Cannes 2017: Todd Haynes divide con "Wonderstruck", un bizarro Kornél Mundruczó y "Barbara" y "Western" abren Una cierta mirada
Querido Teo:
Plato fuerte ya en la segunda jornada del Festival de Cannes con la presentación de "Wonderstruck", lo nuevo de Todd Haynes sólo dos años después de que en el mismo escenario brindara una de las cintas que más corriente de culto ha generado en los últimos tiempos, "Carol". Una compleja y arriesgada adaptación del relato de Brian Selznick, autor del que ya se llevó al cine “La invención de Hugo”. Y es que lo nuevo de Haynes no puede quitarse de encima el recordar a cintas como la citada de Scorsese en premisa, “The artist” en estética, “Donde viven los monstruos” en su toque de fábula en los años de infancia como resistencia al mundo adulto, y a “Tan fuerte, tan cerca” en ese recorrido tan emocional como oligofrénico del niño recorriendo una ciudad en busca de las respuestas a las preguntas de la ausencia de sus padres.
En "Wonderstruck" estamos ante dos historias con cincuenta años de diferencia sobre dos niños en un cuento en el que ambos intentan encontrar su hueco en el mundo. Por un lado Ben, que acaba de perder a su madre en un accidente de tráfico y que quiere viajar a Nueva York para buscar a un padre desconocido. Por otro lado Rose, una niña sorda que cuenta toda la historia a través de imágenes fascinada por una actriz de Broadway terminando confluyendo las dos tramas en una fusión provocadora de emoción a través del texto y la imagen. Eso es lo que pretende la cinta pero, aunque esta sea realmente gozosa de ver ante el siempre primoroso cuidado estilístico del director en sus obras, el conjunto es irregular, atropellado y confuso no logrando transmitir la emoción que debiera en ese viaje de los niños protagonistas en distintos marcos temporales. Sólo la conexión de ambas historias, a través de un personaje que guía al niño en la parte final, logra encajar las piezas en una empresa que era difícil para Haynes ante lo complicado que es trasladar en cine una película de sensaciones, casi como un ejercicio plástico y vanguardista con claras referencias al cine mudo, en una cinta fallida por cómo le invade caos y la falta de empatía en sus personajes. Aunque vaya de menos a más, y le cueste engrasar sus ingredientes, el conjunto no acaba de brillar como a todos nos hubiera gustado cosa que también afecta a unos actores que se quedan en personajes que no terminan de poder lucirse ante lo alambicado de la propuesta; aunque entre todos ellos (más allá de una Julianne Moore presente en las dos tramas temporales) destacaría a la rota y melancólica mirada (tan inocente como resignada) de la niña interpretada por Millicent Simmonds, sorda en la vida real, frente al más excesivo Oakes Fegley en el que las dos tramas acaban confluyendo en esa maraña urbana que es Nueva York en dos tiempos diferentes; como los melancólicos años 20 y los vistosos 70. Eso sí, a destacar la excelente música de Carter Burwell (con algún homenaje en el uso de las canciones a David Bowie), así como la fotografía y la dirección artística que serían los únicos apartados en los que la cinta podría hacer algo en la próxima carrera de premios.
La sección oficial se ha completado en el día de hoy con la sorprendente y curiosa “Jupiter´s moon” de Kornél Mundruczó que, a pesar de haber competido en dos ocasiones anteriores por la Palma de Oro, se ha ganado el reconocimiento gracias a "White God" con la que ganó el premio a la mejor película de Una cierta mirada en 2014. Al igual que en ésta, el director húngaro vuelve a descolocar con una cinta que establece una particular alianza entre un inmigrante sirio con poderes (entre ellos la capacidad de levitar y crear un caos a su alrededor) y un médico que intenta aprovecharse de esa habilidad en plan charlatán de feria. Aunque la cinta desbarra ante la locura de la premisa, logra verse bien ante la relación de camaradería, ternura y necesidad que se termina estableciendo entre ambos tipos; el bravucón doctor y el inseguro joven. Desde luego si el Jurado quiere llevarse algún capón puede recibirlo dándole algún premio a una cinta que, no obstante, conviene reivindicar a pesar de que se ha llevado los primeros abucheos ya que apuesta por algo nuevo y diferente (con escenas potentes como las desarrolladas en el hotel en su parte final, el atentado de tren o la persecución en coche que demuestra el buen hacer y los medios con los que ha contado Kornél Mundruczó) aunque quiera mezclar demasiados elementos en el mismo cesto que van desde la “buddy movie”, el thriller de acción, la distopía o la denuncia sobre la situación de los refugiados en Europa.
En Una cierta mirada se ha podido ver “Western” de Valeska Grisebach, cinta alemana que, como su nombre indica, se presenta como una analogía del célebre género cinematográfico. En este caso representado por un grupo de obreros alemanes que comienzan a trabajar en una escondida región de Bulgaría en un pueblo en el que son recibidos tanto con admiración como con recelo y resquemor por unos lugareños que verán como su cariño termina siendo objeto de competición por parte de ellos; capitalizado por un ex legionario con bigote que apunta a macho alfa de la manada entre la aprobación de unos y las envidias de otros. Aunque ese microcosmos, y la pequeña intriga con un caballo y la disputa romántica de una chica entre dos de los hombres, sostiene la historia, la cinta termina haciéndose reiterativa y sobrealargada intentando fomentar que nos interese las historias de unos tipos que tampoco tienen más allá que contar salvo su carácter nómada y desamparado ante las condiciones económicas que les obliga a ir de lugar en lugar tanto en busca de una oportunidad laboral como de poder echar raíces.
No obstante, la cinta inaugural de Una cierta mirada ha sido “Barbara” que es el tercer trabajo como director de largometrajes de Mathieu Amalric (también presente en la inauguración de sección oficial con la cinta de Desplechin) tras “Tournée” en 2010 y “La habitación azul” en 2014. Desde luego no se puede negar a Amalric que le interesa el mundo del espectáculo entre bambalinas después de que en su debut hablara de un grupo de bailarinas de burlesque. Ahora es el turno de la famosa cantante melódica Barbara, todo un icono en la cultura francesa en una vida lleno de talento, altibajos y música. Una cinta que juega con la realidad y la ficción del personaje ya que se centra propiamente en el rodaje de un biopic sobre la artista fusionándose tanto actriz como mito. El problema del film es que no sabe construir la personalidad del personaje ni en lo referente a la cantante ni en la actriz que la interpreta; lo que provoca que la cinta se base en una sucesión de números musicales en los que, eso sí, se luce de manera brillante la actriz Jeanne Balibar que se echa la cinta a sus espaldas a base de carisma, voz y personalidad. La película es todo ella, con Amalric reservándose un pequeño papel, y podemos apreciar el potencial de la interpretación cuando la cinta juega a ser incluso un falso documental que alterna escenas reales de la malograda cantante con las encarnadas por Balibar. Como película estamos ante una cinta bastante fallida tanto en planteamiento como en la plasmación de la vida y el arte de la malograda cantante, pero como regalo interpretativo es un material de altura que pronosticamos que coloca a Balibar en buena posición para el próximo César a la mejor actriz. Una intérprete que merecería mucho mayor reconocimiento más allá de su país y que ganó en 1998 el premio a la mejor actriz del Festival de San Sebastián con “Finales de Agosto, principios de Septiembre” de Olivier Assayas.
Nacho Gonzalo
Wonsderstruck no ha dividido. Las criticas en todos los medios (nacionales y extranjeros) han sido sensacionales. Otra cosa, muy respetable por supuesto, es que no os haya gustado. Pero eso no es dividir.