Ian Fleming, 100 años
Querido diario:
Hace cien años que nació Ian Fleming. Todo empezó para nosotros los espectadores el 17 de febrero de 1952. Fleming sentado en el escritorio de su casa al norte de Jamaica. Ante él una máquina de escribir muy viajada, una vieja Royal. Empezó a escribir sin detenerse mucho, al estilo Stephen King, a gran velocidad, de modo que a la hora de comer ya tenía 2.000 palabras. Al día siguiente hizo exactamente lo mismo. Sexo, viajes, gastronomía y buena vida, ingredientes que recogían las aspiraciones de cualquier época, y que en realidad no dejaban de ser una expresión del deseo del propio Fleming, El ritmo de trabajo se mantuvo, inalterable, hasta el 18 de marzo.
"Casino Royale" fue el título, su héroe James Bond, 60.000 palabras que le asegurarían el bienestar para el resto de su vida, aunque estaba tan poco seguro de lo que había escrito que pasaron meses antes de que se la dejase leer a su amigo el poeta William Plomer, a condición de que no se lo mencionase a nadie, y defendiéndose a priori de la crítica señalando con humor que la había hecho sólo con la mitad de su cerebro" y que el resultado era "una cosa zafia y torpe".
Antes de morir, agradeció sus atenciones a quienes le llevaban en ambulancia al hospital, con una cortesía propia de su personaje: "Gracias por vuestra ayuda. Siento haberos molestado tanto, chicos". Me hice con su cuerpo en pleno apogeo de la fiebre Bond, víctima de un ataque al corazón, el 12 de agosto de 1964, justo cuando se iniciaba el rodaje de Operación trueno. Tenía cincuenta y seis años.
En aquel momento, sus novelas en todo el mundo superaban los veinticinco millones de ejemplares y sus ganancias sólo por derechos de autor el millón de dólares. No está mal para un pasatiempo destinado a lectores poco exigentes, aunque eso depende de lo que se exija en cada momento a un libro... ¿O no?