Centenario Laurence Olivier: Madurez y últimos años
Querido diario:
Durante estos días, y gracias a que los psicos del ala británica de la Clínica me lo recordaron, he pegado en el diario un repaso a la enciclopedia que tengo en mi celda sobre Laurence Olivier, el genio de la escena inglesa. Te hablé de sus primeros años, viajé con él a Hollywood, descubrí su gran pasión e indagué en su vida privada. Ahora lo cierro con un recorrido por sus últimos años y por lo que más me interesa, saber donde están sus restos je, je, je...
A pesar de llevar más de 20 años en el mundo del cine, muchos de los cuales compartidos con su amor por el teatro, fue a partir de la década de los 60 cuando Olivier dejó la mayor parte de su herencia cinematográfica. Pero antes, en 1958, dirigió su última película, "El príncipe y la corista", junto a Marilyn Monroe. En sus memorias contó que tenía miedo de enamorarse irremediablemente de ella, cosa que finalmente no sucedió dado el carácter de la actriz. Marilyn hizo de las suyas en el rodaje, pero aún así, quedó satisfecho con la interpretación de la rubia actriz.
En 1960, el mismo año que se estrenó "Espartaco", sorprendió con una de sus más aclamadas interpretaciones (su mayor papel contemporáneo, también se ha llegado a decir) en "El animador", una película impactante y nostálgica que llevaba años interpretando sobre los escenarios teatrales(y por la que había sido nominado a un premio Tony, que no ganó. De hecho, fue su única nominación a estos galardones a lo largo de toda su carrera ). Obtuvo una nueva nominación al Oscar, y conoció a su tercera esposa, Joan Plowright.
Después llegaron, entre otras, "El rapto de Bunny Lake", "Otelo", "Las sandalias del pescador", "Kartum", y ya en la década de los 70, la última obra maestra del gran Mankiewicz.
"La huella" es una adaptación de una obra de Anthony Shaffer, que enfrentó a Olivier y Michael Caine. Un guión impecable, con unos personajes perfectamente descritos y unos actores en estado de gracia hicieron de esta trama psicológica cargada de humor negro, intriga, mentiras y giros, una de las películas más recordadas de sus intérpretes. Larry volvería a conseguir nuevamente una nominación al Oscar, premio que se le volvería a escapar una vez más (aunque su interpretación fue recompensada con el Premio de la Crítica de Nueva York, y otra nominación en los Globos de Oro).
Cuatro años después, en 1976, volvería a sorprender y maravillar con su interpretación del Dr Christian Szell en "Marathon Man", la película de Schlesinger. Con escenas que perduran en la memoria (y que serán la peor pesadilla de aquellos que aprietan los dientes ante una inminente visita al dentista), Olivier dio la razón a Schlesinger, que no concebía ese papel interpretado por otro que no fuera él. Uno de los malos más recordados del cine, y que le valió una nominación al Oscar, la única de su carrera como actor secundario.
Una nueva película de tintes nazis se volvería a cruzar en su camino poco después. En 1978 rodó "Los niños del Brasil", junto a Gregory Peck, y con un precario estado de salud, pues le habían intervenido quirúrjicamente de ambas rodillas. Curiosamente, el papel de Peck estaba basado en el mismo médico nazi que inspiró su papel de Szell en "Marathon man". En este caso está del lado contrario, y nuevamente optaría al Oscar como mejor actor.
No te pierdas este duelo, en todos los sentidos, entre Olivier y Peck en "Los niños del Brasil".
Al año siguiente recibió un Oscar honorario por toda su carrera, que le fue entregado de manos de Cary Grant. No eran amigos a pesar de tener en común su procedencia y su manera de llegar a Hollywood, pero sí que se respetaban mucho mutuamente.
Incansable hasta la misma fecha de su muerte a pesar de estar muy enfermo, no dejó de compaginar el teatro, el cine y la televisión, ámbito este último donde desarrolló la mayor parte de su carrera en los últimos años. Apariciones en mini-series como "Retorno a Brideshead" o "Los últimos días de Pompeya" redondean una carrera en la que hay pocos trabajos tachables, y que a pesar de existir, por su sola presencia merecen ser vistos aunque solo sea una vez.
Falleció en 1989, a los 82 años de edad, en Steyning, West Sussex ( Inglaterra ), a causa de unas complicaciones musculares derivadas del cáncer que sufría desde hacía años. Recibió el título de Sir en 1947, y en 1970 fue nombrado Baron Olivier of Brighton, lo que le dio su correspondiente plaza en la Cámara de los Lores. En 1981 recibió la Orden del Mérito. Invariablemente, a quien se dirigía a él como Sir Laurence, le corregía de inmediato replicando "Llámame Larry ".
Está enterrado en la Abadía de Westminster, en la conocida como Poet