese papel en el momento que es necesario. Dolores Fonzi brilla en la película y da calidez en la historia poniendo sobre la mesa una relación nada convencional a la que inunda de cariño aunando humor y drama con suma inteligencia.
En apenas hora y media la cinta fluye con energía con gags chispeantes y momentos inspiradores entre conexiones intergeneracionales que presentan temas contemporáneos pero sin la intención de adoctrinar tal es el caso del aborto, cuando la protagonista confiesa a su hijo que se planteó hacerlo cuando quedó embarazada a los 15 años, o el derrumbe de un matrimonio previsible y opresivo del que intenta huir la hermana de la protagonista refugiándose en una comunidad “new age” como bálsamo para toda la mochila personal llena de responsabilidades que lleva a sus espaldas. Un film son sabor a cine “indie” que, a pesar de su ligereza divertida, trata temas importantes y sin sensiblerías sobre los vínculos afectivos y la libertad personal sacando a la palestra las imperfecciones e impulsos de uno y reivindica el derecho a equivocarse y a verbalizar los problemas e incluso la decepción por recibir una buena noticia que, por desconfianza y miedo, es comunicada como “el orto”.
Una “road movie” luminosa, vital, alocada y gamberra de sugerente propuesta formal que revierte los cánones tradicionales de las relaciones entre madres e hijos hacia su propio destino dando dignidad a la madre soltera e imperfecta, que sufre sus propios vaivenes emocionales lejos de esa imagen de aparente perfección, sacrificio y dulzura y que es tan irresponsable como meridiana a la hora de vivir como quiere hacerlo pero siempre haciéndolo con amor, en una propuesta auténtica y sin pretensiones que logra aunar cierto clasicismo con un espíritu rebelde en el que la honestidad está por encima de cualquier veleidad de autor sin elementos forzados y sabiendo presentar gags divertidos pero también momentos de reflexión y de lirismo. Naturalidad sin solemnidad con un humor sin imposturas y con la empatía por bandera poniendo el foco también en dos hermanas que a pesar de ser muy diferentes, con una que ha seguido los cánones marcados y la otra no, eso no lleva a que una haya podido ser más feliz que la otra. El viaje cotidiano de esta encuestadora de barrio que, además de persona, es madre, hija y hermana, con sus luces y sus sombras, pero intentando hacerlo lo mejor de lo que es capaz enriqueciendo con su naturalidad y sin dobleces a los que tiene a su alrededor por el mero hecho de no fingir quien no es y sabiendo que uno no puede salvarse por sí solo sino tiene a otro al lado que le tienda la mano para poder salir de la oscuridad.
Conviene saber: En la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián 2023.
La crítica le da un SEIS