Cine en serie: “Happy Valley”, intensidad malsana

Querido Teo:

“Happy Valley” es una de esas series que uno descubre en un verano caluroso y que se las ventila rápido, más de lo que uno quisiera, ante su intenso ritmo, conseguida atmósfera e intriga en permanente estado de máximo interés. Es lo que me ha ocurrido con esta serie en los seis capítulos de su primera temporada que fueron merecedores en 2015 del Bafta a la mejor serie de drama. Un policiaco que tiene como germen la ambición y las miserias más humanas partiendo de un caso tan peliculero como cotidiano.

Ya en la primera escena de la serie, ante un yonqui que está alterando el orden en un parque, es la propia protagonista, la sargento Catherine Cawood, la que se presenta a todos. Una mujer casi cincuentona divorciada que no se habla con su hijo, que no pudo evitar que su hija se suicidara, y que vive con una hermana ex drogadicta y con su nieto, fruto de una violación que terminó desbocando en el triste final de su hija y que sobrevuela la mente y las acciones de la protagonista como un fantasma. Eso le hace ser una policía dura y poco complaciente y tener su vida personal patas arriba ya que quedarse con su nieto hizo que toda su familia (menos su fiel hermana) se alejaran de ella.

Paralelamente la historia presenta a un atribulado contable que, al ver como es rechazado su petición de aumento de sueldo con el fin de llevar a sus hijas a un mejor colegio, decide vengarse de su jefe (un pez gordo del mundo de la industria local) organizando el secuestro de su hija con el fin de chantajearle proponiéndoselo al responsable del negocio de caravanas al que su familia acude de vacaciones; un tipo que parece encantador en un principio pero que luego veremos que está metido hasta el fondo en el mundo del narcotráfico contando con dos muertos de hambre que le ayudan; entre ellos un joven extraño que ha salido de la cárcel tras ocho años de condena y que fue precisamente el que violó a la hija de la sargento.

Esta es la premisa que desencadena todo y en la que veremos a Catherine introduciéndose poco a poco en el caso que terminará encarando como algo personal cuando empiece a sospechar que en él está relacionado Tommy Lee Royce, el chico que destrozó la vida de su hija, un psicópata que termina complicándolo todo cuando ese secuestro sin más termina derivando en violaciones, asesinatos y huidas de refugio en refugio escapando de una policía que no tarda en atar cabos sobre todo cuando se estrecha el cerco en el sudoroso contable que, arrepintiéndose pronto del error cometido, y de las personas en las que ha dejado el futuro de la hija de su jefe y también el suyo propio, prefiere seguir hacia adelante a pesar de que no es más que hacia un callejón sin salida.

La serie brilla como decimos por como maneja y dosifica la tensión, encajando todo cuando las dos historias acaban entrelazadas, pero en ningún momento da sensación de decaimiento. Todo en una atmósfera suburbana y de barrio humilde con unos personajes (sobre todo esos dos jóvenes ejecutores del secuestro) que bien podrían ser personajes descarriados del cine de Ken Loach que acaban en el pozo del apaño, la violencia y el crimen como método de subsistencia con el fin megalómano de convertirse en gente notoria y recordada por esos actos. Una atmósfera sucia y muy real convierte la serie en algo cercano y nada efectista a pesar de que la trama (un policiaco de manual) se complica cada vez más, siendo realmente eso lo que interesa más allá de la vida personal de Catherine, la cual en algunos momentos se pasa de culebronera y reiterativa aunque sea una implicación emocional necesaria para comprender su personalidad.

A destacar el reparto con una gran Sarah Lancashire, tan determinada y firme como vulnerable y carente de cariño por un ex marido que se fue con otra, un hijo que tiene con ella una relación tirante tras la muerte de su hermana y un nieto que no hace más que generar problemas en la escuela. Ella está rodeada de su hermana Claire (Siobhan Finneran en un papel mucho más bienintencionado que el que encaró en “Downton Abbey”), Steve Pemberton como el contable Kevin, un pobre hombre al que le puede las ganas de mejorar un tren de vida ya muy alto, o George Costigan como Nevison Gallagher, empresario duro y también padre al que se le desmorona todo cuando su hija es secuestrada mientras su mujer pelea con el cáncer.

Eso sí, del reparto hay que destacar a dos nombres. Uno es Joe Armstrong, el capo de la operación que aloja en sus buenos modales una persona oscura destinada al trapicheo que también acabará condenando a los suyos, y el otro es James Norton, ese Tommy Lee Royce, bestia parda y sanguinaria que sólo atisba algo de compasión y de replanteamiento del mal que está causando cuando se entera que dejó un hijo en este mundo obsesionándose a partir de entonces con él. Un actor al alza y destinado a grandes proyectos como en el que le vimos hace unos meses de “Guerra y paz” donde era el príncipe Bolkonsky para la lujosa producción de la BBC.

Aunque la primera temporada cierre la trama de manera impecable, la historia prosigue con una segunda temporada que en breve habrá que ver. Esperamos contarlo también por aquí porque nos gustaría seguir asistiendo durante más tiempo los casos y vivencias de esta atormentada e imperfecta policía de Yorkshire. Series británicas que saben a poco en duración pero que dejan más poso y calidad que otras que se alargan temporada tras temporada.

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Nacho Gonzalo