El cine popular recibe, como debe de ser, una buena parte de la responsabilidad por muchas ideas preconcebidas. "Todos tenemos una idea de cómo era una taberna medieval y sólo el Señor sabe de dónde la hemos sacado. Tal vez de una película de Robin Hood y sus alegres compinches en los tiempos del buen rey Ricardo, escabulléndose del bosque de Sherwood y entrando en la taberna del pueblo". Poco que ver con lo que dice la Historia; al igual que se puede decir de los "salón" del Viejo Oeste: Hollywood, por lo general, sitúa un gran saloon en el centro del pueblo. Se trata de un requisito de la trama, ya que obliga al héroe a enfrentarse con el villano Pero solía haber un montón de bares en el pueblo y en realidad el héroe y el villano podrían haber bebido tranquilos sin jamás toparse. El saloon era, por lo general un edificio angosto, preferentemente en una esquina, ya que así aumentaba la exposición de los letreros. Lo primero y más obvio que notarías sería el frontal falso. Era una fachada de dos pisos, clavada en la parte delantera de un edificio de una sola planta. Nadie sabe por qué los saloons se construían de esta manera. No engañaban a nadie. Resultaba físicamente imposible, a menos que te acercaras en línea recta perpendicular a la puerta principal, lo que era imposible si había edificios a ambos lados de la calle. Había ventanas falsas en el segundo piso y algunas veces incluso canalones para un techo inexistente. El frontal falso era una mentira universal y transparente que todos en América por alguna razón aceptaban. Te subes al entablado y las famosas puertas batientes no están ahí para darte la bienvenida. Las puertas batientes son un mito, o casi. Puede que existieran algunas en lo más profundo del lejano sudoeste de Estados Unidos, pero eran del todo atípicas, lo cual resulta obvio si piensas en ello: habrían sido absolutamente inútiles, incapaces de proporcionar privacidad o protección del frío. Se ven fantásticas en la pantalla, pero lo cierto es que las puertas de verdad eran de tamaño normal o casi. En cambio sí eran de doble bisagra y pesadas, así que podías hacer una entrada dramática siempre y cuando no dejaras que rebotaran y te golpearan la cara".
Título: "Una borrachera cósmica. Una historia universal del placer de beber"
Autor: Mark Forsyth
Editorial: Ariel