"Mi gran noche"
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El argumento: A José lo envía la ETT, en pleno Agosto, a un pabellón industrial de las afueras de Madrid para trabajar en la grabación de una gala especial de Nochevieja. Cientos de figurantes como él llevan semana y media encerrados y desesperados mientras fingen celebrar con alegría la falsa venida del Año Nuevo. Alphonso, la estrella musical, es capaz de todo para asegurarse que su actuación tendrá la máxima audiencia. Adanne, su antagonista, joven cantante latino, es acosado por las fans que quieren chantajearle. Los presentadores del programa se odian y compiten entre sí para ganarse la confianza del productor. Pero lo que nadie sabe es que la vida de Alphonso corre peligro.
Conviene ver: "Mi gran noche" es una delirante parodia sobre la cultura del espectáculo televisivo español, sustentado en esas artificiosas galas de fin de año y en la figura de Raphael, auténtico icono que en la cinta arroja casi la catalogación de mesiánico aunque sólo sea por una delirante presentación a lo Darth Vader y un maquiavelismo sorprendente y valiente en su regreso al cine 40 años después. Y es que De la Iglesia, que siempre ha sabido cuidar a los actores y homenajear a los mitos, rinde un tributo a la iconografía del icono de Raphael transformándole en un divo que mantiene una lucha de egos con un joven cantante latino con los movimientos de cadera de Mario Casas y también con el complot que parece que organizan el ruso (o no) Carlos Areces y un devoto entregado a la causa “raphaeliana” Jaime Ordóñez. Todo durante una eterna grabación de programa de Nochevieja en un microcosmos de burbuja y cotillón frente los piquetes y manifestaciones que les rodea con dos presentadores que se tiran de los pelos, una productora fumadora y mandona, un agente que no quiere que se su estrella acabe en los papeles por la posibilidad de un hijo ilegítimo, una presunta gafe, un regidor estresado y unos extras que tienen que sonreír a pesar de que cada uno de ellos tenga ya de por sí sus propios problemas. El gran acierto de la cinta es que, además de que el amplísimo reparto (casi todos viejos conocidos para el cine del realizador) está estupendo calando el tono de delirio juguetón que tiene la cinta, el ritmo se mantiene en todo momento y, siendo lo que es, un disfrute paródico más que una obra referencial dentro de la filmografía del director, logra no desbarrar más allá de lo necesario y que no patine ni decaiga en su tercer acto (algo habitual en su filmografía reciente) a pesar del brutal ritmo que impone a una cinta esquizofrénica que juega mucho con el gag físico y los diálogos frescos, rápidos y directos. “Noche de fiesta” pasado por el tamiz de “Muertos de risa” en la que se echa de menos un mayor enfrentamiento entre Raphael y Mario Casas, que era el gancho en el que se apoyaba la promoción de la película y que en la cinta no deja de ser una subtrama más sin mayor trascendencia respecto a las otras. Un De la Iglesia verbenero y felizmente caótico.
Conviene saber: Presentada fuera de concurso en el Festival de San Sebastián 2015.
La crítica le da un SEIS