Las listas de Vinz Clortho: Las favoritas de Wes Anderson

Bien hallada criatura Teo:

Te escribo esta semana con el ánimo un tanto tocado. Dos sucesos escalofriantes son los culpables de este estado alterado. Dos sucesos anticipados, sí, pero a los que, voluntariamente, me expuse, a sabiendas de que en un ejercicio cuasi extrasensorial acabarían por perturbarme. Pero hay cosas que, con simpleza, no puedes no hacer. Y es que, como Casandra, a veces avanzamos, inermes, hacia una catástrofe hartamente conocida por sospechada, por vislumbrada, por aprehendida hasta en sus más íntimas consecuencias en virtud de un poder adivinatorio a medio camino entre el regalo y el castigo de la divinidad.

Así, primero me expuse a esa nueva serie que a bombo y platillo TVE ponía en marcha como una experiencia jamás vista en la ficción patria, y ya sabes todo lo del teorema en el que creo firmemente, ese que establece que la “calidad de un producto audiovisual es inversamente proporcional a la cuantía de su acción promocional”. Aún con todo me expuse, como una radiación fatal, a una veintena de minutos de "El Ministerio del Tiempo", el citado ejercicio de ficción que la cadena pública estatal lanzó; no fui capaz de ver más pues mi sensibilidad no me lo permitió.

Pero por si eso fuera poco, y motivado por la infancia del alter ego que rige las acciones de este alias, en un momento ocioso de debilidad me expuse, nueva radiación fatal, a la puesta en pantalla por parte de la fábrica de Michael Bay de "Las Tortugas Ninja" (Jonathan Liebesman, 2014). Sólo decir que mi desprecio creciente a la deriva de Michael Bay sólo es superado por el que el propio Bay tiene a la función del argumento y la narración en los filmes en los que mete mano.

Tras lo cual, para hacer una cura de espiritualidad y recordar que la vida puede ser maravillosa (por no decir que está tan llena de belleza que puede doler) he decidido dedicar mi primer monográfico a un director para el que la estética es tan importante que llega a convertirse en obsesión. De paso, me he propuesto aprovechar el epígrafe de ranking y gradar, por primera vez también si la memoria no me falla, sus 5 películas favoritas.

Señores y señoras, con ustedes, las 5 películas que Vinz Clortho prefiere, de mayor a menor querencia, del genial Wes Anderson...

Viaje a Darjeeling (2007)

Quizás habría que comenzar diciendo que, si algo tiene de definitorio el cine de Wes Anderson, es que divide de forma irreconciliable a sus espectadores; los que lo adoran, los que lo aborrecen. Cainismo en estado puro. Y algo así pasa con esta delicia para mí, tortura para otros. Una película en la que los elementos arquetípicos del cine de Wes Anderson comienzan a asentarse propiamente, después de algunos ejercicios de comedias más o menos bizarras. El paroxismo como lenguaje cotidiano. La banalidad como ejercicio artístico. La estética como reivindicación patafísica. Y a los sospechosos habituales de Schwartzman y Wilson (cualquiera de ellos), la incorporación de un Adrien Brody que añade una nueva dimensión al elenco. Historias mínimas con complejo de grandilocuencia, como la mayoría de las propuesta de Anderson, donde lo cotidiano adquiere tintes épicos de ampulosas proporciones. Algo así como las parrafadas que suelo colar en estos ránkings donde algún insensato dejó colarme hace unos meses. Un viaje en tren por la India en una búsqueda fraterna como excusa.

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Academia Rushmore (1998)

Este genial duelo por amor entre uno de los alumnos más carismáticos de la Historia del cine y Bill Murray haciendo de profesor (por si fuera poco carisma) están en mi número 2 del ranking, sobre todo por una escena memorable; la “reconciliación” de Max Fisher (el alumno) y el señor Blume (el profesor) con la sexta parte del popurrí de Pete Townsend para The Who llamado A quick one while he’s away. Sublime. Pero es que, además, se trata de una comedia sin llegar a las marcas registradas del cine de autor de Wes Anderson como lo conocemos hoy en día, pero donde se atisba un poco ese maravilloso molde de hacer películas “raras” que el de Texas acabó por perfeccionar desde "Ladrón que roba a ladrón" hasta la última entrega, "El Gran Hotel Budapest". Posiblemente una de las películas más “aptas para todos los públicos”, hasta los más acérrimos archienemigos de filmes posteriores de la filmografía del tejano.

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El Gran Hotel Budapest (2014)

Hasta el momento el último estadio de la evolución constante del cine de Anderson que, pasito a pasito, cada vez tiene rasgos más definidos y perentorios. Un reparto coral con viejos conocidos y nuevos incorporados  sul universo. Una historia delirante, a ratos rozando la sátira, a ratos la cándida comedia de tierno humor blanco. Cada uno de los personajes que se entrelazan en la nimia trama (excusa) argumental para narrar el film son, sencillamente, memorables. Mención especial a Ralph Fiennes. Pero, a estas alturas, sólo los muy fans de Wes Anderson la podrán adorar en su completa grandiosidad.

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Moonrise kingdom (2012)

"Moonrise kingdom", la antesala lógica de "El Gran Hotel Budapest" desde el punto de vista de la puesta en escena y la narración formal. Sin embargo, si se aplicaran las reglas básicas para catalogar por género ambas películas, me atrevería a decir que esta no es tan comedia o no es comedia en absoluto. La factura preciosista con que se nos narra esta fábula niño-adolescente, salpimentados con los elementos “de autor” que constituyen el cine de Anderson, la hacen muy grata de ver. Frente al prejuicio de la narratividad, Anderson perfecciona su peculiar forma de entender la narratividad, de contar historias, que ya pusiera en práctica con "Life aquatic" (2004), ese secreto homenaje (más o menos a gritos) al televisivo oceanógrafo Jacques-Yves Cousteau (figura que, por cierto, juega un papel incidental y sin embargo crucial en la trama de "Academia Rushmore" y hasta ahí puedo leer). Por si no fuera suficiente, ver a Edward Norton vestido de boy scout también le suma puntos para estar en este ránking.

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Los Tenenbaums. Una familia de genios (2001)

El gran error de "Los Tenenbaums", desde el punto de vista de su promoción, fue publicitarla como una comedia aprovechando que Ben Stiller pasaba por allí. Porque a estas alturas que una “comedia” de Wes Anderson no puede ser sinónimo de una comedia de Ben Stiller parece algo lógico de pensar. Y sin embargo, ahí estaba Ben Stiller en este retrato de una familia cuya mayor maldición era que todos sus miembros eran demasiado inteligentes y desgraciados. Y no desentona, en esta tragicomedia de humor freudiano y melancólica reflexión sobre las relaciones de familia, el éxito y la felicidad. Con perspectiva podemos apuntar que el  guión quizá era demasiado sofisticado para un público aún no acostumbrado al cine de Wes Anderson, pero es que los guiones de Owen Wilson y Wes Anderson ya llevaban apuntando maneras desde la ópera prima de Anderson.

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Aún es pronto para vaticinar cómo evolucionará el cine de este realizador con 8 largometrajes, uno de ellos de animación, y si ya ha tocado techo creativo o seguirá perfeccionando esa peculiar manera de contar historias. Lo que está claro es que Wes Anderson, que acudía a los pasados Oscars como uno de los contendientes a batir de la gala, se merece al menos la consideración de tratar de hacer algo bello cada vez que se pone a dirigir. Y de eso se trataba hoy, de detenernos a admirar la belleza en la obra de un director, antes de que El Viajante se decida y venga a destruir este mundo.

“El Viajante vendrá en una de las formas preestablecidas. Durante la rectificación del Vuldronaii el Viajante toma la forma de un gran Torb. Luego, durante la tercera reconciliación del último suplicante de los Meketreks escogieron otra forma para él: ¡la de un gran Sloar! Muchos Shubs y Zuuls descubrieron lo que era asarse en el fondo del Sloar aquel día, os lo aseguro”.

Vinz Clortho