Alan Menken, el músico renacentista. Plantas carnívoras, alfombras mágicas y colores en el viento
Querido Teo:
Un 17 de Noviembre de 1989 se estrenaba en salas estadounidenses “La sirenita”, la 28ª cinta de animación de Disney de la cual no se esperaba demasiado. Y mucho menos viniendo precedida un año antes por “Oliver y su pandilla” (1988); película que pasó sin pena ni gloria en la que lo más destacable era la calidad de su animación, pese a que consiguiera hacer la suficiente taquilla como para albergar esperanzas en que una nueva película de la división de animación podría ser rentable.
Disney, una productora pionera en la animación y otrora reina de la taquilla (y de varios logros artísticos), vivía sumida en una crisis creativa (y financiera) desde la muerte de su fundador y que, bajo las órdenes del yerno de éste, Ron Miller, vivió un periodo oscuro hasta 1984, cuando Michael Eisner y Jeffrey Katzenberg entraron en acción y empezaron a hacer ajustes y reestructuraciones en todas las divisiones, principalmente en la de animación. Con algún pequeño gran éxito aislado como “Basil, el ratón superdetective” (1986), la división de animación de Disney (que había sido trasladada fuera del Estudio) necesitaba un revulsivo artístico y económico.
John Musker y Ron Clements, responsables de “Basil, el ratón superdetective”, comenzaron a trabajar en la siguiente película de animación mientras que el departamento producía “¿Quién engañó a Roger Rabbit?” (1988) en asociación con Amblin. Musker y Clements querían un regreso a los orígenes primitivos de Disney y a los cuentos de hadas clásicos para volver a conectar así con las raíces del Estudio y con las audiencias más jóvenes a las que las propuestas más oscuras no habían acabado de enganchar y atraer a las salas.
Basada en el popular cuento de Hans Christian Andersen, el guión de la cinta, a cargo de Musker y Clements, sufrió modificaciones con respecto al relato original para dotarlo de un lenguaje más cinematográfico. En un momento dado, el letrista y productor Howard Ashman, que acababa de hacer una colaboración en “Oliver y su pandilla” (1988), entró en escena involucrándose en la historia de la cinta y sugiriendo ciertos cambios estructurales en algunos personajes (a él le debemos al cangrejo Sebastián tal y como lo concoemos, por ejemplo) y enfocando la cinta como un musical al estilo de Broadway, terreno en el que Ashman trabajaba y dotando así a la película de una continuidad en la línea de los clásicos dorados de Disney, pero a lo grande.
Ashman (tristemente fallecido en 1991) trajo a bordo a su colaborador habitual, el músico Alan Menken, un artista con el que había trabajado en algunos musicales en los setenta y ochenta como “God bless you, Mr. Rosewater” (1979) o “La tienda de los horrores” (1986), musical que acababa de conocer una adaptación cinematográfica de la mano de Frank Oz y que le había supuesto a ambos compositores su primera nominación al Oscar a la mejor canción.
Cuando se apagaron las luces de la sala y comenzaron los créditos iniciales de “La sirenita” (1989) algo cambió para siempre. No estábamos ante otra película de Disney. Esto era algo más. La perfecta combinación de animación, guión, dirección, personajes carismáticos (gracias, Glen Keane) y, sobre todo, la absoluta consonancia, armonía y perfección de su música y sus canciones dieron el pistoletazo de salida para salir de la “etapa oscura” e iniciar lo que se conoce como el “renacimiento” de Disney. Sin duda, se puede afirmar que "La sirenita" es, junto a "Blancanieves y los siete enanitos", la película de animación más importante de la compañía. Y eso es algo que sin los trabajos de Menken y Ashman, muy seguramente, no se hubiera conseguido. La película ganó 2 Oscar, a la mejor música original para Alan Menken y a la mejor canción por Bajo el mar para Alan Menken y Howard Ashman. Además de 2 premios Grammy al mejor álbum infantil y a la mejor canción.
Ésta sería la primera victoria en los Oscar de muchas otras para Alan Menken que, a día de hoy, tiene el récord de ser la persona viva con más Oscar ganados, además de uno de los compositores audiovisuales más premiados del medio, habiendo ganado, prácticamente, todos los premios gordos en el arte de la creación musical para el medio audiovisual. Y eso es muchísimo decir para un compositor que ha llegado a tocar la gloria de los Oscar 8 veces; además de tener 7 Globos de Oro, 11 premios Grammy, 1 Emmy honorífico, un premio Tony y un Razzie. De hecho, tiene una entrada en Wikipedia únicamente para recopilar todos sus premios, galardones y reconocimientos. Sin duda hay que ser muy leyenda para eso. Un artista capital para la Historia del cine, al que le debemos buena parte de las melodías más populares de los años 90 y que han trascendido generaciones y el imaginario colectivo. No hay mayor gloria que esa.
El secreto de su éxito se debe, en parte, a un estilo tan rico en matices como en formas clásicas que es capaz de inundar la pieza musical con una grandilocuencia a la par que sencillez que consigue emocionar con tan sólo dos acordes. Una textura de ritmos y una variedad compositiva que enriquece y eleva cualquier trabajo en el que participe. Un compositor cuyo impacto cultural ha sido tan grande que se ha ganado un hueco en el olímpo de los grandes. Un músico capaz de armonizar a plantas carnívoras, musicalizar alfombras mágicas, dar voz a cangrejos jamaicanos y descubrirnos colores en el viento.
Nacido en New Rochelle (Nueva York) en 1949 en el seno de una familia con larga tradición de dentistas pero con aficiones musicales, el joven Alan comenzó a muy corta edad a tocar el piano y, enseguida comenzó a modificar composiciones de Beethoven cuando sus padres abandonaban la habitación y componer sus propias piezas en vez de limitarse a interpretar las partituras. Cuando nace un talento hay que tratar de darle voz. Y así hizo Alan, que en 1971 se graduó en estudios musicales por la Universidad de Nueva York.
Tras graduarse, y como le sucede a la gran mayoría de genios, comenzó a tocar el piano en clubs nocturnos y cabarets, interpretando piezas ajenas y composiciones propias. Enseguida se inscribió en la BMI Musical Theatre Workshop, para recibir la formación idónea en la composición de musicales. Ahí fue donde Menken conoció a Howard Ashman a través del compositor Maury Yeston y esa amistad fue el germen de todo lo que estaría por venir. Que no ha sido poco.
Como ya se ha dicho, su primera colaboración juntos fue “God bless you, Mr. Rosewater” en 1979, seguida de “La tienda de los horrores”, un musical Off- Off Broadway, casi de nicho, que obtuvo unas críticas estupendas y que acabó convirtiéndose en película, otorgándole a Ashman y Menken su primera nominación al Oscar por la canción Mean green mother from outter space.
Mientras trabajaban en esa adaptación cinematográfica, Menken escribió el musical “The apprenticeship of Duddy Kravitz” (1987) mientras que Howard Ashman fue invitado a una lluvia de ideas para los animadores y creativos de Disney que estaban trabajando en ese momento en “La sirenita”. Y ese fue el momento clave. La chispa que lo cambió todo. Cuando Disney vio el potencial de este dúo musical acabó contratándolos. De hecho, el trabajo de Menken iba a ser inicialmente componer la música de las canciones pero, finalmente y ante la insistencia de Ashman, le propusieron también componer la música incidental del film. Si bien es cierto que Ashman nos dejó hace mucho, sin él Alan Menken no se hubiese convertido en el compositor que es a día de hoy.
Tras los 2 Oscar de “La sirenita”, Menken y Ashman compusieron la canción Wonderful ways to say no para el especial animado de televisión contra la droga “Cartoon all star to the rescue” (1990) por la que ganaron un Emmy especial. También compuso una canción para “Rocky V” (1990) titulada The measure of a man con letra de Elton John y que fue nominada al Razzie a la peor canción del año. Además, escribió varias canciones para “Barrio Sésamo” antes de embarcarse de nuevo junto a Howard Ashman en la magia de Disney con “La bella y la bestia” (1991), el segundo film animado de Disney tras “La sirenita” (lamentablemente, cuando se habla de la Edad del Renacimiento de Disney y las películas que lo forman siempre se olvida a la muy denostada y visualmente apabullante “Los rescatadores en Cangurolandia”) y en el que Ashman también jugó un papel decisivo en el desarrollo de la historia, algo que también hizo junto a Menken en “Aladdin”.
Sea como fuere, “La bella y la bestia” (1991) consiguió superar el éxito crítico y de público de “La sirenita” y les valió de nuevo los Oscar a la mejor música original para Menken y a la mejor canción por “La bella y la bestia” con música de Menken y letra de Ashman y que también se alzó con 3 Grammy. Sin duda, este dúo procedente de Broadway había llegado para quedarse y hacer nuestras vidas más felices. Además de vender miles de discos; ya que la canción fue número 7 del año en Billboard.
Aunque, desafortunadamente, la alegría duró poco; mientras trabajaban en la siguiente película animada de Disney, “Aladdin” (1992), Howard Ashman falleció de sida a los 50 años, dejando una gran pena en Menken y con las composiciones de varias canciones inacabadas. Para ello, Disney trajo al letrista Tim Rice, toda una leyenda de Broadway que ayudó a Menken a completar las canciones de la cinta que, de nuevo, fue un rotundo éxito de crítica y público (de las mejores producciones animadas de la casa y la mejor de toda esa época) y volvió a alzarse con los Oscar a la Mejor música original y a la mejor canción. Una composición con tintes orientales, de un sentido de la épica único y un lirismo pocas veces igualado.
Tratando de alejarse un poco de la animación, Menken compuso las canciones de la película musical de Disney “Newsies” (1992) junto a Jack Feldman y con un jovencísimo Christian Bale como protagonista y por la que ganó el Razzie a la peor canción del año por High times- hard times. También escribió las canciones del musical “Weird romance”, una canción para “Solo en casa 2: Perdido en Nueva York” (1992) titulada My Christmas tree, la música para el documental “Lincoln” de la PBS y para la comedia de Michael J. Fox “¡Dadme un respiro!” (1993). Fue precisamente escribiendo una canción para esta película donde coincidió con Stephen Schwartz, un reputado compositor y letrista que se convertiría en su nuevo compañero de aventuras durante un tiempo.
Ya en 1994, Disney puso en marcha la adaptación teatral de “La bella y la bestia”, para la que Menken compuso nuevas (y quizás mejores) canciones junto a Tim Rice y por las que optó a un premio Tony. También se encargó del musical “Cuento de Navidad” junto al letrista Lynn Ahrens (responsable de “Anastasia”).
Posteriormente, Menken volvió a unir su talento con Stephen Schwartz en las canciones de la nueva película animada de Disney, “Pocahontas” (1995) en la que también se encargó de la música incidental. El tema principal de la cinta fue Colores en el viento, probablemente la mejor composición que ha realizado Menken en toda su carrera y, sin duda, la mejor canción de una película de Disney. Todo un portento melódico e instrumental de viento y metal, acompañado de cuerdas que va "in crescendo" hasta un clímax dramático capaz de derretir el hielo. Todo ello, unido a la maravillosa letra de Stephen Schwartz hace que Colores en el viento se imponga por encima del resto como una canción única e irrepetible. Sin duda, la cima del talento de Alan Menken.
Ni que decir tiene que “Pocahontas” volvió a llevarse los Oscar a mejor música original y mejor canción, otorgándole a Alan Menken su séptimo y octavo Oscar y su décimo Grammy. Todo un logro (merecidísimo) al alcance de muy pocos. Tras “Pocahontas”, la dupla Menken-Schwartz volvió a unirse para la música y las canciones de “El jorobado de Notre Dame” (1996), una de las mejores (y más olvidadas) películas que haya hecho Disney y cuya composición musical es el trabajo favorito del propio Menken de toda su extensa carrera. Una música que abarca varios géneros y pasa en tres acordes de lo mundano a lo divino sin apenas despeinarse. La película optó al Oscar a la mejor música Original pero, finalmente, fue la compositora Rachel Portman la que se llevó el Oscar ese año por la inferior aunque estimable “Emma”.
En 1997, Menken tuvo doble tarea musical. Por un lado, compuso la música y las canciones de “Hércules” junto al letrista David Zippel y cuyo tema principal Go the distance fue nominado a los Oscar en los que “Titanic” arrasó con todo; y por otro lado, levantó junto a Tim Rice el impresionante oratorio “Rey David”, basado en el personaje bíblico y ancestro de Jesús que se convirtió en rey de Israel y fue autor de 73 salmos. Una tarea titánica e imponente con algunos momentos que son de una calidad y una complejidad musical únicos.
Tras casi una década sin parar de trabajar, Menken se tomó un merecido descanso de un par de años hasta que en 1999 volvió a colaborar junto a Stephen Schwartz en la música y canciones de una versión musical de “El jorobado de Notre Dame” que se alejaba bastante del tono de Disney, tratando de acercarse más a la novela de Victor Hugo y que se estrenó en Berlín donde se estuvo representando más de tres años ininterrumpidos (debido, principalmente a que Disney no cedió los derechos teatrales de “El rey león”). Sin embargo, no fue hasta 2014 cuando la versión en lengua inglesa del musical (con varios cambios respecto a la versión estrenada en Berlín) debutó en Estados Unidos, en una producción dirigida por el hijo de Stephen Schwartz, Scott Schwartz. Una producción que, finalmente no a los escenarios de la calle 42 pero que es todo un logro de puesta en escena, tanto a nivel musical como de escenografía e iconografía.
Durante la primera mitad de la década de los 2000 Disney no vivía buenos tiempos a nivel creativo ni económico. En 2004, Menken compuso la música y las canciones para la infame producción animada de Disney “Zafarrancho en el rancho” junto al letrista Glenn Slater y también para la película navideña en acción real (sin relación alguna con Disney) “Noel”, un fracaso en toda regla protagonizado por Susan Sarandon y Penélope Cruz a las órdenes de Chazz Palminteri. En 2006 escribió la música de “Cariño, estoy hecho un perro”, un vehículo Disney de lucimiento para Tim Allen que acabó patinando. Afortunadamente, en 2007 la compañía del ratón comenzó a levantar cabeza a nivel artístico con “Encantada”, una deliciosa y divertida comedia familiar en la que Menken compuso la música incidental y las canciones junto a Stephen Schwartz de las que tres de ellas estuvieron nominadas al Oscar y dos al Grammy.
En 2008 Disney estrenó la producción teatral de “La sirenita” para la que Menken escribió nueva música y canciones ayudado esta vez de Glenn Slater y por las que optó a un Tony y a un Grammy. A la misma vez que se encargó del siguiente trabajo animado de la factoría y que llevaba por título “Enredados” (2010), cinta por la que volvió a optar al Oscar a la mejor canción original y por la que se llevó su onceavo y último (de momento) Grammy. En ese mismo año, recibió una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
En esta década, la presencia de Menken ha sido algo más ecléctica. Compuso una canción junto a David Zippel para “Capitán América: El primer vengador” (2011) y las canciones de la cinta animada “Jock” (2011). Ese mismo año, debutaba en Broadway la versión teatral de “Sister Act”, a la que Menken puso música junto a su ya habitual Glenn Slater y por la que volvió a optar al Premio Tony. Un año después, Menken compuso la banda sonora de la muy interesante “Blancanieves (Mirror, mirror)” (2012) y la canciones para el musical “Leap of faith” de nuevo junto a Glenn Slater. Ese mismo año, la adaptación teatral de la cinta “Newsies” (1992) también debutó en Broadway, por la que finalmente Menken ganó el Premio Tony a la mejor música, el único galardón para completar el EGOT que le quedaba (exacto, un Emmy especial cuenta para EGOT. Y sino, preguntadle a Whoopi Goldberg).
En 2013 compuso una canción para la serie de ABC “The neighbors” con letras de Slater, optando a un Emmy competitivo y, dos años después, Slater y Menken escribieron las geniales canciones de la grandísima serie musical de ABC, “Galavant”. Una vuelta de tuerca sobre los cuentos de hadas con un sentido del humor satírico tan divertido como elegante. Ácida, divertida y autoparódica, “Galavant” es un disfrute para cualquiera que se acerque a ella.
Entre los dos anteriores trabajos, la producción teatral de “Aladdin” debutó en Broadway, para la que se recuperaron parte de las canciones de Howard Ashman inacabadas y desechadas para la versión animada, así como parte del concepto de éste para la historia que, combinándolo con las nuevas letras de Tim Rice compuestas para la ocasión, le dieron un nuevo giro a la historia de nuestra rata callejera favorita. Menken volvió a optar al Tony por esta producción. Posteriormente, en 2015, se estrenó un revival de su musical “The apprenticeship of Duddy Kravitz” en Montreal en el que el propio Menken estuvo bastante implicado y un año después estrenó en Broadway el musical “Una historia del Bronx”, co-dirigido por Robert De Niro, con letras de Glenn Slater e inspirada en la película del mismo título de 1993. Si una cosa queda clara es que Menken ha estado muy ocupado en los últimos años y no ha parado de trabajar.
En el año 2016 compuso la música y canciones de la salvaje “La fiesta de las salchichas” y canciones para el cortometraje animado “Aria for a cow” que aprovechó trabajos inacabados junto a Howard Ashman. Al no haberse alejado nunca de Disney, en 2017 volvieron a solicitar sus servicios junto a los de Tim Rice para readaptar la música y componer nuevas canciones para el remake de “La bella y la bestia” y cuya canción Evermore mantiene el espíritu de la cinta animada original con un lirismo y una grandilocuencia propios del Disney más clásico. Posteriormente, en 2018 compuso dos canciones para la superlativa “Ralph rompe Internet” y una canción junto a Glenn Slater para la infame “Holmes & Watson”.
Ya en 2019, y volviendo a obras pasadas de Disney, que es donde se está desarrollando parte de la carrera actual de Alan Menken y de la propia compañía, el compositor ha escrito música y canciones nuevas para la adaptación teatral de la gamberra “Hércules” en sus shows pre Broadway que pudieron verse el pasado verano.
Y, por otro lado, y pese a que la versión de 2019 de “Aladdin” no podía ser más espantosa, sí que es cierto que Speechless, la canción compuesta expresamente para esta cinta con música de Menken y letras de Benj Pasek y Justin Paul, es un portento en todos los sentidos. La mejor canción de una película de Disney desde Let it go. Veteranía y profesionalidad se da la mano con juventud y buen hacer. Pasado y futuro dándose la mano para una canción que sabe aunar los ritmos más nostálgicos con un discurso tan actual como veraz. El mejor trabajo de Menken en años (de los muchos que le quedan). Y es que su talento tiene cuerda para rato, ya sea en teatro, remakes, animación o películas originales. Sin duda, Alan Menken ha conquistado escenarios y pantallas por igual enamorando a varias generaciones.
Sin su música, la infancia de muchos habría sido mucho más triste. Así que, en nombre de todos esos niños que crecimos en los años 90, únicamente queda decir: Gracias, Alan. Aquí estaremos para escucharte.
Sr. Finch