Querido Teo:
Michael Haneke remueve estómagos y no es la primera vez que en sus películas tiene la insana intención de perturbar y angustiar al espectador. Es uno de estos realizadores que lo pasa bien haciendo pasar un mal rato a los demás sacando a relucir temas presentes en nuestra sociedad, pero que están ocultos y que son dolorosos a la hora de hurgar. “La pianista” fue en 2001, su año de estreno, la película que provocó un mayor índice de abandono en las salas ante la fuerza y dureza de algunas escenas.
Haneke trata temas muy crudos dentro de una atmósfera elegante y clásica lo que aumenta más el desasosiego. En “La pianista” se centra en una estirada mujer cuarentona, profesora de piano, totalmente agobiada por una madre posesiva que la sigue tratando como una adolescente caprichosa. Erica Kohut, interpretada por Isabelle Huppert, es una mujer recta y encorsetada dentro de una anodina vida que sólo tiene algo de aliciente en sus clases musicales. Pero dentro de la apariencia gélida de esta mujer encontramos como tiene unos procedimientos sexuales bastante sórdidos, incluyendo tendencias voyeurísticas y visitas a cabinas de sex-shop, que entran en colisión cuando conoce a un joven alumno que se obsesiona con ella estableciendo una relación sexual y masoquista.
El Marques de Sade dijo que para alcanzar el placer hay que pasar por el dolor y no son pocas veces que hemos visto en el cine personajes como Erica que encuentran en el sexo oscuro la máxima aspiración de sus fantasías. Todo sirvió también para que Haneke llevara a cabo una crítica a la apatía de las clases sociales y a esos secretos ocultos y pasionales que no entienden de posición social. Si la película plantea el debate también lo hace la novela en la que se basa de Elfriede Jelinek que nos mete en la mente de esta mujer que cree que sólo volverá a sentir plenamente el placer sexual de esta manera, convertida como está en un témpano de hielo lleno de prejuicios, disciplinas y convencionalismos. Aún molesta de ver, “La pianista” sigue siendo un ejercicio estimulante del erotismo más oscuro.
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Nacho Gonzalo (Coronado)