"Belle époque", el "carpe diem" en momentos de incertidumbre
Querido primo Teo:
1992 supuso para nuestra piel de toro perfeccionar el concepto de "tirar la casa por la ventana" porque fue una manera de decirle al mundo que aquí estábamos, el tortazo de realidad nos lo llevamos cuando un año después de vivir por encima de nuestras posibilidades entramos en recesión y la caja se vació entre la caída de los ingresos y los escándalos de corrupción de la etapa del gobierno socialista de Felipe González. La España de 1992 brilló gracias a la Expo de Sevilla, los Juegos Olímpicos de Barcelona, la celebración del quinto centenario del descubrimiento de América, hoy políticamente incorrecto recordarlo, la gira "Aidalai" de Mecano, que supuso su despedida de los escenarios, el nacimiento estelar de nuestros dos iconos celtíberos, Penélope Cruz y Javier Bardem, gracias al éxito de “Jamón, jamón”, y el estreno de “Belle époque” de Fernando Trueba, una de esas películas que mejor han definido lo que es ser español, alguien con una capacidad innata para abstraerse de la realidad cuando todo se va al carajo.
A inicios de la década de los 90 Fernando Trueba ya estaba en una situación privilegiada en la industria del cine español. Se consagró con su debut, “Ópera prima” (1980), convirtiéndose de manera automática en un referente de lo que se llamó "la comedia madrileña" y que no dejaba de ser un ejercicio de pijos mirándose al ombligo.
Con la revisión del pasado en “El año de las luces” (1986), que transcurría tras la Guerra Civil española, cosechó un gran éxito e incluso se llevó el Oso de Plata en el Festival de Berlín y quiso repetir la experiencia llevándose la acción al momento de gestación de la Segunda República, mostrándonos a unos personajes que han apostado por huir de lo que está sucediendo para instalarse en una burbuja en la que exprimir al máximo la vida.
Tenemos que trasladarnos a un pequeño pueblo del norte de España no identificable, que la película se rodara en Portugal contribuyó de manera notable, durante los últimos meses del reinado de Alfonso XIII. La sublevación de Jaca, el 12 de Diciembre de 1930, contra la monarquía ha sido un fracaso y sus impulsores han sido fusilados. Fernando es un joven soldado que ha desertado y en su huida encuentra refugio en la casa de Manolo, un pintor libertario ya entrado en años que en su atalaya vive completamente desconectado de lo que está ocurriendo en España.
A los pocos días aparecen en escena las cuatro y bellísimas hijas de Manolo, huyen de la convulsión de Madrid, y Fernando se olvida de su idea de partir hacia otro lugar más seguro y establece con cada una de ellas un juego de seducción.
El desertor convertido en el objeto de deseo de cuatro hermanas daba para una nueva versión de la novela “El diablo engañado” de Thomas Cullinan o para aproximarse al universo lorquiano de “La casa de Bernarda Alba” pero en ningún momento Trueba ve la rivalidad de las cuatro hermanas por apropiarse de un garañón como una tragedia sino como un ejercicio de picardía a la altura del Ernst Lubitsch más picantón.
Las cuatro hermanas son muy diferentes entre sí. Clara, la primogénita, se ha quedado viuda y siente un vacío en su vida ante la ausencia de un hombre, especialmente por la noche. Violeta es lesbiana y solamente le atrae sexualmente Fernando cuando invierten los roles de género en una fiesta de carnaval. Rocío, la más coqueta y también la más casquivana de todas, se siente comodísima disfrutando de su sexualidad y en su papel como imán para los hombres. Por último, Luz, la pequeña, está acomplejada porque es la única del cuarteto que sigue siendo virgen y ve que Fernando ya ha sido catado por sus hermanas.
Más allá de la villa de Manolo, que se nutre también con la visita de la matriarca y su amante, hay vida en el pueblo con unos personajes extraordinarios. Como Juanito, un buen chaval que ha nacido en una familia con posibles, con una madre controladora y religiosa, eterno pretendiente de Rocío pero que es tan torpe que ella ni le tiene en cuenta, o Don Luis, el cura progresista y republicano que espera ansioso la instauración de la República.
“Belle époque” funciona como el mecanismo de un reloj. En la película convergen varias generaciones de actores. La veteranía de Fernando Fernán Gómez, Chus Lampreave y Agustín González frente a la frescura de Ariadna Gil, Penélope Cruz y Miriam Díaz Aroca y el grado de experiencia que da tener una carrera asentada, como eran los casos de Jorge Sanz, Maribel Verdú y Gabino Diego.
En 1992 Jorge Sanz era una de las principales estrellas del cine español. Comenzó su carrera siendo un niño, intervino en “Conan, el bárbaro” (1982) y gracias a Vicente Aranda logró hacer la transición hacia la madurez interpretativa, tenía tan solo 21 años cuando se llevó el Goya al mejor actor por “Si te dicen que caí” (1989) y ya era su tercera candidatura al premio.
Además era un ídolo carpetero y de hecho durante el rodaje de “Amantes” (1991) en Burgos el equipo tuvo que sufrir los alaridos de las adolescentes que hacían pellas para ver al actor. Sanz era perfecto para encarnar a un ex seminarista convertido en un soldado desertor que es un seductor devorado en el juego de seducción. Maribel Verdú también se encontraba en la cúspide de su popularidad y además gustaba mucho a la crítica porque cada vez que podía sorprendía con su versatilidad. Ambos ya habían trabajado con Fernando Trueba en “El año de las luces” (1986).
Miriam Díaz Aroca era una de las caras más populares de la pequeña pantalla, cuando las televisiones privadas aún tenían pañales, y gracias a su frescura y carisma era la presentadora preferida de la gente más joven, además ya contaba con la bendición de haber debutado en el cine realizando un breve papel en “Tacones lejanos” (1991) de Pedro Almodóvar.
Ariadna Gil tenía 17 años cuando fue descubierta por Bigas Luna con quien debutó en “Lola” (1986) y antes de rodar “Belle époque” ya se había convertido en la nueva actriz preferida de la crítica gracias a “Amo tu cama rica” (1991) de Emilio Martínez-Lázaro. Su interpretación de Violeta, una mujer que ha asumido su sexualidad y que la vive con libertad pese a que lo que tiene alrededor no la invita a ello, le hizo ganar el Goya a la mejor actriz y fue determinante para su entronización aunque su reinado fuera corto.
Penélope Cruz estaba rodando “Jamón, jamón” (1992) cuando hizo la prueba para interpretar a Luz en “Belle époque”. Todavía no había explotado el fenómeno que supuso su salto a la fama, pese a que era la protagonista del videoclip de La fuerza del destino, uno de los himnos de Mecano, y durante una temporada aparecía todos los fines de semana en televisión como parte del equipo de presentadores de un programa juvenil.
Cruz se hizo con el papel porque representaba a la perfección a esa cría que está a medio hacer y que se siente en inferiores condiciones que sus hermanas. Si por “Jamón, jamón” fue nominada al Goya a la mejor actriz, por “Belle époque” fue galardonada por la Unión de Actores, se le abrieron las puertas del cine europeo y le hizo ganar la admiración de Pedro Almodóvar.
“Belle époque” escrita por Trueba, Rafael Azcona y José Luis García Sánchez fue una producción de Andrés Vicente Gómez, en aquel momento uno de los productores más poderosos del cine español, contó con un presupuesto de 330 millones de pesetas (casi 2 millones de euros), por encima de la media en aquella época, y se rodó en Portugal porque era mucho más barato y además el paisaje no se había alterado demasiado con el paso de las décadas.
Trueba tenía presente las películas de Jean Renoir “La regla del juego” (1939) y "Una partida de campo" (1946), quería captar esa alegría de vivir y ese espíritu bucólico y de hermandad se vivió durante el rodaje en el verano de 1992. La película se terminó a tiempo para ser estrenada el 4 de Diciembre de ese mismo año.
Fue un éxito inmediato, que fuera una obra de Fernando Trueba se veía en aquel momento como un sello de garantía. Recaudó 700 millones de pesetas, algo más del doble de lo que costó, a eso hay que añadir las ganancias obtenidas cuando salió a la venta y se convirtió en el mayor éxito de la productora LolaFilms a nivel artístico. Participó en el Festival de Berlín 1994 y se alzó con 9 premios Goya, entre ellos los correspondientes a película, dirección, guión original, actriz principal (Ariadna Gil), actor de reparto (Fernando Fernán Gómez), actriz de reparto (Chus Lampreave) y aspiró a ocho más.
Más de un año después del exitoso estreno en España de “Belle époque” llegó su consagración internacional. El 21 de Marzo de 1994 se celebró la 66ª edición de los Oscar, en donde se coronó “La lista de Schindler” de Steven Spielberg, era ese momento en el que en los Oscar seguía habiendo películas importantes, y “Belle époque” logró imponerse a la gran favorita "Adiós a mi concubina” de Chen Kaige (ganadora de la Palma de Oro en Cannes) y a la alternativa “El banquete de bodas” de Ang Lee (ganadora del Oso de Oro en Berlín).
Fernando Trueba en su discurso dijo que le hubiera gustado creer en Dios para darle las gracias pero que solamente creía en Billy Wilder así que le daba las gracias a él. No tardó en recibir una llamada de Billy Wilder para decirle que desde entonces no podía salir a la calle porque la gente se le ponía de rodillas.
Cuando Fernando Trueba presentó “Belle époque” a los medios de comunicación veía a su película como un antídoto ante el muermo que nos invadía. 30 años después de su estreno sigue siendo un lugar paradisíaco en el que ser feliz de nuestra cinematografía y una invitación al "carpe diem" para que vivamos la vida antes de que sea demasiado tarde.
Mary Carmen Rodríguez