"Bernardo de Gálvez. De la apachería a la épica intervención en la independencia de los Estados Unidos"

Una productora malagueña intenta interesar a Antonio Banderas por llevar al cine al personaje y la historia que cuenta este libro. Forma parte de un esfuerzo de recuperación histórica que ha llevado varios años en Málaga, Washington y Madrid.

Título: "Bernardo de Gálvez. De apachería a la épica intervención en la independencia de los Estados Unidos"

Autor: Miguel del Rey Vicente y Carlos Canales Torres

Editorial: EDAF

Hace algo más de un año, un historiador militar me habló del proyecto de una exposición dedicada a Bernardo de Gálvez. No había oído hablar de él en mi vida. Hoy se pretende llevar a cabo una suscripción popular para hacerle una estatua y colocarla en el mismo espacio que la capital de España tiene dedicado a Colón; he llevado a la radio al personaje; la exposición lleva algunas semanas en La Casa de América y éste no será el único libro dedicado al miembro de una familia de origen humilde, ennoblecida por Carlos III, y que jugó un papel importante durante el periodo en que se formó Estados Unidos.

Al margen del personaje, los autores comienzan contándonos sobre un asunto y periodo que el cine no ha valorado; las guerras y la convivencia entre los españoles asentados en América del Norte y los indios. Un gran conjunto de tribus originarias de Canadá se agolpaban al Norte del río Bravo, a lo largo de la frontera, una franja que iba desde la Louisiana hasta la actual Arizona. Se dieron muchas masacres, robos y cabelleras arrancadas por ambas partes, en una zona y periodo donde lo de arrancarse la cabellera se convirtió en una peculiaridad histórica. La palabra "apache" fue escrita por primera vez por el explorador Juan de Oñate en 1598 en Nuevo México. La había tomado de otros indios que se referían a los apachu, "enemigos".

Tras dibujar la situación en la zona y llegar a los tiempos de Carlos III, el libro entra en el papel social y militar de Bernardo de Gálvez, hasta situarlo gobernando Louisiana. Fue entonces cuando Gálvez tomó la decisión de atacar al ejército inglés y arrebatarles la ciudad más importante de la región, Pensacola. fue el momento álgido del apoyo de la corona española a los colonos norteamericanos que, mandados por George Washington, luchaban por independizarse de Inglaterra. En estas páginas, seleccionadas por el propio editor, podemos entrever parte de esta historia.

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Los autores abren su historia con este enfoque. La entrada española en la guerra que enfrentaba al gobierno de Londres con sus colonias, que se ve siempre como un sometimiento a los intereses franceses o un afán de revancha y resarcimiento de los daños padecidos a manos de Inglaterra apenas unos años antes, podría también interpretarse a la inversa. España se encontró ante una ocasión inmejorable para ganar una posición hegemónica en Norteamérica. Sólo tenía que recuperar Florida, unirla a la Louisiana y a las ya sólidas posiciones californianas y texanas, para controlar la práctica totalidad del continente y relegar a los británicos al Canadá. Eso volvería a asegurar la circulación comercial a través del Atlántico y reafirmaría y estabilizaría la posición de España en toda América.

Si lo enfocamos así, la política norteamericana del reinado de Carlos III, que habría de interpretar magistralmente Bernardo de Gálvez, pero no tanto los ministros del rey, no sería defensiva, y ahí está su auténtico mérito, por lo que verdaderamente debería haber pasado a la Historia nuestro protagonista, no porque colgaran un retrato suyo en el Congreso de los Estados Unidos.

La historia se mueve en ocasiones por caminos sorprendentes y, dando la razón a los autores, es la peripecia de ese cuadro quien ha hecho posible este libro, aunque es pronto para saber si veremos a Gálvez en la gran pantalla.

Carlos López-Tapia