Europa se convierte en la nueva patria de Chaplin. Allí será donde comience una nueva vida. Se instala en Suiza, en Corsier, cerca de Vevey, donde compra una gran mansión de dos pisos, quince habitaciones, un amplio terreno, un huerto que cultivará con mimo, una piscina azul, un campo de tenis rosa y una terraza con grandes vistas desde la que se contempla un evocador prado. El mejor plan de pensiones para un artista como él, ahora más familiar que nunca y dedicado a otros placeres como la lectura, en su biblioteca no faltaban los libros de psicología que le gustaban especialmente por todo lo que tenían para comprender a la mente humana, y el cultivo de su jardín. Recibe a amigos y familiares mientras controla con su secretaria la explotación de sus películas en todo el mundo. Poco podía pedir un hombre cercano a la setentena con la vida resuelta. Pero todo ello no le quitaba la sensación de ser como una especie de rey en el exilio dentro de una jaula de oro. En su mansión de Suiza comenzaba a fluir la idea de “Un rey en Nueva York”.
Chaplin siempre tuvo el resentimiento de cómo le habían tratado los americanos en sus últimos años en USA: “Los americanos no me quieren. Durante treinta años me han admirado pero después han comenzado a odiarme. Eso me ha herido profundamente”. Su encuentro con la reina de España en el exilio, Victoria Eugenia, viuda de Alfonso XIII, le hace cerrar la idea de centrar su nueva película en un rey desterrado. Para aumentar el misterio ni siquiera cuenta con mecanógrafa esta vez. Sólo sabe del proyecto su mujer y confidente Oona. Precisamente, acostumbrado como estaba a ello, Chaplin pensó que quizás su mujer sería una buena protagonista femenina. Oona se siente feliz habiendo renunciando a su carrera cinematográfica y se niega en redondo. Finalmente contrata a la actriz italiana Dawn Adams, que sólo sabe las características de su personaje ya que no conocería la historia hasta el mismo momento de rodarla. Tras tres años de trabajo, la película está lista en 1957.
Se suceden los estrenos de la película. En Londres se produce la gran premiere con asistencia de Charles y su familia, incluyendo su hijo Michael que tiene un papel. Dawn Adams llega ya como princesa Massimo por su boda con ese aristócrata italiano. La película se recibe con aplausos y de este montaje Chaplin sólo recortaría el fragmento del duro interrogatorio por el FBI que recibe el niño. Italia también le recibe con boato, con mucha música que le recibe en el puerto y que va desde el apropiado God save the King hasta la marcha triunfal de la ópera “Aida”.
La Guerra Fría hace que la locura se haya desatado en Estados Unidos, especialmente con el impacto de los satélites artificiales que lanzan los soviéticos. Casi todo Hollywood es acusado de comunista ante el Comité de Actividades Antiamericanas y para Chaplin ya no es sorpresa estar metido en ese saco.
La película es acusada de sátira trivial, de fracaso total de la risa y se sigue echando en falta al vagabundo Charlot. Lógicamente siempre ha salido perdiendo frente a sus grandes obras, pero es que “Un rey en Nueva York” no pretendía ser más que el inconformismo de un artista frente al país más conformista de todos. Precisamente denuncia el fanatismo al que Chaplin cree que se llega manteniendo esa posición. Los Estados Unidos se han convertido en dos siglos en la nación más poderosa de la Tierra pero Chaplin se atreve a sacar sus debilidades atacando a la opinión pública y también a la concepción del sueño americano. No todo es tan positivo como se promete, Chaplin lo sabía muy bien. Se le puede acusar de que ahora que USA le había dado la espalda sacaba las garras desde su retiro suizo, pero Chaplin, consciente de una carrera terminada y de que su tiempo había pasado, se permite cerrar (a falta de “La condesa de “Hong Kong”, mera excusa para quitarse el mono de diez años sin rodar y trabajar con Marlon Brando y Sophia Loren) así su carrera. El vagabundo pícaro que surgió en los vodeviles londinenses se había convertido en todo un rey, y desde la experiencia y la calma del retiro, hacía la reverencia irónica no con el bombín característico sino con la corona que para el cine y el público se había ganado como nadie tras toda una vida de genialidad.
Muy bien por Charles Chaplin. En su exilio por la acusación de comunista, se saca de la manga ésta comedia dramatizada a base de bofetadas a la persecución por la "caza de brujas" ordenada por McCarthy. A su expresión, en la carátula que anuncia la película, con el puño cerrado, sólo le falta el dedo corazón extendido al viento.
Mi votación: 8 sobre 10
"M. El hijo del siglo" ha sido dirigida por el británico Joe Wright, autor de adaptaciones en el cine de clásicos literarios como "Orgullo y prejuicio" o "Anna Karenina" y una buena aproximación a un personaje de la talla de Winston Churchill, y tiene como protagonista al actor italiano Luca Marinelli en el papel del dictador. Wright y Marinelli nos meten en el mundo apocalíptico que alumbró en 1919 la fundación de los Fasces Italianos de Combate por parte de Mussolini, alimentado por la rabia del fracaso en la Primera Guerra Mundial, narrando la violencia que sus Camisas Negras ejercieron contra los socialistas hasta llegar al poder en 1922 e instaurar su dictadura. La primera ministra italiana no dudó en expresar públicamente su negativa a dedicar su valioso tiempo a ver la serie inspirada en la novela histórica del escritor Antonio Scurati, llevada a la televisión tras ser alabada y elevada a el mejor tratamiento sobre el nacimiento del fascismo por la mayoría de los críticos desde su paso por Venecia y Toronto.
El atractivo constante que ejerce la época victoriana ha dirigido el nuevo proyecto del creador de la serie "Peaky Blinders", combinando de nuevo la delincuencia con las clases altas que llenaron el periodo de contradicciones e imágenes perdurables. Knight ha elegido en esta ocasión a la banda femenina más famosa del periodo. Aunque no se sabe bien cuando nacieron "Las 40 elefantas", sí que su nombre procede de su origen en la zona de Elephant Castle, tal vez desde el siglo XVIII, pero se mantuvieron durante décadas por su habilidad para despistar a la policía.
La tragedia cotidiana de una nación donde desaparecen a diario más de 2.000 jóvenes ha dado historias de todo tipo, pero las mejores combinan misterio, investigación y amor. Esta es de las que reúne las tres cualidades con la peculiaridad de que es un británico el que se adentra en la América pequeña y maneja sus hilos a la perfección.
Muy bien por Charles Chaplin. En su exilio por la acusación de comunista, se saca de la manga ésta comedia dramatizada a base de bofetadas a la persecución por la "caza de brujas" ordenada por McCarthy. A su expresión, en la carátula que anuncia la película, con el puño cerrado, sólo le falta el dedo corazón extendido al viento.
Mi votación: 8 sobre 10