Sitges 2015: Slasher ochentero, invitación claustrofóbica, drama rural sorprendente y el Frankenstein neonato
Querido primo Teo:
En la cuarta jornada pleno con las cuatro películas que he visto.
La primera ha sido “The final girls”, un homenaje al slasher de los 80 en tono de medio parodia que ha causado sensación. La historia te engancha desde el primer momento; la hija de una actriz fallecida acude a una proyección de una película de su madre y acaban metidos dentro de la película. El título de la película, “Campamento de sangre”. No hace falta que te diga nada más. En ciertos momentos me ha recordado a “The cabin in the woods”, que me fascinó años atrás pero ésta además tiene un punto (pequeñito pero suficiente) de drama y no te negaré que hasta se me ha escapado una lagrimilla. Taissa Farmiga está esplendida, como siempre, lástima que este año no haya venido a Sitges a presentar la película. Sin desmerecer en ningún momento al resto del cast.
El guión está lleno de guiños cómicos que a veces no pretenden serlo y quizá eso la hace aun más divertida, hasta en los créditos finales. Si me pongo un poco profunda destacaría en que manera trata el tema de la muerte y la manera en la que debemos enfrentarnos a ella. Lo que dejamos atrás y como debemos seguir adelante. Como ves, es una película completa de principio a fin que ha gustado mucho en general.
La segunda pelicula del dia ha sido “The invitation”. Ya habrás visto en Twitter lo que he puesto; parece mentira que la directora de la infumable “Jennifer’s body” firme esta película. Voy a empezar, eso sí, por la pega, y luego ya empiezo con los elogios. Para mi, si hubiera sido más corta no hubiera pasado nada, y eso que dura poco más de hora y media. El motivo, que yo me meto muy pronto en las películas que me gustan y en esta se pasan gran parte del metraje intentando hacer que el espectador se agobie hasta el exceso dentro de las cuatro paredes de la casa para luego sorprender. Yo ya me empecé a agobiar en los primeros minutos, por eso me resultó en ese aspecto un poco lenta. Pero todo tiene su explicación, claro está. La directora tenía claro que había que dibujar bien la situación, lo que empieza siendo una típica reunión de amigos que hace tiempo que no se ven acaba por llevarte hasta el extremo de la, podríamos decirlo así, claustrofobia y angustia de saber que está pasando algo pero no sabes bien qué es y quién está detrás hasta la última parte del film donde a una velocidad trepidante pero bien estructurada empiezan a resolverse el enigma. Todo en esta película es coherente con lo planteado, cada personaje tiene su rol definido y en base a ello se van sucediendo los acontecimientos. Lo mejor, el impactante final. Redondo. En este caso, la escena final es totalmente necesaria y ahí acaba sin más parafernalias detrás.
De camino a mi tercera película pensaba que no sabía lo que iba a ver. Me gustó la sinopsis y por la sección que era sabía que iba a ser una película… especial, por decirlo de alguna manera, y he salido de la sala más feliz que una perdiz. “El eslabón podrido” es el claro ejemplo de como aprovechar 75 minutos de metraje al máximo. Este drama rural entremezcla ternura y violencia explícita. Imposible contar más al respecto porque sería destrozar la película. Sólo diré que las apariencias engañan, que a veces una sinopsis no es digna de lo que una película esconde y eso puede provocar perdérsela. Una cosa sí que se puede decir; los fans de lo más genuino del certamen van a encontrar en este film una pequeña joya.
Acabo el día con la nueva versión de “Frankenstein” de Bernard Rose. Una versión dura, desgarradora, que muestra las emociones del monstruo desde el momento de su creación, visto como un neonato, con todas las consecuencias que eso conlleva. Un bebé en un cuerpo de un hombre, el descubrimiento de las sensaciones, tanto las buenas como las malas. Aprender lo que significa querer y odiar, reconocer lo que eres y porque no quieren que lo seas. Una película que te provoca dolor, tristeza, rabia e impotencia porque la interpretación de Xavier Samuel te hace empatizar perfectamente con la criatura. Sin duda, una buena elección para acabar mi jornada.
Tu prima.
Imogen