Cine en serie: "Graceland" y "La cúpula", vuelven dos amores del verano
Querido Teo:
Hace unas semanas han vuelto a la cartelera (estadounidense al menos) dos de las series que se hicieron un hueco en mi corazoncito el verano pasado, "Graceland" y su piso de "policías rebeldes" y "La cúpula" y el hartazgo de "stephenkingismo".
Y es que, así como está el panorama actualmente, el sólo hecho de volver a verlas en emisión es una victoria ya que el margen de error es cada vez menor. No son pocas las series que se quedan por el camino tras los primeros episodios y parece ser que crítica y público han apostado por estas dos "series de verano" con alto contenido de "sofing".
"Graceland" sigue con su premisa de chicos y chicas guapas luchando contra el crimen organizado a golpe de tabla de surf. Si bien en la primera temporada ya comentamos como se había producido un "ajuste" en la dirección de la serie hacia una trama más adulta y elaborada, dejando atrás lo banal y facilón de una serie rodada en playas californianas, en esta segunda temporada los guionista se enfrentan con un problema mayor una vez encontrados sus espectadores (más de cuatro millones de media el anterior ejercicio).
Ese problema no es otro que plantear una trama prácticamente de cero sin que parezca una serie diferente ya que en la primera cerraban gran parte de la historia. Esta vez se sacan de la manga un nuevo cártel de droga que tendrán que desenmascarar siguiendo las órdenes de nuestro protagonista el agente Mike (Aaron Tveit). Está claro que nuestro pisito de policías favorito no va a llevar bien que "el nuevo" se haga cargo de ellos y les empiece a dar órdenes recién llegado de la "city".
Va a ser complicado repetir los números del año pasado ya que la dualidad Briggs (Daniel Sunjata) - Mike quedó medianamente resuelta y el enfrentamiento ahora es más simplón. Quizá la historia de amor que se entrevé entre Mike y Paige (Serinda Swan) y un cierto triángulo amoroso sea lo que pueda dar más juego esta vez.
La otra serie que nos dejó perplejos y sin respiración fue "La cúpula", basada en una novela de Stephen King (atención al cameo en el primer episodio de la segunda temporada), y que también se colocó en buena posición en el ranking veraniego.
Si la primera temporada acababa con la soga al cuello de Barbie (Mike Vogel), y una trama cada vez más surrealista de lo que era la cúpula en sí, esta segunda temporada nos demostrará claramente a quién prefiere la cúpula entre sus ciudadanos y cómo podemos renunciar ya totalmente a saber de qué se trata el fenómeno que experimentan en Chesters Mill.
Digo esto primero porque no estamos delante de una reproducción fiel de la novela (lo que no tiene porqué ser malo en sí, aunque todos sabemos que los ratings y las encuestas pueden hacer a más de uno morir prematuramente) y las vidas y muertes de los protagonistas pueden variar respecto al libro.
El otro hecho, el que me resulta un poco fastidioso, es que hemos llegado a un punto en el que va a ser imposible desentrañar el porqué de las cosas que suceden en este pueblecito. Y digo que me fastidia porque cada vez estamos más cerca de lo onírico y de lo mágico y más lejos de poder dar una explicación medianamente racional a la jaula que mantiene esta ciudad incomunicada. Y es que no pido una explicación científica ni mucho menos pero al menos que sea posible imaginar que llegaremos a conectar todo lo que está ocurriendo y que no acabará en un, y lo digo sin haber leído el final del libro, "vinieron unos extraterrestres y lo hicieron así porque sí". Me recuerda ligeramente a "Perdidos" y cómo íbamos todos construyendo nuestras teorías hasta que al final nos traicionaban los guionistas y nadie acababa sabiendo muy bien que era "el humo negro".
Mientras tanto, sigo buscando una nueva serie veraniega a la que aferrarme y una nueva propuesta de ciencia ficción que cubra el hueco de "Fringe" y compañía y que al menos dure más de una temporada.
Besos y abrazos desde dentro del aire acondicionado.
David Volcano